Por diferentes medios de comunicación nacional, el señor Albino Vargas Barrantes y un grupo multisectorial de organizaciones sociales dieron a conocer una propuesta intitulada “Diez Medidas para Ordenar la Caja”, con el fin de salvar de la crisis a la institución.
Como paladín y salvador de las finanzas de la CCSS, don Albino propone el control del horario de trabajo de los(as) profesionales en Ciencias Médicas (médicos, farmacéuticos, microbiólogos, enfermeras y odontólogos), o sea, la llamada “marca de tarjeta”. La marca de una tarjeta no ha probado ser, en la práctica, sinónimo de eficiencia y productividad. Conozco muchos empleados de otras categorías de trabajo que marcan tarjeta y su efectividad no es la mejor. La verdad es que si don Albino desea buenos índices de salud, estos descansan sobre el trabajo de los profesionales en Ciencias Médicas.
También sugieren disminuir el pago de tiempo extraordinario. Esta sugerencia simplemente ignora el número de médicos especialistas no alcanza para dar cobertura a los turnos ordinarios en las diferentes especialidades. Un ejemplo es que desconocen que la cantidad de médicos anestesiólogos del San Juan de Dios solo sirve para cubrir el tiempo ordinario y vespertino. También desconoce que solo existe un total de dos cirujanos de tórax para cubrir la disponibilidad.
En noviembre del 2011, La Nación me publicó un artículo que intitulé: “No es culpa de los médicos”. Demostré que estaban mal orientados quienes pretendían encontrar culpa en un cuerpo médico corrupto. El préstamo español y el finlandés no habían sido “chofereados” por los médicos. Tampoco fue culpa de los médicos el vencimiento de 880 toneladas de medicinas, ni el robo de 178 kgs. de Pseudoefedrina que estaba resguarda en un búnker. Fue culpa de la introducción de la política en la administración de la Caja en la persona de un presidente ejecutivo la responsable de la creación de 11.164 plazas en el período del 2005 al 2010.
Eso es lo que hacen los políticos: cumplir promesas de campaña electoral aunque sea a costa de la estabilidad financiera de la noble institución de la Seguridad Social. Tampoco es culpa de los médicos que los puestos administrativos, gerenciales y directivos sean nombrados por los partidos en el poder, ni de la falta de formación de especialistas, ni de que en julio de 2011, el Ministerio de Salud haya clausurado, por insalubres, 15 salas de operaciones del Hospital San Juan de Dios; ni de la saturación de los servicios de emergencias, ni de las presas de cirugías, ni de las citas a largo plazo. Acusan a los médicos de todo esto, pero exoneran a los verdaderos culpables que andan impunes y libres de culpa.
Desde 1995 la Unión Médica Nacional se pronunció ante unas denuncias de incumplimiento de horario de algunos médicos: que si incumplían con su excelsa labor, las autoridades los sancionaran, pero que no enlodaran a la gran mayoría del gremio.
No sé si don Albino “marca tarjeta”. Yo marqué tarjeta solo en los dos primeros años de mi carrera y doy fe de que trabajé igual con o sin marcar tarjeta. Cumplí mi tarea en los casi 38 años de servicio en los hospitales de Liberia, Nicoya y San Juan de Dios, y de la calidad de mi trabajo pueden dar fe mis superiores, entre los cuales incluyo a la Dra. Ileana Balmaceda, directora del Hospital San Juan de Dios durante mi gestión de jefe de Servicio de Anestesiología. En la actualidad estoy pensionado, pero ocasionalmente presto mis servicios gratuitos en el Hospital Blanco Cervantes en calidad de voluntario.
Como anestesiólogo, tampoco sé qué tipo de anestesia le dieron hace 30 años, que hoy se despierta oponiéndose a los logros de los sindicatos médicos por la Ley de Incentivos Médicos, oposición que tiene la renuencia, repulsa y renuncia de su agremiada Sra. Vivian González Vargas, presidenta de la seccional de ANEP Salud-Turrialba, quien dice que “con esta actitud, está tratando de provocar la división del movimiento sindical de nuestro país en momentos de crisis”.
Le sugiero a don Albino que busque otras causas que “defender”. Y a los sindicatos de profesionales en Ciencias Médicas les sugiero que no le hagan caso a don Albino, pero que defiendan su noble profesión.