Desafiante protesta contra la iglesia
"Soy puta, soy ramera, me visto como quiera"
"Vamos a quemar la conferencia episcopal, vamos a quemar la conferencia por machista y patriarcal"
"Vamos a quemar la conferencia episcopal, vamos a quemar la conferencia por machista y patriarcal", cantaban a coro las manifestantes una tonadilla circense, mientras al interior de la Catedral se celebraba la misa matutina.
La Marcha de las Putas fue la respuesta que la feministas dieron a declaraciones de los obispos católicos el pasado 2 de agosto, que llamaron a las mujeres a vestir "con recato" y a "ejercer su creatividad en el ámbito hogareño".
"Lo que los curas querían decir es que las mujeres somos las culpables de los abusos, de las violaciones y de la violencia que se ejerce sobre nuestros cuerpos, es un discurso machista de la peor clase", manifestó una de las dirigentes feministas, Montserrat Sagot.
"El control sobre los cuerpos de las mujeres es uno de los mecanismos históricos de opresión patriarcal, se sostiene sobre el prejuicio sexista de que somos las mujeres las que provocamos la violencia física y sexual, ejercida por los hombres", expresa un manifiesto leído durante la concentración por las organizadoras.
"Nuestra integridad y nuestro cuerpo deben ser respetados, idependientemente de cómo nos vistamos", agrega el documento.
Las feministas hicieron también una excitativa al gobierno en el sentdio de que haga respetar los instrumentos internacionales adoptados para resguardar los derechos y la integridad de las mujeres, entre éstos la "Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, ratificado por Costa Rica en 1986.
También mencionaron la Convención interamericana praa prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, conocida también como "Convención de Belem do Pára", ratificada por nuestro país en 1995.
La Marcha de las Putas estuvo llena de colorido y expresiones del descontento hacia los conceptos de la jerarquía católica.
Una mujer con los pechos desnudos y de rodillas era sujetada con gruesas cadenas por un cura mientras devoraba rosarios, en una parodia del sometimiento a que la iglesia ha sometido siempre a las mujeres, según explicó una de las activistas.
Faldas muy cortas y escotes muy bajos proliferaron en la marcha, como una referencia gráfica a la idea de que "nos vestimos como nos da la gana" y "de que no es no, sin importar nuestra apariencia".