Desde hace décadas, a los que tratamos de cambiar las cosas o luchamos contra el sistema, nos han tratado de encasillar en acciones con un falso pacifismo o una excesiva pasividad. La prensa le pregunta a los dirigentes si la acción de lucha se trata de una “marcha pacífica” y nos meten que no se debe ir más allá de caminar, llevar sol, hambre y escuchar discursos diciendo lo mismo y vacíos de soluciones.
Con todo eso, ya casi no queda Seguridad Social, presupuesto para la Educación, programas sociales, obras públicas y muchos otros compromisos establecidos en nuestra Constitución y las leyes. Son treinta años de neoliberalismo, pésimas decisiones en la economía, corrupción e ineptitud y todo envuelto en una nube de impunidad creada por un Poder Judicial, Fiscalía y Contraloría casi corruptos en su totalidad.
El 9 de octubre se programó otra marcha más en defensa del derecho a fotocopiar para estudiar y durante esta acción, un grupo de estudiantes se atrevió a desafiar el sistema y tomó el frente de la Asamblea Legislativa, haciendo a un lado la pasividad de la dirigencia. Al llegar la Guardia Civil, con sus garrotes, arrogancia y prepotencia; trataron de dominar la escena golpeando e intimidando desde el inicio, pero la respuesta fue contundente y fueron expulsados.
Esto indignó a los pacifistas y amantes de la figuración, provocando la negación de las acciones tomada por los que enfrentaron al Gobierno y presentándose como “héroes de la paz” y apóstoles de la inacción. Algunos hasta defendieron a los Policías y el “sagrado” recinto del congreso.
Son solo unos hipócritas y falsos dirigentes, que se escudan tras banderas blancas, mientras un puñado de corruptos se roba los dineros de los pobres. Mentirosos y cobardes que cierran sus ojos ante el deterioro de la CCSS, que tapan sus oídos para no escuchar el clamor de los ancianos que mueren de hambre en su miseria. Se esconden en sus oficinas para no ver la pobreza y tristeza de los niños que día a día no tienen qué comer, no pueden estudiar, ni una cama donde dormir decentemente.
Defensores de un sistema podrido y corrupto, donde solo los ricos comen, beben y viven en opulencia parándose encima de los pobres, arruinándolos cada día más, levantando condominios sobre sus tumbas. Y cuando aparecen los que quieren cambiar el sistema y buscan justicia, repartición y defender los derechos de todos; entonces esos falsos dirigentes se pasan a la acera de sus adversarios para no mezclarse con los que de verdad quieren cambiar las cosas. Sus partidos y organizaciones son solo sepulcros blanqueados, llenos de la misma podredumbre contra la que dicen luchar.
Los que tomaron la Asamblea Legislativa representan lo que defendieron nuestros abuelos en 1856. Ellos soñaban con una Costa Rica sin temor a nada ni nadie, donde se luchara contra la injusticia y la opresión. Donde el tirano terminara en una cárcel y las leyes y la justicia se aplicaran a todos por igual. Donde la salud y la educación fueran sagradas y respetadas por los gobernantes.
Si pudieran regresar, se vestirían de negro y tomarían en sus manos las piedras que fueran necesarias para expulsar a todos estos corruptos y cobardes de su Patria. Ese hogar por el que lucharon y defendieron. Esa Patria por la que murieron orgullosos de ser costarricenses.
Luis Alberto Salas Sarkís
Ced. 1-560-606