Militares estadounidenses en territorio indígena. Foto Radio Ceiba.
Por Iván Herrera
Servindi, 16 de septiembre, 2013.- Indígenas bribri del municipio de Talamanca, en la provincia de Limón, al sur de Costa Rica, rechazaron la semana pasada el pedido que hizo su alcalde a la presidenta del país para que tropas norteamericanas del Comando Sur ingresen a sus tierras con fines de “ayuda humanitaria “.
Los líderes indígenas bribri rechazaron la solicitud pues la consideran injustificada y peligrosa para su integridad territorial.
Ello ocurrió luego que el Alcalde Municipal de Talamanca, Melvin Cordero remitiera una carta, en agosto, a la presidenta costarricense, Laura Chinchilla, pidiendo el ingreso de tropas del Comando Sur estadounidense para establecer un “puente aéreo humanitario” en la remota zona de la zona remota de Alto Telire.
Melvin Cordero exigió el puente aéreo para facilitar el acceso a la zona de instituciones estatales como la Caja Costarricense del Seguro Social, el Ministerio de Educación, el Instituto de Desarrollo Rural, el Consejo Nacional de la Producción, el Ministerio de Agricultura y la misma Municipalidad, aduciendo la necesidad de aliviar la “pobreza extrema” en la región.
Riesgosa intervención
En una entrevista radial, Leonardo Buitrago, dirigente indígena bribri, consideró que la presencia de tropas norteamericanas en sus tierras significaría un riesgo para la población indígena y su integridad territorial puesto que -afirma Buitrago- el Comando Sur ha despojado de sus territorios a indígenas de otros países.
Rechazó también la posible militarización de la región por tropas estadounidenses, sin consulta ni consentimiento previo. Por último, aseguró que en la zona en cuestión no existe la “extrema pobreza”, principal argumento del alcalde Melvin Cordero.
Por su parte, el campesino de Sixaola, Wilbert Gómez, miembro Frente en Defensa del Territorio, manifestó a un medio radial que la pretendida intervención no tiene justificación porque el mismo objetivo humanitario podría concretarse por las comunidades indígenas en coordinación con las instituciones estatales a cargo.
“El poder militar es utilizado para reprimir a los pueblos, y para imponer un poder sobre los pueblos, pero nosotros amamos la soberanía y la libertad; y creemos que nosotros mismos tenemos la capacidad para decidir lo que queremos”, afimó.
Misteriosos “misioneros” armados que no saben rezar
Un incidente que podría estar relacionado a la reciente solicitud de tropas norteamericanas es la misteriosa la incursión de “misioneros” armados a comunidades bribri de Talamanca, en las cercanías del Alto Cuén, denunciada por la organización Comunidades Ecológicas colegio de La Ceiba y Amigos de la Tierra (Coecoceiba).
En un comunicado, la organización informó que el pasado 30 de junio, un grupo de presuntos misioneros con uniforme militar, armas y “sofisticados equipos de montaña” aterrizó en un helicóptero sin identificación en las cercanías de Alto Cuén, comunidad indígena bribri del cantón de Talamanca.
“Según los testimonios de habitantes de Alto Cuen estas personas, pese a que se presenta como evangelistas, se comportaban de forma extraña y cargaban consigo equipo de montaña sofisticado; GPS; cámaras fotográficas; medidores de altitud; armas blancas y de fuego; así como equipo para hacer mediciones topográficas detectores de metales y radares”, afirmo la nota de Coecoceiba.
“Misioneros” en Talamanca (Imagen: Coecoceiba)
De acuerdo a la información, los presuntos misioneros se identificaron como Alejandro Cetrulo, Rodolfo Ortíz, Roque Revilla Candiotti, Isaias Romero Acuña, Travis Reid, Brian Bucek, Nual Richardson y Josh Hyatt.
Posteriormente se supo que se trató de un peruano, dos costarricenses, y cinco canadienses.
Los testimonios indígenas señalan que los supuestos predicadores evidenciaban tener entrenamiento militar y de supervivencia en montaña.
Asimismo, descartaron que fueran realmente misioneros pues no pudieron rezar oraciones cuando se lo pidieron.
A solicitud de los indígenas, se presentaron en la comunidad dos oficiales de la Fuerza Pública, quienes al allanar el campamento de los foráneos no los encontraron presentes pero decomisaron sus pasaportes y algunas armas, antes de retirarse.
Tras el retiro de los efectivos, los “misioneros” amenazaron violentamente a los nativos apuntándoles con armas de fuego, pidiendo que les devuelvan los equipos que la policía se llevó.
“Si vuelven los policías les dispararemos”, dijo uno de los hombres armados, sujetando un arma de grueso calibre, indican los testimonios.
Coecoceiba asegura que la región enfrenta un contexto de “policialización”, en referencia al control y presión que afronta la población indígena por agentes armados de aparatos estatales y empresas de seguridad privada, bajo el discurso de la lucha contra el narcotráfico.
El tenso contexto está marcado también por el aumento de las “presiones para la explotación minera y la construcción de hidroeléctricas dentro del Territorio Indígena, mientras se concreta el Plan Mesoamérica a través de la interconectividad con líneas de alta tensión que cruzan desde Panamá”, indicó el comunicado.
De igual modo, denunció también el aumento de la “criminalización de la protesta” que sería implantada oficialmente por el Estado y “medios de comunicación comerciales”. Así como la “impunidad” con la que se cubren atentados contra líderes de las comunidades y ambientalistas.
La organización denuncia el aumento de la presencia militar estadounidense, “provenientes de la Cuarta Flota”, que desembarca en el Puerto de Limón “con supuestas misiones humanitarias”, informó la organización.
Narcotráfico en Limón
La provincia de Limón es un lugar importante para el narcotráfico, como punto de paso para el Caribe. La falta de presencia policial es grande en la zona de Alto Telire, en Talamanca.
Hace dos décadas, Elto Telire afrontaron una etapa violenta de asesinatos y desapariciones cuando los cárteles mexicanos y colombianos empezaron a operar en la zona.
El Comando Sur
La rama militar del Gobierno estadounidense para cuidar sus intereses de seguridad, vigilancia e intervención en América Latina y El Caribe es el Comando Sur (Southcom).
Compuesto por un estimado de 24 mil solados y la recién activada IV Flota, el Comando Sur abarca en sus intervenciones a 31 países en la región.
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INFOPUNTUAL
Una nueva noticia preocupante en América Central despierta serios interrogantes. Estados Unidos decidió establecer una base militar en Costa Rica con una masiva presencia de efectivos y medios armados para combatir el narcotráfico. Se abre un escenario que puede complicar la estabilidad y la paz social de un país que cuenta con el menor grado de violencia en toda esa región. La presencia norteamericana podría ser el germen de reacciones inesperadas.
La justificación de tal medida es la visión de Estados Unidos de la necesidad de interrumpir el corredor del tráfico de cocaína de Colombia a Estados Unidos. La ubicación geográfica de Costa Rica permitiría actuar como una barrera de contención. En teoría los argumentos parecerían sensatos si el problema fuera uno cuya solución se alcanza bloqueando simplemente el camino de la droga. Sin embargo, la experiencia indica que el narcotráfico es como un curso de agua que siempre encuentra una vía alternativa. El combate al narcotráfico es bastante más complejo que simplemente edificar una represa. La presencia militar norteamericana puede abrir una caja de pandora en el único país de América Latina que, desde 1948, no tiene fuerzas armadas.
Estados Unidos ya cuenta con una presencia militar significativa en Panamá, sede del Comando Sur, y no logró a través de los años ese propósito. Nada permite pensar que agregar un nuevo eslabón en la cadena de control ampliará la efectividad de medidas que se mostraron, hasta el momento, ineficientes. La suma de bases militares ni la militarización de la lucha es la solución. Estados Unidos no puede ignorar ese dato.
El tema es grave por cuanto puede representar el quiebre de la estabilidad de Costa Rica que es en definitiva el único país de América Central que mantiene un grado razonable de institucionalidad democrática y violencia criminal acotada. Preservar esas condiciones y fortalecer esa capacidad es la mejor arma en defensa contra el narcotráfico y otros efectos del crimen organizado.
Militarizar a Costa Rica es un serio error político en particular si esa acción implica una presencia militar extranjera permanente aunque sea con consentimiento de las autoridades costarricenses. Es de esperar que Costa Rica no otorgue, como ocurrió en otros casos similares, un cheque en blanco que ponga en jaque su estabilidad social y la frágil armonía regional.
“El problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil”.