Manuel Antonio Pilo Obando no se había percatado. Se descuidó apenas unos segundos y para el minuto 109 del partido, su atención estaba concentrada en un bolígrafo y una hoja blanca con apuntes hechos a mano.
Volteó a ver el monitor que tenía al lado. No lo podía creer. El balón estaba adentro de las redes y el brumoso Andrés Lezcano corría también hacia el fondo de la portería. Tardó en confirmar la anotación con un tímido “gol”.
Revisó de nuevo la pantalla, al tiempo que tomaba aire porque, sí, Cartago acaba de devolverle el alma al cuerpo a él y a una afición que tiene 73 años sin ver al conjunto papero levantar la copa del campeón nacional.
“Goooooooool”, gritó Pilo a través del micrófono y durante nueve segundos. El narrador, quien había estado pegado a la silla como con chinches desde las 4 p. m., al fin se puso en pie luego de la anotación.
A Pilo, un brumoso de corazón que jugó un único partido como portero en la banca del Cartaginés, lo embargaban los nervios este sábado, pero no por el marcador. Luego de narrar más de 6.000 partidos, es testigo de que el futbol da más vueltas que la vida misma.
¿Que si podría ver por primera vez a Cartago campeón en sus casi 72 años? “Eso está difícil”, repetía esa tarde, antes de que el carro de Repretel llegara a recogerlo a su casa, en Santa Rosa de Heredia.
“Ya uno está acostumbrado. Quizá en el momento le va a doler a uno (que gane Heredia), pero ya después no. ¡Si yo he vivido muchas fases de Cartago!”.
Este sábado, el nerviosismo tenía otra razón: luego de un mes y cuatro días alejado de los micrófonos, sus peculiares frases volverían a encender el ánimo de la afición.
Más de 14.000 solicitudes circularon en Facebook la semana pasada para que fuera él quien narrara la hasta entonces posible victoria del Cartaginés.
“Me pone nervioso quedar bien en la narración. Esa es una cosa que jamás me esperaba. Me dejó prácticamente comprometido con la gente”, dijo. Por primera vez, sintió la necesidad de tomar una píldora relajante antes de la narración.
A las 7:51 p. m., su aún potente voz irrumpió en el micrófono con un “¡Buenas noches Costa Rica!”.
Su trabajo dependería de dos factores: una buena dosis de pasión, lo cual presume que le sobra y, en segundo lugar, el ambiente en el estadio. Eso fue lo que no le ayudó.
En Repretel acordaron romper la tradición de que Pilo cuente las incidencias desde el pitazo inicial. Esta vez, la consigna era que narrara el final del encuentro, “por si Cartago quedara campeón”. Sin embargo, Pilo reconoce que “a veces esas cábalas no resultan”.
Pasaban los minutos y su equipo no conseguía hacer disparos a marco. Este sábado, la bendición la tenían de su lado los florenses, quienes parecían estar cumpliendo el lema del “Yo CR30”.
Pilo se notaba pensativo, cabizbajo; con frecuencia se llevaba su mano derecha a la frente. “Desde que (José Villalobos) Chan se la peló (con la expulsión), yo vi que ahí Cartago no tenía nada que hacer”.
Afuera de la cabina, uno de sus compañeros de Repretel comentaba que ya no le veía el mismo vigor de antes al narrar los partidos.
Luego del gol, todo cambió. Tomó otro aliento, porque para ese momento, él y la afición cartaginesa recuperaban la esperanza.
“Entra con todo Lezcano para darle un nuevo oxígeno a este equipo brumoso”, narraba Pilo, quien no paraba de ver el cronómetro.
Llegaba el momento de los penales, la definición del todo por el todo, en la que un error sería el verdugo de los sueños de todo un pueblo.
Óscar Segura narraría los tiros de Heredia y Pilo los de los cartagineses. Cada uno celebraría de acuerdo al color de su corazón.
Para entonces, lo más cerca que había estado Obando de ver a su equipo campeón fue 44 años atrás.
“El que más me dio tristeza a mí fue el del 69. Había que ver ese Estadio Nacional, el viejo... En Cartago podían robar porque no había nadie, todo el mundo estaba en el estadio. Faltando un minuto, todo el mundo ya pensaba que era el campeonato. Cayó el gol y hasta ahí llegamos”, recordó en su casa, sin pensar que la historia se repetiría.
A Pilo le tocó anunciar el fallo del tirador Randall Alvarado: “Lo perdió. Bueno, arriba entonces en la ejecución el equipo herediano”, dijo con un tono bastante pausado.
Cinco tiros certeros de los florenses contra apenas cuatro de Cartago fusilaron el sueño de Pilo.
“¡Gooooooool! ¡Heredia campeón!”, gritaba Segura, quien ni siquiera había terminado de narrar el último penal cuando Pilo –en completo silencio– se había quitado el micrófono y había guardado sus papeles en el maletín.
Cuando terminó la transmisión, le pidió al chofer que lo llevara de regreso a su casa. No quiso hablar sobre la derrota, “y menos con ese resultado”, dijo.
A pasito lento, bajó las gradas del Rosabal Cordero, se tomó una fotografía con un emocionado seguidor del Herediano y se marchó.
Resignación. No había más para Manuel Antonio Pilo Obando.
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