Discurso de aceptación del triunfo
Elecciones Presidenciales 2010
Laura Chinchilla Miranda
Febrero 7, 2010
Buenas noches, amigos y amigas. Buenas noches, Costa Rica. (niños y niñas)
¡Este es un momento de alegría pero sobre todo de humildad y de agradecimiento.
Quiero agradecer al pueblo costarricense que hoy me ha dado el más preciado de sus bienes: su confianza.
No traicionaré esa confianza, porque tengo claro que no me ha sido dada como un regalo. Unicamente me ha sido prestada, como debe serlo en una democracia. Ahora me toca a mí justificar cada día esa confianza, actuando con rectitud, con responsabilidad, con absoluta independencia de criterio y con la mirada puesta exclusivamente en el interés de mi país.
Hoy el pueblo costarricense nos ha dado también otra lección de democracia y de madurez: agradece la buena obra del actual gobierno, agradece que el país esté caminando de nuevo y no admite que ese avance se detenga.
Quiero agradecer a nuestra gente del Partido Liberación Nacional, que acude una vez más a la convocatoria de la Patria, porque sabe que el estandarte de don Pepe Figueres sigue flameando, que no ha caído y que nunca caerá.
A ustedes, dirigentes liberacionistas, muchas gracias. Sin su entusiasmo, sin su disposición para salir a tocar cada puerta y corazón de nuestro pueblo, sin su valentía para decir con convicción que hay buena política, no estaríamos hoy celebrando este triunfo.
Pero este triunfo es de mucha gente más. Gente buena y comprometida que, en esta ocasión, cruzó las fronteras partidarias y encontró refugio en nuestro compromiso personal con la justicia social y con los más altos estándares éticos. A todos ellos, gracias por su apoyo.
Juntos hemos hecho una campaña de la que podemos sentirnos profundamente orgullosos: de gran contenido, con un mensaje de respeto y esperanza, con un compromiso absoluto con la transparencia y que a través de la cultura impregnó la política de alegría e ilusión en los Festivales Adelante.
Por esto último y por mucho más, quiero tambíen, dar las gracias a mis colaboradores más cercanos y a sus familias, que pusieron alma, vida y corazón en este triunfo. Simplemente no tengo cómo agradecerles su esfuerzo, su amistad y el apoyo que me han dado a lo largo de muchos años.
Quiero agradecer a todos mis contendores, quienes procuraron dar lo mejor de sí a lo largo de esta campaña. A pesar de nuestras diferencias, que son esenciales para el debate democrático, no tengo dudas de que los ha animado un profundo amor por Costa Rica y que quieren lo mejor para el país.
Quiero agradecer a quienes manejaron ejemplarmente este proceso electoral. Primero, a los magistrados y todo el personal del Tribunal Supremo de Elecciones, una institución que hoy demuestra una vez más que es un orgullo no sólo para Costa Rica sino para toda América Latina.
También merecen un homenaje todas las personas, sin importar su color político, que participaron como voluntarios, fiscales de mesa, guías y choferes.
todos los que se levantaron de madrugada y alistaron padrones, prepararon almuerzos, repartieron banderas y ayudaron a los votantes a encontrar sus mesas, ya fueran del partido propio o de uno ajeno. Nuestra democracia está en deuda con ustedes.
A los observadores extranjeros, que hoy, han logrado confirmar, el por qué Costa Rica es una de las democracias más sólidas del mundo, y que la vivimos, además, con alegría e intensidad.
Finalmente quiero expresar dos agradecimientos particularmente sentidos. Uno es para mi familia. Tengo la bendición de tener una familia extraordinaria sin cuyo apoyo incondicional yo no hubiera soportado las exigencias de esta travesía: gracias papá y mamá; gracias a todos mis hermanos; gracias, por encima de todo, a mi esposo y compañero Jose María y a mi hijo José María. Esta noche quiero agradecerles ante todo el país tanto amor a lo largo de toda una vida.
El otro agradecimiento es para las pioneras que han abierto la senda de la participación política de las mujeres en Costa Rica. Las que con su valentía y con su elocuencia obtuvieron para todas nosotras el derecho al sufragio hace más de sesenta años; las que abrigaron la causa de la igualdad de oportunidades para las mujeres, las que a fuerza de su talento y su devoción al trabajo duro, nos fueron dejando en herencia espacios a todas las mujeres en el gobierno, en la Asamblea Legislativa, en el Poder Judicial, en cada partido político; las que al día de hoy, trabajando dobles y triples jornadas, soñando mucho y durmiendo poco, como madres, como esposas, como trabajadoras, continúan superando barreras y haciendo más grande a Costa Rica. Todas ellas, y también los hombres que las han acompañado en esta causa, han hecho posible que una hija de este país pueda hoy ser Presidenta de la República.
Esta noche, no recibimos del pueblo costarricense un cheque en blanco para hacer cualquier cosa. Por el contrario, han sido depositadas sobre nuestros hombros obligaciones muy solemnes.
La primera de ellas es la de dialogar, seria y permanentemente, con todos los partidos y sectores sociales del país.
Mi gobierno tendrá las puertas abiertas para todos los costarricenses de buena fe. Eso requiere que escuchemos con atención la voz de quienes no estuvieron con nosotros en esta elección y les pidamos humildemente su ayuda. Requiere que entendamos que nadie en el país tiene el monopolio de la verdad, de la sensatez y de la moral. Pero también requiere que entendamos que si hemos de dialogar será para tomar decisiones, no para evitarlas o postergarlas.
La segunda obligación es cumplir con lo comprometido. Hoy el pueblo costarricense me ha dado un mandato.
Es decir, me ha impuesto el deber de hacer todo lo humanamente posible para lograr ciertas cosas.
Me ha dado un mandato para fortalecer la educación pública; para evitar que nuestros muchachos y muchachas abandonen los estudios; para garantizar la cobertura total de las becas escolares; para expandir la educación técnica-vocacional y hacer posible que cada centro educativo del país tenga acceso a las tecnologías de la información y la comunicación.
Me ha dado un mandato para fortalecer. la Caja Costarricense del Seguro Social con muchos más EBAIS, más especialistas, más cirugías vespertinas y menos listas de espera.
Me ha dado un mandato para desarrollar una red nacional de cuido, que le proporcione cariño, atención y mejores oportunidades a los niños y a los adultos mayores de este país.
Me ha dado un mandato para poner a la sostenibilidad ambiental en el centro de la política pública; para avanzar en el ordenamiento de nuestro territorio, el fortalecimiento de las áreas de conservación, el manejo responsable de las aguas, el desarrollo de energías limpias y progresar sin demora alguna hacia la meta de convertirnos en el primer país del mundo carbono neutral.
Me ha dado un mandato para impulsar el desarrollo de una economía basada en el conocimiento, mediante la incorporación de la ciencia y la tecnología en los procesos productivos y el incremento de la inversión en investigación y desarrollo. Para que desde el pequeño agricultor hasta los medianos y grandes empresarios produzcan más y mejor.
Para que, sobre la base de nuestras dos grandes fortalezas: la inteligencia de nuestra gente y la generosidad de nuestro medio ambiente hagamos de Costa Rica el primer país desarrollado de la América Latina.
Pero, sobre todo, me ha dado un mandato para vencer el temor en nuestras comunidades, devolver la tranquilidad a las familias costarricenses y proteger a quienes trabajan con honradez. Me ha sido entregado un mandato clarísimo para luchar con toda la firmeza y toda la inteligencia contra los delincuentes y narcotraficantes que hoy nos despojan de nuestras vidas, de nuestros bienes, de nuestra dignidad y de nuestra tranquilidad.
Ese es el mandato que he recibido del pueblo: el de dedicar lo mejor de mi esfuerzo a la tarea de construir una Costa Rica con cuido adecuado para la niñez, educación de buena calidad para la juventud, trabajo decente para las personas adultas, servicios dignos para los adultos mayores y para todos seguridad, seguridad y más seguridad.
Como ya se los he manifestado en otras ocasiones, a lo largo de esta travesía y especialmente en los momentos más difíciles, me movió siempre una Fe profunda en este pueblo y … en lo que ha sido capaz de construir. Los costarricenses acumulamos casi 200 años de una historia muy especial. De hermosos logros que han sorprendido al mundo y que nos enorgullecen de ser lo que hoy somos. De logros que hablan y exigen una vez más lo mejor de todas y todos los costarricenses. Me inspiró también, la certeza de que las páginas más hermosas de nuestra historia están aun por escribirse, y que han de ser escritas con la tinta de la esperanza y de la generosidad.
Hoy, gracias a la confianza de todos y todas ustedes, estamos escribiendo una de esas páginas, estamos haciendo historia.
A los dirigentes de mi partido, los líderes de la oposición, a los representantes de todos los sectores sociales, a los medios de comunicación y a todas y todos los costarricenses: los convoco desde hoy, con humildad pero también con sentido de urgencia, para que me ayuden a sacar adelante esta inmensa responsabilidad que hoy ha sido puesta en mis manos.
No les estoy pidiendo simplemente que le ayuden al futuro gobierno. Les estoy pidiendo algo mucho más importante. Les pido que asumamos entre todas y todos, con responsabilidad histórica, la tarea de asegurar que dentro de 20 y 50 y 100 años, los hijos y las hijas de esta bella nación, los que hoy corretean en nuestras escuelas y juegan en nuestros parques, y los que aún ni siquiera se agitan en el vientre de la patria, puedan seguir cantando, con el corazón henchido de orgullo, una canción que dice:
“Costa Rica es mi patria querida, la defiendo, la quiero, la adoro y por ella mi vida daría…”
Muchas gracias, y que Dios y la Virgencita de los Ángeles les bendiga.