Si la respuesta es positiva, su tarjeta es parte de las 2.476.844 de tarjetas de crédito que hay en la economía costarricense, las cuales tienen en promedio un saldo de 440.000 colones por tarjeta y representan el 3.5% de la producción total del país. Las cifras son significativas como para preguntarse si debe reducir este endeudamiento o bien cómo hacerlo si está en los planes.
El análisis debe partir con que endeudarse no es malo. Tomar deudas es una fuente de recursos muy útil, tanto para las familias como para las empresas, pues les permite aumentar el consumo en bienes y servicios que de lo contrario sería difícil de tener, o bien, permite financiar proyectos de inversión que de otra manera serían inalcanzables. Pero, el problema se da cuando el endeudamiento se toma como una fuente de ingreso más para cubrir los gastos, lo cual caracteriza a gran cantidad de los deudores en tarjetas de crédito.
Existe una preocupación por el creciente endeudamiento en este producto. Según datos del Ministerio de Economía (MEIC), en el último quinquenio, la cantidad de tarjetas aumentó en un 60% y la deuda en términos reales en más del 50%. Además, la mayoría de costarricenses gasta más en colones, pagando en su mayoría tasas de financiamiento entre el 40% y el 50% de forma interanual, que pueden llegar inclusive al 65% en caso de mora.
Las tarjetas de crédito tienden a tener tasas de interés más altas respecto a otros productos, porque generalmente las entidades financieras asumen más riesgos al ofrecerlas, además de que es una línea de negocio que requiere un importante despliegue tecnológico y humano para operar con eficiencia y ofrece una serie de incentivos a los clientes. Pero, más que dejar de utilizarlas, lo recomendable es saber cómo y para que utilizarlas.
Aunque puedan existir muchas combinaciones, es recomendable que del salario o ingreso mensual que se tenga, un 50% de los gastos se dirijan a todas las necesidades básicas y que son impostergables mientras que un 20% debería estar dirigido al ahorro y el otro 30% puede ser utilizado para gastarlo en esas cosas que hacen que la vida tenga sentido.
Con esto, las tarjetas de crédito deben ser un mecanismo para financiar esos gastos básicos o personales que ya de por sí están cubiertos en el salario o ingresos principales que se tienen mes a mes, pero de lo contrario, se pueden convertir en problema difícil de resolver sino se planifican los gastos previamente. Además, el componente del ahorro dentro del presupuesto, no solo permite reducir el endeudamiento para otro tipo de proyectos de mayor plazo, sino que se puede utilizar como contingente en caso de gastos imprevistos, a los que muchas veces se termina usando la tarjeta y convirtiendo en una deuda de largo plazo.
Las tarjetas de crédito ciertamente tienen niveles de endeudamiento preocupantes, pero no por la magnitud, sino por el uso que le dan la mayoría de las personas y que puede mejorar con algunos cambios en la planificación financiera de todos los meses, que implica también una mayor disposición al ahorro y una priorización en los gastos.