Caracas, 08 Jul. AVN (Por Eva Golinger).- El pasado 1º de julio, el Congreso de Costa Rica autorizó la llegada de 46 buques de guerra y 7 mil tropas estadounidenses a las costas costarricenses para realizar operaciones militares, misiones antinarcóticos y supuestas acciones humanitarias en la región.
Según la prensa costarricense, la mayoría de las naves de guerra son fragatas con una longitud de 135 metros, con capacidad para transportar dos helicópteres artillados SH-60 o HH-60B – Blackhawks, además de 200 marines y 15 oficiales en cada uno.
Pero otras naves y portaaviones, como el USS Making Island, tienen la capacidad para transportar a 102 oficiales y casi 1500 tropas, y están artillados y preparados para el combate intensivo. Pueden transportar 42 helicópteros CH-46, cinco aviones de combate duro AV-8B Harrier y seis helicópteros Blackhawk.
También se ha autorizado la entrada de submarinos de combate, naves tipo catamarán, un buque hospital y vehículos de reconocmiento y combate con la capacidad de movimiento tanto por mar como por tierra. Podrá ingresar a Costa Rica el buque USS Freedom, con la capacidad para combatir a submarinos.
Impunidad para los soldados estadounidenses
Un documento oficial enviada de la Embajada de Estados Unidos en Costa Rica al Ministerio de Seguridad del país centroamericano explicó las condiciones de impunidad plena que disfrutarán los soldados estadounidenses, “El personal de los Estados Unidos en Costa Rica podrá disfrutar de libertad de movimiento y el derecho de realizar las actividades que considere necesarias en el desempeño de su misión”.
La autorización, solicitada por la nueva presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, fue aprobada por el Congreso para un periodo de seis meses, hasta el 31 de diciembre de 2010. No obstante, sectores políticos del país también caribeño, se oponen a ésta medida, y consideran que “la magnitud bélica [de la presencia militar estadounidense] violenta la soberanía del país”.
Los partidos políticos costarricenses Acción Ciudadana (PAC), la Unidad Social Cristiana (PUSC) y el Frente Amplio (FA) también se opusieron a la presencia militar estadounidense, alegando que “la fuerza destructiva de los buques, helicópteros y marines es desproporcionada para el combate del narcotráfico”.
Amenaza Militar
El año pasado, Estados Unidos y Colombia firmaron un acuerdo militar para permitir el uso de siete bases militares en el territorio colombiano, además de cualquier otra instalación civil o militar que sea necesaria para el cumplimiento de las operaciones y misiones estadounidenses en Suramérica.
Un documento oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos reveló que su presencia en Colombia era necesaria para poder ejecutar operaciones militares de “amplio espectro” por todo el continente. Además, el documento indicó que desde Colombia, las fuerzas estadounidenses combatirían “la constante amenaza de…los gobiernos anti-estadounidenses en la región”, haciendo referencia a los vecinos de Colombia, como Venezuela, Ecuador y Bolivar, considerados por Washington como “adversarios”.
El documento de la Fuerza Aérea también habló de la capacitación de las Fuerzas Armadas estadounidenses para poder ejecutar “una guerra de forma expedita” en la región, utilizando a Colombia cómo base de operaciones.
Durante los últimos cuatro años, Washington ha aumentado su presencia militar en las islas de Aruba y Curazao, donde desde el 1999 mantiene pequeñas bases de operaciones de avanzada. Las islas nerlandesas están ubicadas a menos de 70 kilómetros de la costa venezolana.
Luego de la tragedia producida por el terremoto en Haiti en enero, Estados Unidos envió por encima de 20 mil tropas y equipos militares desproporcionados al país caribeño. La creciente presencia militar estadounidense fue percibida por muchos en la región como un intento de militarizar al Caribe e intimidar a países como Venezuela, clasificado por Washington como “una amenaza” a sus intereses.
La Constitución de Costa Rica prohíbe la presencia de fuerzas armadas en su territorio y proclama al país cómo una zona de paz. La nación centroamericana no tiene ni siquiera sus propias fuerzas armadas o equipos de defensa.
La sorprendiente, desproporcionada y masiva presencia militar estadounidense en Costa Rica parece formar parte de la expansión militarista de Estados Unidos en la región que busca recuperar su dominación e influencia sobre lo que aún considera su “patio trasero”.