viernes, 9 de enero de 2009

"Las montañas se movieron, ya nada será igual", dice sobreviviente

San José, (dpa) - "Aquí las montañas se movieron", "nada será igual y casi todo está en el suelo", dijo con voz entrecortada Manuel Cambronero, un residente de la comunidad rural de Cinchona, una zona devastada por el terremoto de 6,5 grados que el jueves sacudió el territorio costarricense. 

Cambronero se encontraba aún este viernes aislado en su comarca, a la espera de que brigadas de socorro llegaran en su auxilio. 

Por medio de un teléfono celular, llamó a una emisora local, a la que narró el drama que vivían familiares, amigos y vecinos de su comunidad. "Aquí hay que sacar a toda la gente", sólo destrozos hay, relató. 

Tomas de la televisión local confirmaron la palabras de este sobreviente. Largos tramos de la carretera que conduce a la capital con Sarapiquí, en el Atlántico, y que pasa por Vara Blanca, Cinchona, Cariblanco y San Miguel, pueblos castigados por el sismo, parecían cortados con navajas. 

"La carretera hay que construirla toda nueva", dijo el presidente ejecutivo del estatal Instituto Costarricense de Electricidad, Pedro Pablo Quirós, luego de hacer un sobrevuelo. 

Veinticuatro horas después del evento principal, el cual ha sido precedido por más de 2.000 réplicas, los reportes sobre muertos y desaparecidos son confusos. La misma Cruz Roja, cuyos zapadores tratan de llegar a pie a las zonas más afectadas, corrigió hoy las cifras. Se habló primero de cuatro muertos, luego de 14, y hay sospechas de otros 18. Todo es confuso. La zonas más afectadas, ubicadas en las faldas al noreste del volcán Poás, un coloso de 2.400 metros de altura, siguen aisladas. 

Unos 300 turistas, muchos de ellos extranjeros, seguían atrapados por deslizamientos en un hotel de montaña en la ruta hacia Cinchona, donde hay cientos de personas damnificadas. 

Vara Blanca, Cinchona, San Miguel, Cariblanco, entre otras, por estar cerca del volcán- el epicentro del sismo se ubicó a 10 kilómetros del macizo-, son comunidades de intenso tráfico turístico. 

Aunque estas comarcas son poco pobladas, y muchos de sus habitantes son peones agrícolas, a la vera de sus caminos se hallan restaurantes y puestos de comida y golosinas. 

"Ahora todo es drama", señaló un familiar de un habitante de Vara Blanca. La zona es cobijada por montañas casi impenetrables. Miles de turistas locales y extranjeros visitan las Cataratas de la Paz, una hermosa caída de tres saltos, que se mira entre los recovecos de la montaña. 

Siempre a lo lejos, se ve un enorme chorro blanco. Desde el jueves, parece chocolate lo que viene de la selva. Las vistas áreas muestran sectores de montaña casi como rebanados, a causa de la fuerza del terremoto. 

Cuando sobrevino la sacudida, decenas de personas apreciaban la belleza del lugar. Todos los que estaban en la zona, turistas, viajeros, comerciantes, lugareños, quedaron atrapados entre decenas de derrumbes. Este jueves al atardecer se observaban desde el aire pañuelos moverse y fogatas, tal improvisados S.O.S, para posibilitar los avistamientos. 

Otros sectores duramente castigados se encuentran localizados en la falta oeste del volcán, como Fraijanes, un lugar cargado de cultivos de fresas y duraznos, ganado lechero, quesos, y sitios turísticos. 

Dos niñas, que vendían golosinas, quedaron sepultadas allí el jueves por un derrumbe, al desencadenarse el terremoto. Poás, una pequeña ciudad ubicada también más allá del macizo, también es testigo crudo del embate de la naturaleza. 

Hacia Sarapiquí, el impacto ambiental, como consecuencia del sismo, es impresionante. El río Sarapiquí, por cuyas aguas se llega al fronterizo río San Juan, que pertenece a Nicaragua, se convirtió como por arte de magia, en un gigantesco cauce de barro, lodo, y troncos de enormes árboles. En sus márgenes sólo se observa tierra chocolate y peces muertos, dijo un residente de la zona afectada. 

Cientos de kilómetros de carreteras quedaron colapsadas en los sitios periféricos al epicentro, al igual que unos siete puentes. 

Por ahora, el paso al volcán, uno de los paseos dominicales más apreciados, y a las cataratas de la zona es imposible, Y seguro lo será por bastante tiempo. El luto se apoderó desde el jueves de esa coqueta región costarricense.


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