La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que
el coronavirus no es una pandemia aún, no obstante las últimas cifras de rápidos contagios y muertes en Irán, Corea del Sur e Italia han desarmado la confianza de los inversionistas mundiales que ahora se temen fuertes consecuencias económicas negativas.
El Dow Jones, el índice más volátil de la Bolsa de Nueva York, perdió 1,031.4 puntos al cierre de la Bolsa (-3.56%).
Es la tercera pérdida más fuerte en su historia en puntos (no en porcentaje) y con ella se eliminan las ganancias de lo que llevaba de año.
Todos los mercados en Asia empezaron la semana con fuertes pérdidas, desde Australia hasta India pasando por Taiwan. La ola de caídas y números negativos se extendió a Europa, donde se vivió la mayor caída de las Bolsas desde el referendum del Brexit.
Se han registrado 220 casos en Italia y cinco fallecimientos en una de las zonas claves desde el punto de vista económico del país.
En EEUU no hubo contención cuando el reloj marcó la hora de apertura. Todos los índices, cerraron con fuertes pérdidas. Además del Dow Jones, el Nasdaq cayó 335 puntos (-3.71%) y el S&P 500 se dejó 111.8 puntos, el equivalente a un 3.35% de caída lo cual también elimina las ganancias de todo 2020.
Los títulos de las empresas relacionadas con el turismo y viajes además de las tecnológicas son las que más perdieron en esta sesión.
El sector de los viajes es uno de los que más sufre con las cuarentenas y el temor a los desplazamientos y en el caso de las tecnológicas están haciendo frente a los parones de fábricas en China que son claves para sus productos.
El precio del petróleo también cae
El precio del petróleo también está a merced de las apuestas a la baja. El Brent cayó un 4.04% y el WTI, que es el barril que se comercializa en EEUU perdió un 4.29% para quedar a apenas dólar medio por encima de los $50 por barril.
El precio del petróleo es clave para la buena marcha del sector del fraking en EEUU porque los costos de operar las explotaciones del petróleo de esquisto, que ha permitido al país ser una potencia productora, son muy elevados y un precio bajo por barril compromete la rentabilidad de la producción.
El otro punto vital del mercado, la deuda pública, mostraba bien a las claras los síntomas febriles. El bono del Tesoro a 10 años registraba una rentabilidad del 1.37% cuando el viernes cerró a 1.47%.
Si ya estaba bajo el porcentaje de rentabilidad la semana pasada, lo ocurrido el lunes muestra cómo la deuda del estado se ha convertido en el lugar refugio de los inversores que salen del mercado de acciones.
La deuda, o bonos, se mueve al revés que las acciones: cuanta más demanda hay por su compra menos rentabilidad se paga por ella por parte del estado. El hecho de que haya caído su rentabilidad significa que muchas inversionistas están apostando por el valor seguro que es el Estado frente a la que se percibe como una mayor fragilidad de las empresas en momentos turbulentos como estos.
La caída del bono a 10 años, que informa de las tasas a largo plazo como los hipotecarios (que pueden seguir cayendo) es uno de los signos vitales más estudiados por parte de los economistas que ahora anticipan que el marzo la Reserva Federal podría tener motivos para bajar tasas de interés otra vez.