lunes, 9 de junio de 2008

Regresó Ottón Solís Por: Luis Paulino Vargas Solís (especial para ARGENPRESS.info)




Empecemos por lo positivo, intentando así establecer un puente de diálogo, en especial con ciertos sectores del PAC extremadamente sensibles frente a la crítica. Enfatizo, pues, que el discurso de Ottón Solís al reincorporarse a la vida política en Costa Rica, aporta propuestas que merecen ser reflexionadas con ánimo constructivo. Destaco algunas.

Elementos positivos

- El papel del Estado como mecanismo que complemente el mercado, lidere los procesos de desarrollo de la economía y regule los sectores o actividades estratégicas.

- El revigorizado papel que se sugiere darle a la pequeña empresa y, en general, al productor y empresario nacional.

- La revisión necesaria de las políticas sobre inversión extranjera.

- El interés por los problemas de la seguridad, el manejo de la basura y el ordenamiento urbano.

- El interés por la planificación del uso del territorio.

- Las ideas que proponen una relación más respetuosa con el medio ambiente.

- El fortalecimiento de la eficacia y capacidad de respuesta del Estado y sus instituciones, cosa que, en el caso de Solís, aporta cierta novedad, al reconocer que las personas que trabajan en el sector público también merecen respeto.

Con pocas excepciones, se trata de ideas que, desde tiempo atrás, han sido parte del discurso usual de Ottón Solís y el PAC. También son propuestas que marcan distancias respecto de los partidos oligárquico-neoliberales. Entre otras, esta es una de las razones por las que aún sigo insistiendo en que hay que hacer un esfuerzo de diálogo para la construcción de una amplia alianza que incluya al PAC.

También hay otras propuestas valiosas

Conviene, sin embargo, ubicar esto en su correcta dimensión: las propuestas de Solís y el PAC constituyen una especie de borrador que debemos poner a la par de los que muchas otras organizaciones e instancias sociales y políticas están proponiendo. En su conjunto, ese debería ser el material que alimente un gran proceso de debate respetuoso y diálogo abierto, como parte de un esfuerzo orientado a la construcción de una amplia, democrática y pluralista alianza, a la vez cívica y ciudadana cuanto también política y partidaria. Vengo hablando de esto desde hace muchos meses, y es mucho el análisis que he intentado aportar a favor de esta idea.

Pasados varios meses, más y más persuadido estoy en el sentido de que esa alianza es la única alternativa viable y realista para derrotar al neoliberalismo y sus inmensos aparatos de poder. Y, una vez más, enfatizo que, a mi juicio, esta alianza ha de incluir lo electoral -puesto que este es un espacio cultural y político de decisiva importancia en la realidad costarricense- pero ha de proyectarse mucho más allá de ese ámbito. Mucho más allá, por cierto, en una doble dimensión: en la dimensión cultural, socio-política y económica, y mucho más allá en el tiempo

¿Qué significa participación ciudadana?

Solís, sin embargo, no da señal alguna favorable a la apertura de un diálogo que propicie la construcción de esa amplia alianza. Situado en el contexto general de su discurso, esa omisión resulta entendible y coherente. En realidad, lo que nos está diciendo es una cosa: el PAC quiere ir solo a las elecciones, cree que podrá ganarlas solo y, además, está persuadido de que solo podrá gobernar.

Claro que Solís habla de diálogo y participación ciudadana. Pero todas sus propuestas en este sentido se resuelven como simples abstracciones y generalidades que evitan todo reconocimiento explícito al papel fundamental que corresponde a ese gran movimiento ciudadano organizado, el cual, en los últimos años, ha introducido en el paisaje soco-político de Costa Rica cambios de una envergadura simplemente formidable. A lo sumo se menciona, como de pasada, el papel de este vasto y pluralista movimiento en la gesta contra el TLC, pero de ahí en más, se la escamotea el papel central, sin duda insustituible, que le corresponde como agente de cambio en la Costa Rica de inicios del siglo XXI.

En este sentido, los planteamientos de don Ottón sobre participación ciudadana son tan imprecisos como aquellos que emite en relación con los derechos de las minorías. En este último caso, no identifica de qué minorías habla, ni específica a qué formas de discriminación se refiere e igualmente evita asumir ningún compromiso concreto. Tratándose de don Ottón, esto último no es novedoso y sus implicaciones prácticas son cosa de la que las minorías discriminadas por razones de orientación sexual pueden dar testimonio contundente. En relación con la participación ciudadana, sus propuestas son igualmente vaporosas, lo que hace temer que, puesto a emprender decisiones y acciones concretas, los resultados podrían resultar decepcionantes.

Un gravísimo error

La renuencia a reconocer la significación fundamental del movimiento ciudadano organizado en Costa Rica, como, en general, la negativa a dialogar y aliarse con otras fuerzas sociales y políticas, constituye, a mi juicio, un gravísimo error. En realidad, ello no toma en cuenta la aguda división social que fragmenta la sociedad costarricense actual ni el poder tremendo que concentra la oligarquía neoliberal, e igualmente omite reconocer el sesgo depredador y el autoritarismo que la caracterizan. De fondo hay, claramente, una visión política que, dicho condescendientemente, resulta muy simplista. Ello queda muy bien reflejado en la peculiar estrategia política que se propone, pletórica de gestos amables y gentiles requiebros, como si al frente no se tuviera una verdadera jauría de lobos hambrientos, dispuestos a engullirse -como, en efecto, lo están haciendo- todo el patrimonio histórico que han hecho de Costa Rica un lugar algo más decente y humano donde vivir.

La cosa provoca perplejidad, pero, sobre todo, da motivo para la preocupación. Es una suerte de escapismo que intenta desentenderse del siniestro historial de arbitrariedades que esta oligarquía acumula en su ya abultado palmarés, incluyendo numerosas violaciones a la Constitución Política, la ley y la institucionalidad democrática.

¿Hay aún tiempo para recapacitar?

Quizá sí, pero ello exige pragmatismo y humildad. Primero, reconocer que el PAC, no obstante ser el principal partido opuesto al neoliberalismo, sin embargo no posee, por si solo, la fuerza suficiente para derrotar a la oligarquía gobernante. Segundo, aún si pudiera ganar las elecciones de 2010, en todo caso no podrá llevar adelante su programa, en cuanto enfrentará el boicot sistemático que le aplicarán los poderes oligárquicos, frente a los cuales el PAC -la realidad lo ha demostrado- no tiene capacidad de respuesta. Tercero, el PAC no tiene ni la capacidad ni la legitimidad suficientes para convocar y movilizar, por sí solo, a las amplias fuerzas progresistas -ciudadanas y políticas- que hoy bullen en la realidad social de Costa Rica. Cuarto, solo una alianza -cívica y ciudadana y política y partidaria- podría reunir fuerzas y poder suficientes para enfrentar al neoliberalismo, tanto en el terreno electoral, como, asimismo, en todos los ámbitos -cultural, social, económico, educativo y, en general, político- de la realidad costarricense. Quinto, esta alianza no puede construirse si no es sobre la base del diálogo y el debate amplios y respetuosos.

Evidentemente, para llevar adelante este proceso tan complejo, lo primero que se necesita es querer hacerlo y tener la firme voluntad de llevar adelante los esfuerzos que ello demanda. A su vez, esto exige disposición a reconocer la validez e importancia del movimiento ciudadano organizado y las diversas instancias políticas existentes, y generosidad para posponer las propias ambiciones y aspiraciones.

¿Se dan estas condiciones en Ottón Solís y el PAC? No en este momento. Veremos si esto cambia, pero, en todo caso, bueno es poner las cosas en claro y sacar las conclusiones que corresponden. Entonces, y pidiendo disculpas por el lugar común, concluyo diciendo: que cada palo aguante su vela.

No hay comentarios: