Pese a que hubo una histórica abstención de 3.1 millones de electores, 43.2% del total, el candidato del centroizquierdista Partido Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís, triunfó rotundamente en la segunda ronda presidencial en Costa Rica.
Fue una elección con características singulares, considerando que el ex alcalde capitalino Johnny Araya, quien había ganado el derecho a presentar su aspiración como candidato oficialista al resultar segundo en la primera ronda, abandonó sorpresivamente la campaña alegando falta de apoyo y dinero, al conocer que las encuestas vaticinaban una humillante derrota para él.
Sin embargo, como la legislación electoral de Costa Rica no admite la renuncia a la candidatura en tales circunstancias, el nombre y la fotografía de Araya aparecieron en las boletas de votación como candidato "fantasma", junto a las del sorprendente candidato opositor, Solís, quien finalmente obtuvo el 77.87% de los sufragios efectivos, superando por casi 30 mil votos el millón que él mismo se había propuesto como meta para sentirse realmente legitimado y "para que no haya duda de la voluntad de cambio".
La amplia victoria del profesor universitario de 55 años de edad, politólogo e historiador Luis Guillermo Solís, calificado al inicio de la campaña como "un desconocido de cálido trato que ganó simpatías en una población que cree cada vez menos en los políticos y clama por cambios tras décadas de bipartidismo y dos gobiernos consecutivos del Partido Liberación Nacional (PLN)", confirma la sostenida corriente latinoamericana hacia la izquierda, contra la "partidocracia" y la corrupción.
Solís había ganado, contra todos los pronósticos, en la primera vuelta el 2 de febrero último con un 30,6% de los votos pero sin alcanzar el 40% que la ley electoral costarricense exige para proclamar presidente al triunfador en esa ronda inicial. Araya, el candidato oficialista, obtuvo en aquella ocasión el 29,7% de los sufragios y por ello le correspondía disputar la victoria frente a Solís en la segunda vuelta.
Solís sustituirá en la presidencia a la primera mujer en la Presidencia de Costa Rica, Laura Chinchilla, cuyo gobierno califica como el más impopular de los últimos veinte años, deja al país con un déficit fiscal del 6%, una deuda interna que es del 60% del PIB y el triste primer lugar en América Latina en cuanto al crecimiento de la desigualdad en 2013.
Será la primera vez en más de medio siglo que llegue al poder en Costa Rica un partido no tradicional, ya que el PAC existe hace apenas 13 años para retar al bipartidismo . "No soy un político tradicional", había declarado Solís a la prensa. "El país no quiere otro político profesional porque los identifica con muchos de los abusos que se han cometido en la administración pública".
Luis Guillermo Solís militó en el socialdemócrata Partido Liberación Nacional (PLN), del que llegó a ser su secretario general. Sin embargo, renunció a ese partido en 2005 para unirse al PAC, que ahora lo postuló para la Presidencia que ha obtenido, acusando en carta pública a la dirigencia del PLN de estar en manos de una "cúpula oportunista y reaccionaria". Dijo entonces que ese partido había hecho un giro a la derecha e impulsaba el neoliberalismo, que socava los avances sociales que habían destacado a Costa Rica en Centroamérica.
Ha declarado que en su mandato dará prioridad a la ética en la función pública así como al combate a la pobreza, que en Costa Rica afecta alrededor de un 20% de sus casi cinco millones de habitantes.
"Queremos combatir de manera efectiva la pobreza, no sólo administrarla", ha dicho en clara alusión a su antiguo partido y ahora su rival, el PLN, "que se especializa en administrar la pobreza porque en las últimas décadas le ha dado rédito político a través del clientelismo".
Como es por primera vez que el PAC llegará al poder, ha dicho que uno de sus principales retos es ese, encabezar el primer gobierno de su partido y espera que esto sea una fortaleza y no una debilidad porque, al no haber gobernado antes, su partido cuenta con "márgenes de autonomía mayores" y puede "tomar decisiones sin estar constreñido por compromisos previos".
Ha comentado públicamente que los modelos que le parecen más interesantes en América Latina son el modelo chileno bajo la presidencia de Bachelet; el modelo uruguayo, bajo el presidente Mujica, y el de Brasil, guiado por el continuo Fernando Henrique-Lula-Dilma. Afirma que se siente atraído por una parte importante de la experiencia ecuatoriana, con Rafael Correa, e impresionado por los avances de Colombia con el presidente Santos.