Reportan inundaciones y deslaves causados por el fenómeno histórico
PUERTO VALLARTA, México — Unas horas después de tocar tierra en el oeste de México como la más poderosa tormenta jamás registrada que trajo lluvias y vientos ciclónicos, el huracán Patricia se degradó la noche del viernes a categoría 4, pero aún con potencial de generar importantes daños.
La tormenta entró en las costas mexicanas como categoría 5, lo más alto dentro de la escala Saffir-Simpson, aunque las autoridades mexicanas reportaban sólo algunas inundaciones y deslaves sin un registro de víctimas hasta ahora.
Las imágenes de televisión de algunas zonas de la costa del Pacífico mexicano mostraron árboles y postes derribados, así como calles inundadas. Milenio Televisión mostró escenas de carros y autobuses arrastrados por el agua en el estado occidental de Jalisco.
El presidente Enrique Peña Nieto dijo en un mensaje por televisión que los daños eran "menores a los correspondientes a un huracán de esta magnitud". Sin embargo, dijo que "la parte más peligrosa" aún está por verse una vez que entró a territorio mexicano y pidió a la población mantenerse en refugios.
El vórtice de Patricia tocó tierra en una zona relativamente poco poblada de la costa de Jalisco, cerca de la comunidad de Cuixmala, a más de 700 kilómetros al oeste de la ciudad de México.
La población más cercana al lugar al que llegó el huracán es la ciudad portuaria de Manzanillo, donde la televisión local mostró fuertes vientos que sacudían los árboles.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos señaló que la tormenta se había debilitado a categoría 4.
Llegó a presentar vientos de hasta 325 kilómetros por hora (200 millas por hora), pero después bajó a 215 kilómetros por hora (130 millas) y se localizaba a unos 75 kilómetros (50 millas) al sureste de Puerto Vallarta. El centro de huracanes espera que el sábado se convierta en una tormenta tropical.
Patricia avanzaba tierra adentro sobre una región montañosa donde se encuentran algunas pequeñas comunidades con riesgos de inundaciones y deslaves, pero también problemas de comunicación.
"Patricia ya en tierras mexicanas sigue avanzando y sigue siendo extremadamente peligroso", señaló el coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente, en su cuenta de Twitter.
Miles de personas, tanto mexicanos como turistas extranjeros, se resguardaron en cientos de refugios habilitados por el gobierno.
En un refugio de la Cruz Roja del balneario turístico de Puerto Vallarta, Wendi Mozingo y su familia, siete personas en total, se sentaban en círculo y trababan de comprender instrucciones en un idioma que no manejan. Uno de los niños se concentraba sobre un libro. En el resto, se nota la tensión. Manos que se frotan. Miradas intensas.
Son parte de las 88 personas que esperaban en el albergue la llegada del mayor huracán de la historia de México: ancianos en sillas de ruedas, niños que se recuestan sobre sus padres o en colchones en el suelo de la habitación, un lugar de techos altos donde cuatro ventiladores colgados del techo empujan el aire, pesado y húmedo para que las horas pesen algo menos.
De ser una tormenta tropical, Patricia pasó el jueves rápidamente a convertirse en un huracán. En un rango de 30 horas se convirtió en una tormenta categoría 5 que rompió el récord del mayor registrado en el continente americano, con una presión central de 880 milibares y vientos sostenidos de 325 kilómetros por hora (200 millas por hora), aunque las autoridades mexicanas aseguraron que alcanzó los 400 kilómetros por hora.
La fuerza de Patricia era comparable a la del tifón Haiyan, que hace dos años dejó más de 7,300 muertos o desaparecidos en Filipinas, según la Organización Mundial Meteorológica de Naciones Unidas.
En Puerto Vallarta, en el estado occidental de Jalisco, la gente reforzó las entradas de sus casas con sacos de arena y maderas en ventanas y puertas, mientras los hoteles retiraban sillas y cualquier otro objeto en la playa.
Camiones de bomberos y ambulancias recorrieron las calles de Puerto Vallarta con las sirenas encendidas para pedir que evacuaran la zona.
El secretario de Gobernación de México, Miguel Ángel Osorio, dijo en Radio Fórmula que las autoridades estaban especialmente preocupadas por la seguridad de las personas en Puerto Vallarta y en la localidad vecina de Bahía de Banderas, en el estado de Nayarit. Pero por la noche no había reportes de mayores daños en esas localidades.
Las autoridades declararon el estado de emergencia en decenas de localidades de los estados de Colima, Nayarit y Jalisco, incluidos Manzanillo y Puerto Vallarta. El gobernador de Colima ordenó el cierre de las escuelas el viernes.
El director de la Comisión Nacional de Agua de México, Roberto Ramírez, dijo que Patricia tiene fuerza suficiente para alzar automóviles, destruir viviendas que no estén construidas con cemento reforzado y arrastrar a las personas que se encuentren a la intemperie.
Ramírez dijo que la gente en mayor peligro será la que se encuentre en la costa, principalmente la del estado de Jalisco.
Según el secretario de Turismo Enrique de la Madrid cerca de 15,000 turistas se encontraban ayer en Nayarit, 60% nacionales y 40% extranjeros.
"Estimamos que antes de que llegue el huracán la mitad haya llegado a Guadalajara", dijo.
Enrique Ochoa, director General de la Comisión Federal de Electricidad, dijo que en la zona donde impactará el Huracán está programado el corte de electricidad desde las 4:00 de la tarde. La interrupción afectará a las zonas que van desde Puerto Vallarta a Manzanillo, en el estado de Colima, y se están estableciendo plantas de emergencia para que la electricidad ser restablecida tras el paso del huracán en lugares estratégicos como hospitales y clínicas y centros de distribución de agua.
Según el censo de 2010, en el estado de Jalisco viven 7.3 millones de personas, 255,000 de ellas en la ciudad de Puerto Vallarta. En el estado de Colima habitan 650,000 personas, y en la ciudad de Manzanillo, la que las autoridades prevén resulte más afectada, 161,000.
Uno de los huracanes más devastadores hasta ahora en México golpeó en 1959 en las costas de Colima y dejó al menos 1,500 muertos, según registros del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).