El mal tiempo que ha imperado en el país pasará factura superior a los ¢3 mil millones en pérdidas, solo en infraestructura.
Esa cifra no incluye la destrucción que aún yace bajo el agua que ha traído octubre, en el año más lluvioso desde 1944.
La principal región afectada es el Pacífico —especialmente Parrita, Quepos y Guanacaste—, donde las aguas ya alcanzaron niveles que hacen presumir a los ingenieros la necesidad de invertir varios miles de millones de colones para recuperar las vías y puentes.
Solamente en Guanacaste se reportan cierres y daños parciales en 19 vías.
“El paso hacia el norte del país a través de la Carretera Interamericana ha sido interrumpido y habilitado en varias ocasiones. La crecida de las aguas a la altura de Miramar nos obligó a desviar el tránsito pesado por una vía alterna; no obstante, a media tarde los ingenieros tuvieron que desplazarse hasta donde al parecer hay dos puentes que podrían estar colapsando; esto significaría que la comunicación hacia esa región quedaría interrumpida”, explicó David Meléndez, jefe de Prevención y Atención de Desastres del Ministerio de Transportes.
Sobre la Carretera Interamericana Norte, a la altura de Chomes, la maquinaria inició labores de limpieza en el sitio donde un derrumbe considerable cerró el paso por completo. La duda permanecía pues las versiones que se valoraban indicaban que podría haber tres automóviles bajo los escombros. Al cierre de edición aún se desconocía sobre la presunta existencia de los vehículos.
Aunque el Pacífico es el centro de atención, la zona de Los Santos ya reportó complicaciones que son valoradas.
El paso por 15 rutas que comunican los pueblos de esta región, desde Aserrí hasta el Cerro Buenavista, permanece interrumpido, como es el caso de las rutas que comunican San Gerardo de Dota y San Marcos de Tarrazú, origen del mejor café costarricense, y donde desde la semana pasada arrancó la recolección del grano.
Mientras tanto, para el sector productor la situación es doblemente complicada.
Hasta que las lluvias no cesen, no solo se ven imposibilitados de sacar sus productos para consumo local o exportación, sino que ni siquiera pueden darles mantenimiento a los campos.
En Parrita los propietarios de los terrenos que producen palma aceitera ya valoran sus pérdidas después de casi una semana de no aplicar agroquímicos que controlen plagas y enfermedades.
Los arrozales de la Zona Norte y Pacífico Central que han permanecido bajo el agua por cuatro días, obligarán a sus dueños a inyectar capital extra para recuperar las plantas y no perder su cosecha.
Asimismo, los ganaderos de Guanacaste continúan a la espera de que bajen los niveles del agua, para poder valorar cuánto han afectado el agua y el frío, a las cerca de 450 mil cabezas que se concentran en esas áreas.
“Con varios días de lluvia, aunque no se inunden los campos, el pasto no crece sino que se forman barriales y el animal no come; de igual manera la baja en las temperaturas hace que las reses prefieran mantenerse juntas y ni siquiera comen, y así se pierde peso en el ganado de carne y no hay producción de leche”, indicó Jorge Arturo Ruiz, presidente de la Corporación de Fomento Ganadero.
Aunque la previsión de los expertos es que las lluvias disminuirán hoy, ya los daños sobre productos como hortalizas, flores y follajes están hechos.
“Productores de vainicas, hortalizas y frijol nos han informado sobre las valoraciones que hacen de eventuales pérdidas; incluso en los cafetales donde ya hay grano maduro, las lluvias fuertes y constantes tiran la cosecha al piso”, puntualizó Guido Vargas, secretario general de la Unión de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios.