El Presidente Luis Guillermo Solís no escuchó, al parecer porque no quiso, el discurso del golpista Temer, ahora “presidente golpista” de Brasil.
Una hipótesis pertinente es que no quiso avalar con su presencia, la vía francamente golpista que llevó a la Presidencia de Brasil al orador de turno.
Nadie medianamente informado puede dudar de que en Brasil se consumó un golpe de Estado contra la Presidenta Dilma Rousseff quien fue elegida por más de 54 millones de electores.
Un golpe de Estado es la interrupción del ejercicio de sus funciones a un Jefe de Estado y de gobierno, por vías ilegales. Esto es lo que ocurrió en Brasil. Aquí lo principal no fue el procedimiento sino la clarísima ausencia de un acto capaz de legitimar el proceso. A la Presidenta Roussef no se le comprobó la comisión de un delito ni una conducta impropia
El procedimiento es vicioso puesto que permite que una mayoría parlamentaria ponga fin al ejercicio de las funciones propias de Presidente de la República a quien le fueron señaladas por la voluntad mayoritaria del pueblo.
El principal promotor de la destitución de la Presidenta ya fue destituido de su función porque le fueron comprobados múltiples actos de corrupción. Este corrupto oficiaba de Presidente del congreso brasileño.
La Presidenta Dilma Roussef fue víctima de una coalición de políticos corruptos. Esta entente es la que actualmente gobierna en ese enorme país. Evidentemente esa mafia incluye al golpista Michel Temer.
La indiferencia política y, en general, sobre los demás procesos sociales, es hoy la fuente principal de las desgracias humanas provocadas por la explotación capitalista-imperialista. Cuando alguien rompe esa indiferencia es razón suficiente para sentirse optimista, aunque sea solo por unos minutos. Eso hizo el Presidente Solís cuando abandonó la silla de las Naciones Unidas para protestar por la presencia de un gobernante espurio. Si así fue, en buena hora.
El mismo camino anduvieron los representantes de Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela.
Las razones pueden ser diversas, pero el efecto el mismo. Eso es lo importante.
Los asustadizos diputados y periodistas pegaron el grito al cielo: ¿Qué pensarán los yanquis? Esta es una preocupación vergonzosa e indigna. Suman así la dependencia espiritual a la económica. Tienen miedo porque saben que la “ética” yanqui aplica una dicotomía muy sencilla, eres mi sirviente o mi enemigo. Son daltónicos políticos, incapaces de ver los medios tonos, por un lado están los rojos y por el otro los incoloros.
Para cualquier país es una desgracia ser gobernado por corruptos pero la desgracia es mayor cuando es gobernado por cobardes. El summum de los males es tener en la cúspide política a los que reúnen ambas condiciones: son corruptos y cobardes. He ahí a los vende patrias.
Especial atención merecen las “angustias” de los liberacionistas, puesto que su fundador, José Figueres Ferrer, se negó a participar en la X Conferencia Interamericana (OEA) como protesta contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Es cierto que protestó pero también lo es que volvió al redil.
Esa X conferencia se realizó en Caracas, en 1954, cuando ya Pérez Jiménez había sido declarado por una Asamblea Constituyente Presidente Constitucional para el periodo 1953-1958. No obstante haberse cumplido el formalismo jurídico, Figueres mantuvo su opinión, seguramente solicitada por su amigo Rómulo Betancourt.
Me parece oportuno señalar que en esa X Conferencia se diseñó el golpe de Estado contra el Gobierno Democrático de Jacobo Arbenz.
John Foster Dulles era entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos y socio de la United Fruit Co.
Llegó a Caracas, pronunció un discurso de apenas 10 minutos y el Ministerio de Colonias, decidió el derrocamiento del Gobierno Democrático de Guatemala.
Solamente el Canciller de la Dignidad, el guatemalteco Guillermo Torriello, votó contra las infames resoluciones de esa conferencia.
Se abrió para el pueblo guatemalteco un periodo trágico que no ha terminado.
Estarían los diputados liberacionista de hoy dispuesto a condenar a Figueres por su no asistencia a la X Conferencia Interamericana.
Revisen la historia.
Seguramente el señor Solís, como antes Figueres volverá al redil. Esta perspectiva no impide reconocer un acto valiente contra el dictador brasileño.
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