El consumo de tabaco entre los colegiales de la Gran Área Metropolitana (GAM) bajó más de la tercera parte entre 2006 y 2013. Sin embargo, en esos mismos años el consumo de marihuana en esta población aumentó considerablemente.
Un estudio de la Clínica del Adolescente del Hospital Nacional de Niños (HNN), realizado con 3.373 colegiales, descubrió que la cifra de quienes han consumido marihuana subió del 1% en 1991 a un 10% en 2006. El año pasado el porcentaje fue de un 15%.
Del total de colegiales consultados, un 3% admitió combinar esta sustancia con la cocaína.
Los datos coinciden con el más reciente estudio del Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), el cual registra un consumo de marihuana del 14% en décimo año y de 13% en undécimo año.
“Es preocupante. Muchos jóvenes nos dan el pretexto de que la marihuana es natural y menos dañina que el tabaco. Lo cierto es que no podemos hablar de uso recreacional de marihuana antes de los 25 años. Un cerebro adolescente no está desarrollado del todo y su afectación a estas edades es mayor”, afirmó Alberto Morales, director de la Clínica del Adolescente.
Paula Picado, psicóloga del Centro de Adolescentes del IAFA, es de la misma opinión.
“Desde la primera ingesta ya hay alteración de neurotransmisores en el cerebro. Y entre más temprana es la edad de inicio es más grave porque el cerebro está menos desarrollado”, afirmó.
“En estos jóvenes vemos alteraciones en la memoria, concentración y atención limitada, y también se limitan tareas como planear, anticipar, prever y tomar decisiones”, añadió la psicóloga.
Morales y Picado explicaron que el cerebro adolescente está inmaduro. En esa etapa de la vida, todavía no se ha desarrollado del todo el lóbulo frontal, donde está la zona del juicio que da la capacidad de discernir entre bien y mal y medir las consecuencias de los actos.
Tabaco a la baja. El estudio mostró que solo el 9% de los colegiales fuma tabaco habitualmente. Esto contrasta con el 38% de quienes admitieron fumarlo hace siete años.
¿A qué se debe el cambio? La opinión de Morales y de Picado coincide en que la ley antitabaco tiene su peso, pues ahora es prohibido vender cigarrillos sueltos y hay más controles sobre su venta a los menores.
Morales insiste en que esto es parte de la realidad que viven los estudiantes costarricenses. Todo se debe a que el estudio no tomó en cuenta a los jóvenes que están fuera del sistema educativo, en los que los riesgos pueden ser mayores.
“El estar en un colegio es un factor protector en estos casos”, explicó el especialista.
La investigación de la Clínica del Adolescente también determinó que el 23% de los encuestados admitió haber llegado a un estado de embriaguez en los 30 días previos a la consulta.
Además, un 6% reconoció consumir otros estimulantes, como estupefacientes, drogas sintéticas y hongos alucinógenos.
De ellos, 11 experimentaron con heroína. “Fueron datos que no aparecieron en los estudios de 1991 y de 2006; a esto hay que ponerle atención”, advirtió Morales.
Para el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), el problema va más allá, pues los adolescentes son reclutados para la venta de drogas. Son jóvenes a quienes ofrecen primero droga a precio muy asequible y luego lo van subiendo, al punto de que terminan vendiendo droga para sostener su consumo.
Para Morales, sí hay políticas públicas que atienden a estos jóvenes, pero aún los recursos son insuficientes para llevarlas a cabo.