El papa Francisco asegura que “Dios en la creación nos ha hecho libres” y que “no es posible una injerencia espiritual en la vida personal”, al resumir su discurso sobre los divorciados y los homosexuales.
En una entrevista de 27 páginas concedida al padre Antonio Spadaro y publicada hoy en la revista de los jesuitas “La Civiltá Cattolica”, el Pontífice también se refiere al papel de la mujer en la Iglesia y considera “necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva” en ella.
Respecto a los divorciados y homosexuales, señala que “hay que tener siempre en cuenta a la persona” y añade: “Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición”, por lo que hay acompañarlos “con misericordia”.
“Una vez un persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta “Dime, Dios cuando mira a una persona homosexual ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?”, cuenta como anécdota.
De la entrevista también se desprende la importancia que el Pontífice da al tema de las mujeres.
En su opinión, “es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia, temo la solución del ‘machismo con faldas’ porque la mujer tiene una estructura diferente al varón, Pero los discursos que oigo sobre la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista”.
“Las mujeres -subraya- están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La mujer es indispensable para la Iglesia”.
Sobre la Iglesia, dice que “es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad”.
Y, en un tono cercano y sencillo, el Papa se define como un pecador: “Soy un pecador en quien Dios ha puesto los ojos”.
“Jamás he sido de derechas”
El papa Francisco aseguró también que jamás ha sido de derechas y que tuvo un momento de crisis interior en el pasado.
“No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma automática de tomar decisiones la que me creó problemas”, afirma el Pontífice, entrevistado por el jesuita Antonio Spadaro en la revista “La Civiltá Cattolica”.
Se refiere también a su entrada en la Compañía de Jesús: “Me impresionaron tres cosas, su carácter misionero, la comunidad y la disciplina. Y esto es curioso porque yo soy un indisciplinado nato, nato, nato”.
Pero para él la comunidad fue esencial. “No me veía sacerdote solo: tengo necesidad de comunidad y lo deja claro el hecho de haberme quedado en Santa Marta”, su residencia en el Vaticano.
Y rememora la época en la que fue superior de los jesuitas: “Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista”.
Fue la forma autoritaria y rápida de tomar decisiones la que le ha “llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador”, señala.
A su juicio, la Compañía de Jesús “es una institución en tensión, siempre radicalmente en tensión. El jesuita es un descentrado, la Compañía en sí misma está descentrada: su centro es Cristo y su Iglesia”.
Advierte de que, si la Compañía se mira a sí misma demasiado, “corre peligro de sentirse segura y suficiente”.
Por otra parte, el Papa admite que tuvo “un momento de gran crisis interior” cuando estaba en Córdoba (Argentina).
También recuerda su época como arzobispo de Buenos Aires, en la que consultaba todo. “Esto me ha ayudado mucho a tomar mis decisiones”, asegura.
“Yo creo que consultar es muy importante. Los consistorios, los sínodos… Deseo consultas reales, no formales”, agrega.
Respecto al grupo creado en el Vaticano para el cambio de la curia, indica: “La consulta a los ocho cardenales, ese grupo consultivo externo, no es decisión solamente mía, sino que es fruto de los cardenales”.
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