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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Una calle que no debería dividir a un pueblo Lisbeth Quesada Tristán


Una calle que no debería dividir a un pueblo

Más de veinte días de huelga de hambre tienen los jóvenes  David Rojas y Andrés Guillén frente a la Casa Presidencial.  Hoy puede que uno de ellos tenga que retirarse por gravísima deshidratación. Han optado por un medio pacífico de protesta, válido en nuestra institucionalidad democrática. El manifestarse, en paz, sin afectar los derechos de terceras personas, ha sido usado por grandes personajes en la historia de la humanidad como Mahatma Gandhi, quien entró en huelga de hambre para detener  la violencia y los asesinatos entre hindúes y musulmanes y no fue sino hasta casi el borde  de la muerte, que se depusieron las armas y reinó la calma cuando entonces el Mahatma cedió en su llamado de atención.   Rechazo la lucha armada y predicaba la no violencia como medio para resistir al dominio británico. Pregonaba la total fidelidad a los dictados de la conciencia, llegando incluso a la lograr que la organización civil entendiera que la paz se logra con la aplicación mecanismos pacíficos. El mundo entero honra hoy su memoria, y lo recuerda con profunda admiración y respeto.
Hoy en nuestra pequeña  pero codiciada Costa Rica, éstos jóvenes en forma pacífica, sin levantar una mano contra nadie, sin elevar un insulto, sin violentar ninguna ley, sin detener o obstaculizar el tránsito, sin  aplicar el tortuguismo, sin amenazar, sin usar ningún medio violento o de presión que comprometa los derechos de otros, decidieron voluntariamente entrar en huelga de hambre, por conciencia, y en aras de que el pueblo reflexione que la riqueza natural y ambiental que existe en el país requiere su protección;  que hay prácticas económicas que ponen en riesgo su conservación y, que hay tipos de desarrollo que atentan la naturaleza, pero no cualquiera, sino la nuestra, la costarricense.
Recuerdo   sus  palabras,  señora Presidenta de la República,    el 2 de agosto pasado frente a la Basílica de Cartago, cuando nos hizo un llamado a todos y todas los costarricenses para emprender acciones en contra de los actos violentos que ocurren en el país, y que muchos la criticaron porque consideraba que exageraba. Yo  digo, que la Presidenta tiene razón porque incluso hay grupos que utilizan métodos violentos para presionar al gobierno, afectando derechos de la colectividad, con el fin de ser escuchados.
Pero que lamentable es recordar que a estos grupos, como fueron recientemente un sector de porteadores, que utilizaron el tortuguismo, que tuvieron enfrentamientos con la Fuerza Pública, se les abriera las puertas de la Casa Presidencial para ser atendidos por Ministros, e incluso, con usted señora Presidenta.  Es decir, ellos con esos mecanismos que entorpecen el quehacer de la sociedad lograron llamar la atención del gobierno.  Para ellos sí se corrió, sí se les invito a entrar y a cruzar la calle para el diálogo.
¿Qué necesitan estos jóvenes que están frente a nuestra Casa Presidencial para llamar la atención?          ¿Lanzar piedras? Me preocupa el mensaje que se está enviando al resto de los habitantes de este país,  cuando se asume esta huelga  de hambre con indiferencia, volviendo la cara para otro lado.
A pocos metros de su despacho, doña Laura, dos jóvenes siguen demostrando que la protesta pacífica es un mecanismo tico; que debe tener una respuesta; que necesita ser visibilizado; que requiere de su atención personal, que es un signo de falta de diálogo y que más bien, la violencia no debe ser justificada; que la paz, mostrada por estos dos jóvenes, está muy cerca de usted señora Presidenta.
No desperdicie la oportunidad de decirle al país: gracias a personas como David y Andrés, Costa Rica es un país de diálogo, de acercamiento de posiciones y no una nación que ignora a sus habitantes cuando utilizan mecanismo pacíficos de protesta. Usted tiene, doña Laura, la palabra a través de sus acciones. Es una forma de protesta, que usted tendría que avalar, porque no es violenta, porque no hay interés personal  de  ganancia de tierras o de dinero. Respetuosamente la invito a tan sólo cruzar la calle, esa calle que no debería dividir a los habitantes sino más bien acercarlos a dialogar. Saque unos minutos de su agenda para escuchar a estos jóvenes, invítelos a pasar a su despacho, reconozca su esfuerzo y estoy segura que verá  en sus miradas, y  escuchará en su discurso, el hambre y la sed de justicia.   Escuchará palabras de los sencillos de su pueblo. Pueblo que votó por usted, con  la esperanza de una Costa Rica más justa, menos violenta, más segura, y  creyendo que en su condición de  mujer, madre y esposa, sería mucho más fácil  el diálogo y  la entrada al corazón de la gobernante.
Doña Laura, los héroes no nacen, se hacen. David y Andrés recorren hoy, se reconozca o no, el mismo camino del Mahatma Gandhi.
De seguro, el país comprenderá una vez más, que las soluciones están en el diálogo, en el uso de métodos pacíficos y en un rechazo vehemente a la violencia como instrumento de protesta y manipulación.

Lisbeth Quesada Tristán
Ex Defensora de  los Habitantes de la República