Un dique sería el fin del Río San Juan
*El riesgo de un megaproyecto
Se encuentra en proceso de preparación la iniciativa de desarrollar el “proyecto hidroeléctrico Brito” que contempla la construcción de una presa sobre el río San Juan, en un sitio ubicado aguas arriba del Castillo, llamada Presa San Isidro, y otra sobre el río Brito llamada Miramar, que usaría como embalse de regulación el Gran Lago Cocibolca, para generar una potencia estimada de 250 MW. Descrito de esta forma, es posible que la perspectiva de incorporar esa nueva generación eléctrica a la red nacional entusiasme mucho a quienes conocemos la enorme necesidad de energía eléctrica que tiene Nicaragua, especialmente si para generarla no depende de petróleo. Este proyecto, concebido en las postrimerías del Gobierno de Somoza, ha nuevamente despertado el interés de empresarios que buscan motivar al Gobierno y lograr un buen negocio para sus constructoras. Otra vez, este fantasma nos espanta y amenaza con resucitar.
La idea es la de aprovechar el caudal del Río San Juan, calculado por el Consorcio IECO – LAHMEYER en 1977 en 480 – 500 m3s (metros cúbicos por segundo), con el Lago Cocibolca a la altura de 32 msnm (metros sobre el nivel del mar), en el Plan Maestro de Desarrollo Eléctrico de entonces. Se cortaría el flujo sobre el RSJ con una presa de concreto de 10 metros de altura y 400 m. de ancho, localizada aguas abajo de la desembocadura del río Sábalos, con un vertedero de cresta libre de 256 m. de largo a la elevación 33 msnm, en San Isidro cerca de la desembocadura del río Sábalos, para impedir su flujo natural hacia el Caribe, devolviendo estas aguas al Gran Lago, y descargarlas hacia el Pacífico, en el istmo de Rivas, en el área Rivas-Brito, afectando para ello una franja de tierra entre la desembocadura del Río Las Lajas y la del río Brito. Aquí se construiría un canal de aducción a lo largo de una distancia de 17.2 km con una capacidad de 600 m3s y dimensiones que varían de 40 a 100 m. de plantilla y profundidades del agua de 7 a 10 m., para conducir las aguas almacenadas del Lago de Nicaragua al embalse Miramar, construido sobre otra presa con longitud de 735 m. y a la cota 37 msnm, este embalse sería un regulador de 16 km2 y con un volumen de 160 Hm3 , para enviar el flujo a la planta eléctrica que tendría una capacidad instalada de 250 MW aprovechar el ansiado caudal de 500 m3s y finalmente por un canal se verterían las aguas turbinadas al Océano Pacífico, en sitio cercano a Punta Brito.
Estas cuentas, como en el cuento de “la lechera”, desafortunadamente se hacen sin contabilizar los severos impactos que tendría que asumir y pagar nuestro país, y que nuestra población y las autoridades nacionales al más alto nivel deben considerar:
Para comenzar, el caudal actual del RSJ es muy diferente al calculado en 1977. La cuenca hídrica 69 o de los Grandes Lagos, que incluye a los lagos Apanás, el Xolotlán, Cocibolca y el RSJ, entonces se encontraba en un estado de deforestación mucho menor, con mucha mejor infiltración y producción hídrica, y los efectos de la pérdida de cobertura forestal acumulada a lo largo de estos 33 años, a la tasa nacional promedio de 77 000 Hectáreas de bosques destruidos cada año, obliga a repensar cuál es realmente el caudal sostenible del RSJ a la salida del Cocibolca en San Carlos. No hablamos de años excepcionalmente lluviosos como el actual, sino de caudales sostenibles, especialmente en situación de sequía y eventos extremos que causan fluctuaciones asociadas al cambio climático global. Como esos 250MW dependen de los 500m3s calculados tres décadas atrás, quizá no se logre hoy sostener ni la mitad ni del agua, mucho menos generar ese volumen de electricidad. El ejemplo de lo que ha sido en realidad la generación hidroeléctrica de Apanás, comparado con las alegres promesas de su diseño, ilustra este mismo caso. ¡Vamos mal desde la entrada!
¿Cuáles serían los efectos posibles del dique o presa sobre el Río San Juan?
Aguas abajo de la muralla de 10 metros de altura, que sería construida en algún sitio cercano a la desembocadura del Río Sábalos antes de El Castillo para cortar el caudal del RSJ, el hilo de agua que quede solamente volverá a recuperar caudal navegable muchos kilómetros adelante (quizá 30km) hasta recibir las aguas de los grandes ríos costarricenses Sarapiquí y San Carlos. Con algo de humor negro, la ventaja será que a la altura de Las Crucitas no tendremos que preocuparnos por la contaminación de nuestro RSJ por la mina canadiense en territorio tico, porque no tendremos ya río en ese sector, solamente otro cauce intermitente.
Se habla de conservar un “caudal ecológico”, pero esto resulta contradictorio , ya que la mejor definición conocida para ese término es el caudal mínimo que se conserva en un río intervenido, que continúa haciendo posible TODAS las funciones (ecológica, transporte, etc) de dicho río previa modificación, especialmente la capacidad de conservar su diversidad biológica. Con la cortina, dique o presa prevista, la navegación no resultará posible para los lugareños o el turismo, aún con esclusas, innecesarias como veremos.
Los esfuerzos del Gobierno de Nicaragua de resolver el problema de navegación mediante la limpieza o dragado del Delta del RSJ, quedan convertidos en inútiles, ya que inevitablemente disminuirá al mínimo el flujo del río, porque el proyecto excluye entre otras opciones, el uso múltiple del RSJ. Uno de los estandartes del desarrollo turístico, la Ruta del Agua, llegará hasta el sitio de presa. Igualmente grave, el Gobierno que ha levantado dignamente nuestra bandera de Soberanía en el RSJ, no podrá impedir que esta soberanía quede fraccionada aguas abajo del sitio de la presa, relegando a la población nacional local a todavía un mayor aislamiento, y empujada cada vez más a buscar soluciones en la nación del sur.
En cuanto a la diversidad biológica, el tránsito de los peces más conspicuos e importantes se verá sumamente dañado. Hablamos de peces que migran desde el Caribe hasta el Cocibolca, como el Sábalo Real, el roncador, entre otros. Algunos tienen valor comercial turístico, muchos con valor alimentario, y otros con valor ecológico trascendente. Si este proyecto prospera, perderemos la esperanza que significa para la rehabilitación ecológica del Gran Lago Cocibolca (al restablecer con el dragado en el Delta del RSJ el libre tránsito de los depredadores principales), el regreso de nuestros dos peces sierra y el emblemático tiburón Carcharhinus leucas, impedidos desde hace cincuenta años de transitar libremente en el RSJ por la delictiva pesca selectiva en El Colorado, territorio tico y única actual salida del RSJ. Con la limpieza del canal obstruido –más de treinta kilómetros- del RSJ, ya nuestros tiburones podrían regresar al Gran Lago, a encargarse de odiosas tilapias, Hypostomus y otros animales indeseables que han prosperado en ausencia del depredador principal. Con el dique en Sábalos, esto ya no será posible, aunque mencionen una “escalera para peces”, que se construye para que truchas y salmones salven los obstáculos, lo que no funciona con la biología de estos peces, ¡ los tiburones no son salmones!. Además, un considerable trecho del río quedará con un hilo de agua, que aunque le llamen caudal ecológico, no lo será.
Estos serían solamente algunos de los impactos sobre nuestro RSJ, sin mencionar reubicación de poblaciones, posible inundación de territorio costarricense, cambios de uso de suelos, alteración de la dinámica comunitaria y otros costos humanos, destacando que no serían los únicos, porque también en el sitio de descarga de las aguas en el Pacífico hay otras consideraciones que hacer:
Sin duda, construir en el istmo de Rivas un canal de 17.2 km de largo desde orillas del Gran Lago Cocibolca hacia un lago artificial (Miramar) de 16 km2 , presas y canales del ancho del Río San Juan, otras obras que conduzcan el agua a la casa de máquinas y luego el agua turbinada hacia el mar, causará interferencias con la actividad principal del sector, el desarrollo turístico. Habrá muchos intereses públicos y privados que conciliar, sin duda tendremos muchos inversionistas y propietarios infelices por resultar afectados. En su momento, ellos externarán preocupaciones por sus intereses económicos; mi preocupación es el impacto que el gigantesco flujo de agua dulce desde el Gran Lago Cocibolca una vez descargada por las turbinas va causar sobre las condiciones naturales de las delicadas playas de Rivas, especialmente sobre el arrecife coralino más importante del Pacífico de Nicaragua, el Área Marino Costero “La Anciana” que se extiende desde Pie de Gigante hasta precisamente Punta Brito. El alto valor ecológico de esta zona está determinado por la presencia de una formación de arrecifes que mantienen conexión con los corredores de formaciones rocosas coralinas del litoral y con las áreas de conservación marinas establecidas en los refugios de vida silvestre La Flor y Chacocente, en los que al momento no tenemos idea de las consecuencias de cómo se afectará la reproducción de nuestras tortugas marinas.
Estos ecosistemas son de alto valor ecológico debido a que actúan como sitios de refugio y alimentación para muchas especies situadas en diferentes niveles de la red trófica. A pesar que la formaciones coralinas son extensas y se encuentran a lo largo de todo el litoral del Pacífico sur, estas carecen de grandes concentración en comparación con las formaciones del Caribe nicaragüense, con excepción notable de este sitio. La existencia de un sitio con características especiales en diversidad y abundancia llamado La Anciana, el cual es un conjunto de pequeños islotes a escasas 3 millas naúticas al sur de playa Gigante y unas 12 millas al norte de la bahía de San Juan del Sur, precisamente en el área de influencia de la descarga del enorme caudal turbinado del proyecto. La biodiversidad asociada a estos ecosistemas marinos se ha visto afectada en los últimos años reflejando una disminución drástica de las poblaciones de especies con valor económico, asociada a varios factores, tales como el aumento en la intensidad de pesca, el uso de artes de pesca insostenibles, el deterioro de áreas marinas con potencial de refugio para las especies y el deterioro de ecosistemas costeros como manglares que es donde pasan los primeros estadíos de su ciclo de vida la gran mayoría de las especies marinas. Resulta evidente que la disminución drástica de la salinidad por la mezcla con masiva cantidad de agua del Gran Lago descargada por las turbinas hidroeléctricas, afectará este Área Marino Costero “La Anciana” , el cual está en vías de ser declarada como área protegida, y así ayudar a corregir los problemas mencionados.
Epílogo: Si los elementos que he enunciado son razón suficiente para descalificar esta alternativa energética, o si resultan discutibles, entonces conviene recordar que la Ley General del Ambiente y Recursos Naturales se basa en el Principio Precautorio, con el cual no se necesita demostrar fehacientemente el riesgo que esta intervención produzca daños. Por otra parte, Nicaragua tiene un potencial eólico de 800 megavatios, de los cuales 150 megavatios se encuentran en Chontales y 650 megavatios en Rivas, de los que hasta ahora solamente ha logrado instalar solamente un 10% en Amayo. Esta forma de energía ha probado ser en el mundo entero y recientemente en nuestro país, una opción viable y compatible con otras opciones de desarrollo, sin la larga lista de impactos ya descrita.
¿Perderíamos nuestro Río San Juan, la rehabilitación ecológica del Gran Lago Cocibolca, y el Área Marino Costero “La Anciana” por unos dudosos megavatios que se pueden obtener sin esos costos de otra forma? Las bondades del proyecto -250MW aún por constatarse – son ampliamente desbordadas por los costos ambientales, sociales y económicos que causa, un precio demasiado alto para Nicaragua.
* Director Fundador CIRA-UNAN