Hace unos pocos días publiqué un pequeño artículo con el título LOS RICOS LE HAN DECLARADO LA GUERRA A LOS TRABAJADORES.
No pocos lo leyeron con interés y lo agradezco. Otros lo utilizaron para atacarme y en alguno caso insultarme. Los insultos me tienen sin cuidado ya que la vida me ha enseñado que los que insultan reconocen su incapacidad para razonar. Así que esas palabras se las llevará el viento a no sé a qué basurero; habrá de existir uno para guardar las sinrazones.
A los otros, a los que piensan que no tengo razón, con el debido respeto, les doy aclaraciones, obviamente con la brevedad imprescindible en este medio.
La violencia social nunca se ha dado por iniciativa de los de abajo, siempre ha sido impuesta desde arriba. La respuesta de los explotados y oprimidos es una expresión de autodefensa.
Resulta que las clases dominantes, bajo cualquier régimen, no pueden prescindir de la explotación y de la opresión contra otros sectores de la sociedad. Esa es la razón incondicional de su existencia. El capitalista no podría existir sin explotar a los trabajadores y, por esa misma razón, no puede prescindir de las más diversas formas de opresión. Los explotados y los oprimidos son seres humanos conscientes que forman parte de una sociedad determinada. La situación de explotación y opresión los enfrenta a los explotadores y opresores, por muchas razones, pero principalmente por la injusta distribución de la nueva riqueza que nace del proceso del trabajo. El trabajo produce riqueza pero el productor recibe apenas una parte, el salario. El salario normalmente es absolutamente injusto; la parte mayor se la apropia el explotador, esta es la plusvalía. Este fenómeno es el principal generador de la lucha de clases. Este es el escenario de la injusticia que se expresa en la diferenciación social.
Los capitalistas no explotan solamente a los obreros, también a otros sectores de la sociedad, a los pobres en general, a los campesinos, a los pequeños empresarios y a los intelectuales asalariados.
La lucha de clases es un fenómeno histórico natural y no una creación artificiosa de nadie; aunque ha habido innumerables intentos, no han logrado demostrar lo contrario.
Marx y Engels, en las primeras líneas del Manifiesto Comunista, afirmaron que“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de las luchas de clases”. Esta afirmación es uno de los pilares fundamentales de la comprensión científica de los fenómenos sociales.
La lucha de clases y la violencia implicada son fenómenos que tienen una evolución esencial de la cual se desprenden fenómenos sociales diversos. A veces extraordinariamente originales.
En el mismo Manifiesto Comunista agregan: “Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, veladas una veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna…”
Como lo señalan Marx y Engels en determinados momentos de la historia la lucha de clases puede ser velada, pero siempre está presente.
También la historia de Nuestra América es la historia de diversas manifestaciones del enfrentamiento de la clase de los oprimidos frente a los opresores. No es posible en este “medio” ahondar en los enfrentamientos de clase en todos los países. Por eso invito a los lectores a examinar las grandes luchas de los pueblos ahogadas por la criminalidad de las dictaduras al servicio de las clases dominantes. También las mentiras y las agresiones contra los procesos de transformación social.
Me parece que sería fructífero un debate sobre la situación particular de la lucha de clases en nuestro país. Este examen si es detallado y serio confirmará lo dicho por Marx y Engels.
La lucha de clases desborda las fronteras nacionales cada vez con mayor violencia. Las guerras contra los pueblos, los bloqueos, las sanciones, etc. Son buenos ejemplos de la internacionalización de la lucha de clases. Por eso los propietarios de los grandes oligopolios sueñan con un “gobierno mundial”, cuyos dirigentes se reúnen todos los años en el “grupo de Bilderbeg”.
Las clases dominantes tienen vedado el ejercicio del derecho constitucional a la organización sindical para la mayoría de los trabajadores en las empresas privadas. Hacen un enorme esfuerzo para “privatizar” también la libertad espiritual de los trabajadores, atentas todos los días contra el derecho a decidir sobre cuestiones elementales de la vida privada de las personas.
El capitalismo es esencialmente un modo de producción violento. No reconoce el valor de la justicia social porque eso significaría renunciar a su esencia explotadora.
Escandalizan sobre las remuneraciones de los empleados públicos, pero se niegan a hacer públicas las “declaraciones de la renta” que, estamos seguros, pondrían en evidencia la elusión de los impuestos y a los verdaderos responsables de la “crisis fiscal”. Esto es solo un ejemplo.
El intercambio sobre este tema podría ayudar que muchos trabajadores lograran descubrir su propia realidad y ser conscientes de su propia situación en la sociedad y descubrir la profundidad del abismo que lo separa de un burguesía vendida y parasitaria.
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