Atrás quedaron los buenos tiempos en que, al calor de los Juegos Centroamericanos, el candidato se exponía reiteradamente con Chinchilla ante cámaras y flashes . Pasó también el momento de entregar las llaves de San José a los presidentes de México y China, Enrique Peña Nieto y Xi Jinping, quienes visitaron el país invitados por la administración Chinchilla.
Conforme sobrevinieron los cuestionamientos públicos a las actuaciones del Gobierno, el candidato empezó a desmarcarse. Primero lo hizo con la fallida concesión de la carretera San José-San Ramón; luego habló de un “mal manejo” en el caso del polémico avión privado en que Chinchilla viajó a Perú y Venezuela ; y después criticó el proyecto de construcción de una nueva refinería en Limón en sociedad con una empresa china .
El lunes, incluso, dijo que, si gana los comicios del domingo 2 de febrero del 2014, evitaría incluir en su gabinete figuras de la administración Chinchilla, por considerar que sufren un “desgaste”.
¿Qué pasó con la lealtad política? “Por supuesto que hay lealtad hacia la presidenta y hacia un Gobierno liberacionista, pero la lealtad no significa ni incondicionalidad ni tampoco significa que nosotros perdamos la identidad propia y que no nos permita tener divergencias”, dice Álvarez Desanti.
El jefe de campaña sostuvo que no pueden avalar actos como el de la refinería o la trocha, pero sí ven con buenos ojos los esfuerzos hechos para la aprobación del tratado de armas en Naciones Unidas.
¿En un matrimonio donde solo están en las buenas y no en las malas? “No sería la figura de un matrimonio, sino más bien de una familia donde los diferentes miembros tienen actividades diferentes”.
Preocupan escándalos. Álvarez Desanti admitió que al PLN le preocupa el efecto que puedan provocar los escándalos que sufre este Gobierno, sobre todo por el nivel de descontento que se pueda generar en la ciudadanía. Pero se desmarca: “Aunque somos del mismo partido, no somos nosotros los que estamos gobernando”.
Carlos Roverssi, ministro de Comunicación, aseveró que el Gobierno recibe las críticas de Araya al mismo nivel que las críticas de cualquier ciudadano y que no generan preocupación alguna.
“Me parece que es el candidato de un partido y puede tener sus percepciones. Trataremos, como a cualquier otro costarricense, de darle explicaciones ante las dudas que pueda tener”, dijo Roverssi.