Científicos españoles en el Polo Sur ven desprenderse
14.000 kilómetros cuadrados de hielo de la placa
Wilkins
Madrid / Oviedo,
Agencias / Ch. N.
En los últimos cincuenta años, la península antártica ha experimentado el mayor aumento de temperatura registrado en el planeta: 0,5 grados centígrados por década, y el mundo científico ha ido viendo desgajarse inmensos bloques de hielo. En la zona más afectada, la plataforma Wilkins, al suroeste de la Antártida, el deshielo empezó a detectarse hace un año, con placas de 400 a 1.300 kilómetros cuadrados, desgajándose en miles de icebergs. Ayer, científicos españoles presenciaron un nuevo hito, un sector de 14.000 kilómetros cuadrados, un cincuenta por ciento más que la superficie de Asturias, que se fragmentó en dicha zona como consecuencia del calentamiento global.
Así lo explicó ayer el equipo de investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas que a bordo del buque de investigación oceanográfica «Hespérides» analiza en la placa Wilkins el impacto del colapso sobre el ecosistema del mar de Belinghausen.
El equipo científico, con el que España cierra su participación en el año polar internacional, ha presenciado también durante estos días cómo el frente de hielo del mar de Belinghausen retrocedía 550 kilómetros en dos semanas. Un espectáculo de dimensiones titánicas ante el que Carlos Duarte, uno de los coordinadores del proyecto en el que se enmarca esta expedición, se expresaba de forma dramática: «El año polar internacional que ahora se cierra, en marzo, ha visto, lamentablemente, la mayor pérdida de hielo documentada hasta el momento, tanto en el Ártico, donde se perdió una importantísima cantidad de hielo en 2007, como en la Antártida, donde estamos asistiendo a una pérdida dramática de hielo». «Todos los que hemos compartido estas experiencias, científicos y dotación de la Armada, estamos fuertemente impactados por lo que hemos visto en estos dos años».
Las consecuencias de este monumental deshielo se notarán en todo el planeta. Los rayos solares afectarán más al globo, incrementando así el calentamiento global, y el nivel del mar aumentará al fundirse los bloques desgajados. Aunque los icebergs resultantes del colapso de la placa de 14.000 kilómetros sólo se notarán en unos pocos milímetros en las costas de todo el planeta, el deshielo de la Antártida podría inundar Nueva York. Desde otro punto de vista, estos bloques estimulan el plancton y la vida animal en la Antártida.