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jueves, 7 de abril de 2011

Carta de Ottón Solís a la Embajadora de Estados Unidos en Costa Rica, Anne S. Andrew, en relación con las revelaciones de los wikileaks publicadas por


Carta de Ottón Solís a la Embajadora de Estados Unidos en Costa Rica, Anne S. Andrew, en relación con las revelaciones de los wikileaks publicadas por La Nación.

1 de Abril, 2011

Excma Anne S. Andrew
Embajadora
Estados Unidos de América


Estimada Señora Embajadora:

Reciba un respetuoso saludo de mi parte.

Le escribo, a título personal, a propósito de las revelaciones de los wikileaks publicadas por el periódico la Nación, donde por escrito en documentos oficiales los representantes diplomáticos de su país detallan acciones en las que la Embajada de Estados Unidos ha participado. Le escribo a partir del convencimiento de que con la llegada del presidente Obama quedan atrás prácticas que no deben repetirse y llegan personas como usted, comprometidas con los valores de la democracia.

Nuestra Constitución, herramienta construida por nuestra democracia y sobre la cual esta se asienta, en su artículo 19 establece que los extranjeros "No pueden intervenir en los asuntos políticos del país...". Su país se reveló contra la Corona Inglesa hace casi 240 años, en defensa del principio de que quienes no eran electos por los colonias no podían interferir en decisiones que les afectaran ("no taxation without representation"). Si nuestra Constitución y nuestra democracia no le merecían ningún respeto al ex Embajador Langdale ni a otros funcionarios de la Embajada, debieron al menos haber recordado ese extraordinario principio cuando organizaron estrategias comunicativas a favor del TLC, cuando capacitaron policías y los transportaron ante manifestaciones contra el TLC, cuando visitaron empresas para coaccionar a sus empleados por medio del temor para que votaran a favor del TLC.

Es paradójico que al mismo tiempo que funcionarios de la Embajada en algunos wikileaks descalificaban nuestra democracia como "disfuncional", estuviesen avocados a debilitarla y, de ese modo, a convertir su descalificación en realidad.

Reiteradamente, los funcionarios de la Embajada intervinieron en el debate nacional y lo hicieron distorsionando la verdad. Por ejemplo, cuando afirmaron que el TLC no podía ser renegociado y que Estados Unidos eliminaría los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe si no se ratificaba el TLC. Fue en respuesta a esa estrategia promotora del miedo, que invité a dos distinguidos congresistas de su país para que contestaran preguntas de la prensa costarricenses sobre esos temas. De ese modo informaron que los TLC se podían renegociar, como efectivamente ocurrió con el de Colombia, Perú y Corea del Sur y con el mismo TLC con Centroamérica, en el cual hasta el último minuto se fueron negociando nuevas condiciones que ni siquiera se mencionaban en el TLC originalmente firmado. También informaron que los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe, contrario a los beneficios similares otorgados a otros países, eran permanentes por ley y sólo se podían eliminar por una decisión del Congreso, el cual jamás castigaría a Costa Rica de esa manera.

Tampoco revela respeto a la democracia costarricense la acción de asustar a una empresa de cruceros para que no atracara en el puerto de Limón. Ello causó pérdidas millonarias a muchos empresarios costarricenses, todo con la maquiavélica intención de desacreditar a Japdeva, una institución del Estado costarricense, y de esa manera influir en decisiones sobre la privatización o no de los muelles de Limón, que sólo incumben a nuestro país.

Los gobiernos de Estados Unidos constantemente impulsan guerras para promover la democracia. Por eso presumimos que los funcionarios de la Embajada al debilitar nuestra democracia estaban actuando a espaldas de las políticas de su país. Siendo así, entonces considero que Costa Rica merece como mínimo una disculpa formal de su Gobierno por esos reiterados actos contra nuestra soberanía y nuestra democracia.

Sin embargo, después de varias semanas de que se hicieran estas revelaciones, es evidente que el Gobierno de Costa Rica no intenta reivindicar nuestra Constitución y elevar las protestas del caso a su gobierno. Más aún, habrán costarricenses que se sienten complacidos por algunas de esas acciones. Pero aún esos costarricenses deberían ser capaces de diferenciar entre sus preferencias en relación, por ejemplo, con el TLC y la importancia de respetar los principios básicos de la democracia. No tengo ninguna duda que si, por ejemplo, recursos originados en el gobierno venezolano se hubiesen utilizado para capacitar en organización de marchas o para transportar manifestantes, esos mismos costarricenses estuviesen pegando el grito al cielo, y con toda la razón, por esa antidemocrática interferencia. Pero también comprendo que hay algunas personas en mi país que consideran audaz, en lugar de antidemocrático y carente de transparencia, por ejemplo, el plan fraguado entre la embajada y el gobierno de Costa Rica para enviar policías civilistas a capacitarse en una base militar norteamericana evitando comprometer al presidente de la República por medio del truco del silencio positivo.

Señora Embajadora, muchos latinoamericanos nos sentimos esperanzados con la llegada del Presidente Obama al poder. Acepté complacido la invitación que me extendiera el partido Demócrata a su Inauguración. En el frío de ese enero en Washington sentí la luz que iluminaba el amanecer de relaciones entre nuestros países basadas en el respeto mutuo. Creo, entonces, que a raíz de las revelaciones de los wikileaks es imperativo que usted, como representante del gobierno de Estados Unidos, deje suficientemente claro que la Administración Obama respeta nuestras tradiciones democráticas, no condona ese tipo de interferencias y exprese una disculpa a Costa Rica por las acciones inaceptables reveladas en esos documentos. Así mismo, sería muy conveniente que quienes participaron en las acciones aquí cuestionadas y que aún trabajan en la Embajada, regresen a Estados Unidos.

Señora Embajadora, no tenga ninguna duda que gestos en la dirección solicitada, ayudarían mucho a fortalecer las buenas relaciones entre Estados Unidos y Costa Rica, las dos democracias más consolidadas del Hemisferio Occidental.

Atentamente,

Ottón Solís