"No entiendo, ¿la Cuarta Flota de EE.UU. sí puede llegar a América Latina y una flota rusa no?", dijo el presidente de Ecuador, Rafael Correa. "Si me preguntan, cualquier nación y cualquier flota que quiera puede visitarnos. Somos un país de puertas abiertas".
En casi todos los terrenos, EE.UU. sigue siendo la potencia extranjera con mayor presencia en América Latina, incluyendo el área de comercio, la cooperación militar y la dimensión de sus representaciones diplomáticas. Sin embargo, el poder de EE.UU. en la zona, que alguna vez consideró su patio trasero, se ha reducido quizá a sus menores niveles en décadas.
Mientras Washington concentraba su atención en el Medio Oriente, América Latina giró a la izquierda y otras potencias se afincaron en el área.
En tres años de elecciones presidenciales y hasta fines del 2007, los latinoamericanos escogieron principalmente a dirigentes de izquierda y sólo Colombia y El Salvador eligieron líderes proestadounidenses. En mayo, el reconocido Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU. declaró el fin de la era de hegemonía de Washington sobre las Américas. Y en septiembre, Bolivia y Venezuela expulsaron a los embajadores estadounidenses, acusándolos de complotar contra sus gobiernos.
Junto con una pérdida de espacio político ha llegado también un declive del poder económico.
La inversión directa de EE.UU. en América Latina descendió de 30 por ciento al 20 por ciento entre 1998 y el 2007, de acuerdo con estudios de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
EE.UU. todavía mantiene un comercio de unos $560,000 millones con Latinoamérica, pero otros países han penetrado la región. El comercio de China con América Latina saltó de $10,000 millones en el 2000 a $102,600 millones el año pasado, de acuerdo con Daniel Erikson, analista en Diálogo Interamericano.
"Se habrían podido hacer negocios similares con EE.UU. si hubiera estado dispuesta a compartir su tecnología", dijo Geraldo Cavagnari, de la Universidad de Campinas, cerca de Sao Paulo.
El mes pasado, el primer ministro ruso Vladimir Putin le ofreció a Chávez ayuda para el desarrollo de tecnología nuclear. La misma Colombia, el aliado más fiel de EE.UU. en Suramérica, no está limitando sus opciones. Chávez dijo que espera realizar maniobras navales conjuntas ruso-venezolanas tal vez a inicios de noviembre.
Tras expresar a principios de octubre su alarma por la llegada de naves rusas a aguas del Caribe, su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, emprendió un viaje a Moscú para discutir "mejores relaciones" militares.
Bolivia también está buscando profundizar sus lazos con Rusia e Irán, aunque aún debe llegar al país el embajador de la república islámica y el único anuncio de compras rusas es de cinco helicópteros para la defensa civil.
El embajador de Rusia en Bolivia, de donde fue expulsado el embajador de EE.UU., dijo que Moscú tiene todo el derecho de ayudar a América Latina a armarse.
Thomas Shannon, subsecretario de Estado para el hemisferio, declinó comentar directamente sobre si EE.UU. ha perdido o no su influencia en América Latina. Pero aseguró que no hay dudas de que Washington mantiene el mayor poderío militar en el Caribe y destacó que su país no tiene interés en revivir "la retórica de la Guerra Fría".
Shannon también subrayó que el monto de la asistencia estadounidense en la región llegará a unos $2,200 millones de en el 2009, para totalizar los $14,000 millones durante todo el gobierno de Bush.
No obstante, los críticos destacan que casi la mitad de esa ayuda es militar o antidrogas y que Washington otorga más dinero anualmente sólo a Israel. Incluso la asistencia de EE.UU.ha sido eclipsada por la chequera de Chávez, con entrega de ayudas y asistencia en petróleo.
Tales desembolsos han conquistado a algunos viejos amigos de EE.UU. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, dijo el mes pasado que tras hacer gestiones en vano ante Washington y el Banco Mundial, decidió aceptar de Chávez $300 millones en inversiones anuales para la agricultura y ayudar a combatir alzas de los alimentos.
Los amigos, dijo Zelaya, no ayudaron cuando lo pidió.
El presidente de Costa Rica, Oscar Arias, dijo que Venezuela le ofrece a América Latina cerca de cuatro o cinco veces más dinero que EE.UU. El actual perfil desdibujado de EE.UU. en América Latina contrasta con la imagen positiva que había en la región desde los años 30, en que se instauró la política del "buen vecino" del presidente Franklin Roosevelt. Entonces esa influencia se manifestaba en la cooperación y el comercio en vez de lo militar.
Ha habido grandes auxilios como los $20,000 millones que Washington entregó a México en 1994 para enfrentar una crisis económica por la devaluación del peso. Con EE.UU. encarando su propia crisis financiera, es poco probable que Washington consiga revitalizar su influencia en América Latina.
Dan Restrepo, asesor para América Latina del senador y candidato presidencial estadounidense por el Partido Demócrata Barack Obama, admitió que éste esencialmente propone un giro simbólico de estilo, creando un enviado especial de la Casa Blanca para la región.
"Barack no ve a EE.UU. como el salvador de América Latina, sino como un socio constructivo", dijo Restrepo.
El ex subsecretario Otto Reich, actualmente asesor senador del Partido Republicano John McCain, lo describe con mayor franqueza.
"No importa quién sea elegido en noviembre, no habrá dinero para América Latina", dijo.