Las importantes son la presidencia del Directorio Legislativo y los demás puestos que la acompañan; el posible “bajonazo” a la Alianza por Costa Rica a manos de los motorizados del PASE; la nueva amalgama del PLN con el PASE: PLASE (que, en verdad, para nada me place); y las dudas si un partido que arrastra entre sus diputados condenas y otras cosas feas tenga realmente la fibra ética para dirigir el Primer Poder de la República.
Pero eso no es lo esencial. Lo que más me preocupa es la intención de Liberación de copar la Comisión de Asuntos Hacendarios con abultada mayoría, suficiente para excluir la intromisión de otros partidos en la tramitación del presupuesto de la República y las leyes relacionadas con materia tributaria. Obviamente, no permitiría ninguna demarcación de otros representantes minoritarios. Y eso sería muy grave por dos razones esenciales.
La primera revela una intención que me desvela: no están dispuestos aceptar ningún recorte presupuestario como el planteado el año pasado, aunque se pueda justificar con buenas razones. Ahí entrarían, entre otros, las asesorías que tanto desasosiego han causado a la opinión pública. La otra es que el Gobierno tiró la toalla en materia fiscal y decidió pedir una tregua. En su nuevo plan “B” dijo que el déficit no superaría el 5% del PIB (de lo cual se infiere que tampoco estaría por debajo de ese porcentaje), que no despedirá a ningún servidor público, ni habría reforma del Estado. La fracción del PLN también lanzó la toalla, aunque asevere lo contrario, e igualmente desea una tregua. La tramitación del paquete le costó al Gobierno una fuerte baja en popularidad.
Si la oposición saliera hoy trasquilada del Congreso debería hacer un acto de contrición, pedir perdón por sus errores, y hacer el firme propósito de enmendar entuertos. Como bien dijo la periodista Vilma Ibarra, la Alianza hizo todo lo posible por fracasar. No supo atender las inquietudes legislativas de sus aliados (se los advertí en una ocasión) y todos percibimos con claridad que una tendencia del PAC se dedicó a fustigar sin cesar a los otros, al punto de insinuar que, en el fondo, no quería la unión. Faltó sinceridad. Esa actitud debe cesar de inmediato. Y tendrán que sentarse a redactar en conjunto una plataforma común para gobernar eventualmente, incluyendo una comprensiva propuesta fiscal y de desarrollo, y ofrecerla al país antes de que el Tribunal Electoral dé el pitazo de salida para la elección presidencial. Después, sería demasiado tarde.