Desde la Comisión Nacional de Enlace, en la pasada Cumbre Social, celebrada en el Teatro Melico Salazar, el 14 de abril del 2005 habíamos advertido sobre la gravedad de la situación que atravesaba Costa Rica. En esa oportunidad manifestamos que la Sala IV había dado un golpe de Estado técnico, al modificar por su cuenta la Constitución Política de Costa Rica para así permitir la reelección presidencial y hacer posible que Oscar Arias fuera candidato, favorecido por la estructura bipartidista neoliberal conformada por las cúpulas corruptas y decadentes del Partido Liberación Nacional (PLN) y del Partido Social Cristiano (PUSC). Igual condenamos ese temerario y delictivo golpe de Estado dado por la Sala IV del Poder Judicial – como bien lo calificó el expresidente Monge-, que permitió revertir un anterior pronunciamiento negativo de esa misma entidad y también advertimos sobre lo ilegítimo de un eventual gobierno de los hermanos Arias Sánchez.
Manifestamos también que era lamentable, irresponsable e indigno que un Premio Nóbel de la Paz , como Oscar Arias, estuviera dividiendo y polarizando la sociedad de Costa Rica, llevándola a un enfrentamiento social por su obcecado apoyo al Tratado de Libre Comercio con EEUU, basándose en argumentos mentirosos y corruptos.
En ese momento, el periódico La Nación -vocero oficial del aparato oligárquico de este país y de las empresas trasnacionales-, en conjunto con sectores empresariales, instrumentaron un cerrado ataque mediático contra la Comisión Nacional de Enlace y contra los participantes en la Cumbre Social por haber denunciado dicho golpe de Estado, utilizando exagerados calificativos que daban a entender que los participantes en este evento eran grupos y personas que atentaban contra la institucionalidad democrática del país. La Nación en ningún momento denunció esa maniobra ilegal; todo lo contrario, lanzó una feroz campaña contra todos aquellos que denunciaron ese mecanismo espurio. Por eso resulta incompresible ahora la actitud de La Nación en el sentido de querer aleccionarnos sobre lo que es y lo que no es legal o constitucional y ahora ella misma se presenta como víctima al ser atacada con el argumento de atentar contra la institucionalidad, curiosamente el mismo esgrimido contra la Comisión Nacional años atrás.
Pero, para verdades el tiempo. El proceso del Referéndum puso en evidencia la decadencia de la cúpula política gobernante y de sus asociados del G38 y puso de manifiesto cómo Oscar Arias,- al igual que lo hizo Miguel Ángel Rodríguez con el "combo del ICE"-, le apostó de manera errónea a un solo un eje estratégico: el Tratado de Libre Comercio, como única fuente de bonanza y de crecimiento para los costarricenses, para venir sólo pocos meses después, a hablarnos de que se avecinaba una época de "vacas flacas" y un período de gran incertidumbre para el país.
Ganaron ese Referéndum mintiendo y amedrentando a la población con las prácticas recomendadas en el Memorándum Casas-Sánchez e inyectando enormes sumas de dinero de procedencia oscura. Si Oscar Arias mintió en todo lo relacionado con las bondades del TLC, nos preguntamos por qué La Nación junto con otros medios de comunicación no lo denunció en ese momento como correspondía hacerlo, o al menos hubieran propiciado un debate imparcial para exponer los distintos puntos de vista en torno al TLC. La respuesta es que no podían hacerlo, porque en ese momento las incontables mentiras de Oscar Arias favorecían los intereses de las cúpulas oligárquicas que la Nación y otros medios representan y su interés primordial siempre fue que se abrieran sin restricciones los negocios del INS, del ICE, de la CCSS y otros que se derivan de la agenda de implementación. Para lograr ese objetivo utilizaron el cascarón del PLN con Oscar Arias al frente, a sus acólitos neoliberales y al grupo de diputados traidores agrupados alrededor del G39.
Prueba de las mentiras de Oscar Arias y su séquito, entre ellos su hermano Rodrigo Arias, es la crisis económica de los Estados Unidos, cada día más evidente y profunda. La quiebra de instituciones financieras y fondos de inversión de todo tipo está haciendo crujir el "modelo de libre mercado" y del capitalismo como sistema. A sabiendas de todo esto -porque no empezó ayer y La Nación también lo conocía-, los hermanos Arias prometieron la seca y la meca a los costarricenses, con argumentos perversos, corruptos y mentirosos apoyados por ese periódico y otros medios.
Todo resultó un fiasco, un engaño, y eso que sólo vemos la punta del iceberg ya que la crisis no ha golpeado como tiene que golpear. Lo peor está por venir. Tanto Oscar Arias como La Nación S.A. engañaron al pueblo de Costa Rica cuando nos prometieron el oro y el moro si se aprobaba el TLC con EEUU, país que tiene a importantes empresas en quiebra o al borde del colapso. De qué se queja ahora ese matutino, si la constante de su actividad periodística ha sido la manipulación y el engaño cuando esto favorece sus intereses. ¿O no es manipulación y corrupción cuando se engaña abiertamente a un pueblo a sabiendas que la bonanza y bienestar económico no venían con el TLC? ¿O no es perverso y macabro trabajar en función de un sólo sector económico, en este caso las empresas transnacionales y los sectores oligárquicos criollos que son en última instancia los que sacarán provecho de ese TLC ?
¿Dijo algo el periódico La Nación cuando la Sala IV avaló constitucionalmente el TLC existiendo sendos dictámenes de prestigiosos juristas universitarios que demostraban que ese Tratado era inconstitucional? Por supuesto que no, avaló esa decisión plegadiza de la Sala IV porque le convenía a sus intereses. Lo que sí hizo La Nación S.A. fue desplegar, una vez más, otro obcecado ataque contra la Comisión Nacional de Enlace cuando denunció esos hechos y otros concernientes al complaciente Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), denunciado como parte de una institucionalidad secuestrada.
A raíz de los hechos recientes, donde La Nación ha cuestionado y denunciado el secretismo con el cual se gestionó el asunto de los bonos chinos hay quienes pudieran pensar que existen fisuras en las estructuras oligárquicas. Hay que ser cauteloso con esa apreciación. Pudiera ser más bien que existan contradicciones entre esas estructuras y los hermanos Arias Sánchez, pero no en la estructura oligárquica. Al igual que en su momento le avalaron y favorecieron la presidencia de la República , igualmente los pueden quitar del camino –o aislar-, si no convienen a sus intereses las decisiones del dúo; además están jugando otras variables; una de ellas es el cobro de las facturas políticas.
La ruptura con Taiwán y el establecimiento de relaciones con China Popular, -de buen suceso para Costa Rica-, es una factura política que Oscar Arias todavía no ha terminado de pagar. Sus declaraciones a favor de Rusia en relación con el ataque criminal de Georgia contra Osetia del Sur y otras relacionadas con Hugo Chávez, presidente de Venezuela, y también sobre el ALBA y PETROCARIBE están siendo vigiladas muy de cerca por los responsables de la política exterior norteamericana. En este caso se están moviendo todos los intereses políticos que resultan de decisiones y opiniones de esa envergadura. Apreciar por esto que existen grietas a lo interno de las estructuras oligárquicas podría ser una conclusión equivocada por cuanto lo que sobresale puede obedecer a otras causas.
Los hermanos Arias sabían claramente que no habría bienestar por cuanto la crisis financiera que tiene su centro en EEUU se estaba profundizando y sabían que lo peor está aún por venir. En el marco de esta crisis, instituciones emblemáticas como el INS, el ICE y la CCSS , expuestas al "mercado" se verán sumamente golpeadas y es indiscutible que habrá despidos, sino cierre de las mismas, es decir, hay problemas serios y no son de fácil solución, porque son sistémicos. En paralelo con lo anterior tendremos que enfrentar la crisis energética, la crisis de alimentos y los efectos del cambio climático.
Lo que se desprende de todo lo anterior es que efectivamente hay una profunda crisis sistémica del sistema financiero que se irá profundizando en las próximas semanas y meses. Pero como nos demuestran otras crisis anteriores, las crisis financieras de esta magnitud no la pagan los capitalistas, la pagan los pueblos que viven bajo el sistema capitalista. La paga en última instancia la clase trabajadora mundial. Esto por cuanto, si se entra en un escenario de recesión mundial, los precios suben, se devalúa el salario y se multiplica la pobreza, lo que implicará huelgas y estallidos sociales, sino guerras a corto plazo a nivel mundial. Pero Oscar Arias y sus acólitos, entre ellos La Nación , prometieron otra cosa a los costarricenses, bienestar y felicidad con un TLC firmado con un país en bancarrota. Mintieron y engañaron al pueblo de Costa Rica.
Ante esta situación de cinismo y de mentira, por sentirse "muy cansado" y porque anuncia tiempos de "vacas flacas" cuando había prometido el "paraíso" lo único decente que debería hacer Oscar Arias es renunciar.
COMISIÓN NACIONAL DE ENLACE
18 de Septiembre de 2008