Keylor, un portero de fe
Su brillante actuación en la Liga Española y el Mundial le llevaron al Madrid
Diez meses de brillante competición en la Liga y cuatro semanas deslumbrantes en el Mundial de Brasil han cambiado la vida del costarricense Keylor Navas, un portero convencido de sí mismo, confiado en que una oportunidad como titular bajo los palos era suficiente para recuperar su condición de héroe nacional y dejar atrás dos años de suplencia. Liga y cuatro semanas deslumbrantes en el Mundial de Brasil han cambiado la vida del costarricense Keylor Navas, un portero convencido de sí mismo, confiado en que una oportunidad como titular bajo los palos era suficiente para recuperar su condición de héroe nacional y dejar atrás dos años de suplencia.
Navas, nacido en Pérez Zeledón el 15 de diciembre de 1986, cuyo fichaje por el Real Madrid se confirmó ayer, quiso ser portero a pesar de que su padre, futbolista profesional en Costa Rica, le regañaba por coger el balón siempre con la mano y no dirigirlo con el pie. “Hasta que un día le chuté, la paró y vi que era muy bueno”, confesó su padre en una entrevista reciente.Su fe deportiva desde niño, según cuenta con esta anécdota su progenitor, se une a unas convicciones profundamente religiosas. Quizás así se entiende el convencimiento de un portero que desde que llegó al Levante en 2011 y hasta 2013 apenas disputó 31 partidos oficiales y vivió, siempre, a la sombra del uruguayo Gustavo Munua.
No fue fácil para Navas estar en un segundo plano después de una carrera fulgurante con el equipo más laureado en su país, el Deportivo Saprissa, ser capitán y titular con su selección y haber completado una destacada temporada en su estreno en el fútbol europeo con el Albacete en la Segunda división española.
Su cesión primero y traspaso después al Levante no alcanzó el medio millón de euros. Una cantidad que entonces parecía elevada para un portero suplente, pues el técnico Juan Ignacio Martínez nunca se decidió a colocar a Navas en la portería y prefirió confiar en Munua, con mucho peso en el vestuario y un óptimo rendimiento sobre el césped.
La salida de Munua en 2013 allanó el camino para Keylor, que vio en la llegada del entrenador Joaquín Caparrós una oportunidad única. Con él aterrizó en Valencia su preparador de porteros, Luis Llopis, quien se convirtió en inseparable para Keylor y una persona clave en su explosión deportiva.
La temporada pasada fue una exhibición de Navas jornada a jornada. El meta tico fue nombrado mejor portero de la competición por la LFP en algunos tramos y mantuvo durante todo el curso uno de los mejores promedios de paradas respecto a los lanzamientos que recibía. Su ascensión a lo más alto había empezado.
El Levante, entonces, se frotaba las manos con cada parada consciente de que tendría que venderlo en verano. El presidente del club valenciano, Francisco Catalán, tomó la firme decisión de no vender al jugador hasta que acabara su participación en el Mundial de Brasil.
La apuesta salió redonda: Keylor volvió a lucirse en cada partido y su mano detuvo un penalti histórico al griego Gekas que clasificó a Costa Rica para los cuartos de final del Mundial convirtiéndole en un héroe en su país. Además, el costarricense ganó tres veces el premio de mejor jugador del partido en los cinco que disputó su selección en el Mundial.
Desde ese momento, ya eran insuficientes las ofertas de Oporto y Atlético de Madrid, entre otros, por debajo de una cláusula que el Real Madrid sí que estaba dispuesto a pagar.
Keylor, que siempre brilló sobre el césped con el paréntesis de los dos años en el banquillo del Ciudad de Valencia, ha recuperado su estatus a base de fe, la misma que puede consagrarle como una referencia bajo los palos de la portería, posiblemente, más vigilada del mundo.
Valencia (España) /EFE
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