La predicción de terremotos ha sido hasta ahora el "santo grial" de los sismólogos. Ahora, científicos en Estados Unidos dicen que identificaron los cambios en la corteza de la Tierra que preceden -hasta por diez horas- a un terremoto.
Los científicos del Departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie lograron medir lo que llaman "cambios interesantes" en la velocidad de las ondas sísmicas que preceden a los sismos.
La investigación -dicen los científicos en la revista Nature- podría conducir al desarrollo de nuevos aparatos para predecir los movimientos telúricos.
Velocidad de ondas
Los investigadores llevaron a cabo durante dos meses un experimento en pozos de un kilómetro de profundidad en el Observatorio en Profundidad de la Falla de San Andrés (SAFOD) en Parkfield, California.
Esto les permitió medir las ondas sísmicas en la profundidad de la corteza terrestre, donde se originan los terremotos.
El Observatorio forma parte de un proyecto de US$20 millones, patrocinado por la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, para obtener información en el corazón mismo de la falla durante un terremoto.
Los investigadores utilizaron un sistema especialmente diseñado para generar y registrar ondas sísmicas antes, durante y después de terremotos.
Estudios en el laboratorio habían demostrado que la velocidad de las ondas sísmicas varía según el índice de tensión acumulada, debido al efecto en la apertura y clausura de las grietas en la corteza.
Por eso, en principio, los científicos pensaron que las mediciones de los cambios en la velocidad de las ondas debería constituir una especie de "estresómetro" que pudiera dar indicios sobre un terremoto inminente.
"Durante décadas hemos estado tratando de medir con precisión y continuidad estos cambios en la velocidad de las ondas", afirma Paul Silver, autor del estudio.
"Pero sólo hasta ahora, gracias a la tecnología más avanzada, ha sido posible obtener datos más precisos y confiables".
El observatorio subterráneo permite obtener información donde se originan los terremotos. |
En el experimento, los sismólogos midieron la velocidad de las ondas transversales y registraron cómo ésta variaba con el tiempo.
Al principio calibraron su "estresómetro" midiendo los cambios en la velocidad debidos a fuentes conocidas de estrés en la corteza, como la presión barométrica.
Los científicos descubrieron que la velocidad de las ondas sísmicas está afectada por los cambios en la presión barométrica, la medida de la fuerza que ejerce la atmósfera.
Y entre mayor la presión barométrica, más rápida la velocidad de las ondas.
Durante los dos meses del experimento ocurrieron dos terremotos.
Cuando ocurrió el mayor de éstos, un terremoto de magnitud 3, los científicos pudieron observar además una anomalía en la velocidad de las ondas que empezó 10,6 horas antes del evento.
"Pudimos observar que antes de que ocurriera el terremoto hubo un aumento en la densidad de microgrietas" dice Paul Silver.
"Y esto apoya los resultados de experimentos en el laboratorio que mostraron las mismas señales precursoras".
Los científicos planean ahora llevar a cabo una serie de experimentos para confirmar estos resultados y entender con más precisión en qué momento ocurren estas señales presísmicas.