En los años 80 los bosques que rodean esta solitaria posta fronteriza eran escenario de emboscadas y tiroteos, mientras los sandinistas nicaragüenses y los contras, radicados en Honduras, se enfrentaban en una cruenta guerra civil.
Ahora, cuando el depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya jura que encabezará una caravana para cruzar la frontera y reclamar la presidencia que perdió a la fuerza el 28 de junio, algunos temen que esta tenue cinta de asfalto que une a los dos países pueda ser de nuevo el escenario de choques armados.
A medida que se evaporan las esperanzas de una solución negociada a la crisis política de Honduras, que ya dura tres semanas, Zelaya ha declarado que dirigirá una marcha masiva hacia su país esta semana.
Su rival, el presidente interino Roberto Micheletti, ha ordenado a las fuerzas armadas que lo arresten tan pronto como entre en territorio hondureño. Pocos creen que eso pueda suceder sin derramamiento de sangre debido al apasionamiento de los partidarios de ambos hombres.
"Si Mel se apareciera, yo lo dejaría dormir en mi cama y le daría algo de comer'', dijo Isaías Rodríguez, taxista que transporta turistas de la desolada zona fronteriza al pueblo de Dalí, enHonduras, a unas 19 millas de distancia. "Si viene y lo arrestan habrá balacera''.
Las Manos es uno de los tres cruces oficiales de la frontera entre ambos países y es la ruta más directa a la capital, Tegucigalpa, lo cual hace del lugar un punto de entrada posible. Sin embargo, ayudantes de Zelaya dijeron el martes que no ha descartado entrar al país desde El Salvador o Guatemala.
"Estamos considerando diferentes planes y estrategias'', dijo el organizador de la protesta Samuel Zelaya (sin relación alguna con el presidente depuesto). "Necesitamos cambiar de ruta con rapidez''.
Zelaya necesitará todo el secreto y el apoyo posible para concretar sus planes. Sus ayudantes dijeron que Zelaya tiene la esperanza de cruzar la frontera rodeado por miles de sus seguidores. Eso significaría transportar personas por caminos estrechos y montañosos, fáciles de bloquear por parte de la policía. Si el gobierno está preocupado por el plan de Zelaya, no ha dado señal alguna.
A pesar de los rumores de que se está militarizando y fortificando la frontera, apenas había un puñado de soldados hondureños. Los guardianes más agresivos en la carretera eran un par de ocas que picoteaban los pantalones de los viajeros.
Las fuerzas armadas de Honduras han sido elogiadas por la calma con que han actuado durante la crisis, pero tampoco se han mostrado reacias al uso de la fuerza. La última vez que Zelaya intentó regresar, el 5 de julio, el ejército bloqueó la pista del aeropuerto e impidió el aterrizaje de su avión. Cuando manifestantes airados se lanzaron contra la cerca, hubo disparos y murió un adolescente.
Ramón Vásquez, de 60 años, lleva seis años vendiendo camisetas y calcetines en la frontera y dice que poco ha cambiado desde que comenzó la crisis. Mientras leía un periódico favorable a Micheletti, Vásquez afirmó que no entendía por qué el mundo no apoya al nuevo líder de Honduras.
"Estados Unidos debía darnos las gracias por sacar a Chávez del país'', dijo, refiriéndose al presidente de Venezuela, aliado de Zelaya. "Lo único que hemos pedido es que nos permitan respetar la Constitución de nuestro país''.
Tanto Micheletti como Zelaya pertenecen al Partido Liberal, pero los conflictos se pusieron de manifiesto cuando el populismo de Zelaya lo acercó a Venezuela.
En el 2008 Honduras se unió al bloque de comercio ALBA, encabezado por Venezuela, al que también pertenecen Nicaragua, Cuba y Bolivia.
Chávez ha sido uno de los principales partidarios de Zelaya durante la crisis y el martes el gobierno de Micheletti dio a diplomáticos de Venezuela 72 horas para abandonar el país.
Pero lo que ocasionó la salida obligada del poder de Zelaya fue su terca y, según algunos ilegal, empeño en organizar un referendo nacional que le hubiera permitido cambiar la Constitución. Debido a que sólo le quedaban seis meses en el poder, sus enemigos --entre ellos el Tribunal Supremo, el Congreso y el procurador general-- temieron que quisiera mantenerse en el poder y ordenaron su arresto.
El 28 de junio el ejército invadió su residencia y lo envió a la fuerza por un avión a Costa Rica todavía en piyama.
Desde entonces, Zelaya ha viajado por toda la región en busca de apoyo a su causa. La ONU, la OEA y la Unión Europea han exigido su regreso inmediato. El Departamento de Estado advirtió también que podría haber consecuencias muy serias para Honduras si no autoriza el regreso de Zelaya.
En un discurso desafiante, Micheletti afirmó el lunes que la única persona a quien entregará el poder es al ganador de las elecciones del 29 de noviembre. "Queremos decirle al mundo entero que aunque no tengamos dinero, ni petróleo, ni dólares, tenemos una enorme voluntad de vencer esta situación'', dijo.
Las negociaciones no llegaron a solución alguna durante el fin de semana. Aunque el principal mediador, el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, ha pedido a ambas partes que esperen al miércoles para declarar el fin de la mediación, pocos abrigan alguna esperanza de solución.
El martes en Tegucigalpa algunos cientos de partidarios de Zelaya marcharon por un barrio obrero, pintaron paredes y reclutaron simpatizantes para una huelga nacional a celebrarse el jueves y viernes. La marcha fue conducida por sindicalistas y dirigentes de los maestros.
Mientras tanto, los periódicos y estaciones de televisión partidarios de Micheletti hicieron un llamado a la población para que celebre el miércoles una manifestación masiva contra "presiones e intervenciones extranjeras''.
María Luisa Sevilla, de 69 años, dijo que no entendía cómo la gente podía darse el lujo de estar protestando los 24 días de la crisis.
"Esta gente debía estar trabajando, no bloqueando el tráfico'', afirmó, mientras tejía una bolsa en el portal de su casa y miraba pasar a la muchedumbre. "Hay tanta gente sin trabajo y estas personas no están en los trabajos que ya tienen''.
Esta información fue complementada con los servicios de The Associated Press.