La nueva presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla asume su cargo este sábado enfrentada a diversos desafíos, entre ellos uno al que atribuyó durante su campaña un lugar preferencial: la lucha contra la delincuencia organizada y el narcotráfico.
Chinchilla, una politóloga de 51 años, llega al gobierno en un escenario de creciente déficit fiscal, que podría superar el 5 por ciento del Producto Interior Bruto este año (más del doble del registrado hace cuatro años, cuando Óscar Arias asumió el poder).
Chinchilla, una politóloga de 51 años, llega al gobierno en un escenario de creciente déficit fiscal, que podría superar el 5 por ciento del Producto Interior Bruto este año (más del doble del registrado hace cuatro años, cuando Óscar Arias asumió el poder).
El índice de pobreza es del 18,5 por ciento y el de desempleo llegó a 7,8 por ciento.
En ese contexto deberá atender diversos desafíos, entre ellos una violencia atribuible, en gran medida, al narcotráfico.
El traspaso de poderes se celebrará al aire libre, en un escenario montado en el Parque de La Sabana, al oeste de la capital.
Al mediodía, Chinchilla recibirá la banda presidencial, en presencia, entre otras autoridades, de presidentes centroamericanos, de los mandatarios de Colombia y Ecuador, y del príncipe Felipe, de España.
Pero además está prevista una marcha de organizaciones sociales en protesta contra la privatización de los puertos, medidas de ajuste económico y un proyecto de minería de cielo abierto, autorizado por el gobierno anterior pero al que la nueva administración asegura oponerse.
Inseguridad
Hace tan solo tres meses, en vísperas de las elecciones presidenciales, Chinchilla aseguró que sus primeras medidas de gobierno estarían orientadas a la lucha contra la criminalidad y el narcotráfico.
"Esta es una pelea perdida, los narcos están ganando la guerra", le aseguró a la BBC el asesor en seguridad del gobierno de Costa Rica y ex viceministro de Gobernación, Álvaro Ramos.
El argumento es sencillo: "La producción mundial de cocaína pasó de 300 toneladas, en 1986, a unas 1.500 en la actualidad. Eso quiere decir que nos han ganado la batalla", enfatizó Ramos.
Existe en Centroamérica una impresión creciente de que la región es el terreno natural de expansión de los cárteles de la droga, asentados en sus dos extremos: México, al norte, y Colombia, al sur.
En opinión de los expertos, eso explica también el aumento de la violencia en el país.
"Estamos viendo un traslado de las operaciones de esos grupos mafiosos a la región. Es en Centroamérica donde se va a librar la última batalla contra las bandas criminales en América Latina", había asegurado Chinchilla a BBC Mundo durante la campaña.
"El disparador de violencia en la calle, que se incrementó en un 82 por ciento en el país, es el crack. Es algo atosigante. Todo el sistema está explotando y nos va a dar mayores dolores de cabeza", explicó, por su parte, Ramos.
El ex ministro defiende algún control del Estado sobre la producción y el consumo de drogas que permita quitarle a los narcotraficantes el dominio que hoy ejercen sobre ese mercado.
Desafíos
Se estima que más del 70 por ciento de la producción de cocaína pasa por Centroamérica. En Costa Rica, recuerda Ramos, se han encontrado bodegas de hasta tres toneladas de droga que circulan por la costa, sobre todo del Pacífico, pero también por carretera.
"Nos está afectando la velocidad del crecimiento de la violencia. El consumo de crack, que hace cinco años era sólo un problema en la capital, se ha extendido a todo el país", afirmó el asesor de seguridad del gobierno costarricense.
Hace tan solo unos meses la prensa mostraba las imágenes de diversas bodegas en una mansión enclavada en la Península de Osa, en la costa del Pacífico, cercana a la frontera con Panamá, utilizada por los narcotraficantes.
Las lanchas, provenientes de Colombia, ingresaban a un pequeño muelle, discretamente instalado entre manglares costeros.
En Costa Rica, las autoridades se sienten atrapadas por un conflicto que tiene sus orígenes fuera de sus fronteras pero que, cada vez más, amenaza su tranquilidad.
Ramos se refirió a los escenarios del narcotráfico y a los cambios ocurridos en el último lustro cuando los "megacarteles" de Pablo Escobar o de Rodríguez Gacha desaparecieron para ser sustituidos por lo que llamó de "baby carteles", "infinitamente más difíciles controlar".
"Esos baby carteles no tienen la capacidad de perder cargamentos grandes, de 1.500 kilos. Eso podría significar su ruina. Entonces, hace unos cinco años, empezaron a ceder terreno a los carteles mexicanos, que asumen el riesgo de embodegar, trasegar y distribuir la droga en Estados Unidos y Canadá", aseguró.
"Esto tiene un efecto devastador", afirmó Ramos. Disminuyó el trasiego en aviones grandes, como en la época de Amado Carrillo, conocido como el "Señor de los Cielos", pero eso fue sustituido por una serie de pequeñas entregas, de 300 o 400 kilos.
"Se atomizó el sistema. Eso es un dolor de cabeza para las autoridades. Los narcotraficantes operan en orillas de los ríos, en los manglares, como hemos visto en Costa Rica", agregó.
Costa Rica y Centroamérica
"Políticamente, estamos ante esa estrategia de Estados Unidos de defender a ultranza la frontera con México y eso ha obligado a las autoridades mexicanas a actuar, a enfrentar una guerra que ha dejado ya más de 20 mil muertos. Los centroamericanos quedamos en el centro, ante una estrategia contra la que no tenemos defensa y que nos puede destruir", estimó Ramos.
En Centroamérica, agregó, "tenemos una Guatemala que, en algunos aspectos, se parece a un Estado fallido. Algunos departamentos, algunos gobernadores y alcaldes se han proclamado casi independientes. Eso es instigado por el narcotráfico".
"En Honduras, parte del conflicto que hubo tiene que ver con la llegada masiva del narcotráfico, en conexión con Haití, operando con aviones pequeños", le aseguró Ramos a la BBC.
El éxito del nuevo gobierno en esa lucha depende de factores muy diversos, como lo señaló Ramos. "Fuimos desarmando el concepto de autoridad del Estado, en particular de aduanas, con la concepción de un comercio irrestricto, y eso nos llevó a la destrucción del control aduanero" que, en su opinión, es fundamental para el control del trasiego de la cocaína por la región.
En ese contexto deberá atender diversos desafíos, entre ellos una violencia atribuible, en gran medida, al narcotráfico.
El traspaso de poderes se celebrará al aire libre, en un escenario montado en el Parque de La Sabana, al oeste de la capital.
Al mediodía, Chinchilla recibirá la banda presidencial, en presencia, entre otras autoridades, de presidentes centroamericanos, de los mandatarios de Colombia y Ecuador, y del príncipe Felipe, de España.
Pero además está prevista una marcha de organizaciones sociales en protesta contra la privatización de los puertos, medidas de ajuste económico y un proyecto de minería de cielo abierto, autorizado por el gobierno anterior pero al que la nueva administración asegura oponerse.
Inseguridad
Hace tan solo tres meses, en vísperas de las elecciones presidenciales, Chinchilla aseguró que sus primeras medidas de gobierno estarían orientadas a la lucha contra la criminalidad y el narcotráfico.
"Esta es una pelea perdida, los narcos están ganando la guerra", le aseguró a la BBC el asesor en seguridad del gobierno de Costa Rica y ex viceministro de Gobernación, Álvaro Ramos.
El argumento es sencillo: "La producción mundial de cocaína pasó de 300 toneladas, en 1986, a unas 1.500 en la actualidad. Eso quiere decir que nos han ganado la batalla", enfatizó Ramos.
Existe en Centroamérica una impresión creciente de que la región es el terreno natural de expansión de los cárteles de la droga, asentados en sus dos extremos: México, al norte, y Colombia, al sur.
En opinión de los expertos, eso explica también el aumento de la violencia en el país.
"Estamos viendo un traslado de las operaciones de esos grupos mafiosos a la región. Es en Centroamérica donde se va a librar la última batalla contra las bandas criminales en América Latina", había asegurado Chinchilla a BBC Mundo durante la campaña.
"El disparador de violencia en la calle, que se incrementó en un 82 por ciento en el país, es el crack. Es algo atosigante. Todo el sistema está explotando y nos va a dar mayores dolores de cabeza", explicó, por su parte, Ramos.
El ex ministro defiende algún control del Estado sobre la producción y el consumo de drogas que permita quitarle a los narcotraficantes el dominio que hoy ejercen sobre ese mercado.
Desafíos
Se estima que más del 70 por ciento de la producción de cocaína pasa por Centroamérica. En Costa Rica, recuerda Ramos, se han encontrado bodegas de hasta tres toneladas de droga que circulan por la costa, sobre todo del Pacífico, pero también por carretera.
"Nos está afectando la velocidad del crecimiento de la violencia. El consumo de crack, que hace cinco años era sólo un problema en la capital, se ha extendido a todo el país", afirmó el asesor de seguridad del gobierno costarricense.
Hace tan solo unos meses la prensa mostraba las imágenes de diversas bodegas en una mansión enclavada en la Península de Osa, en la costa del Pacífico, cercana a la frontera con Panamá, utilizada por los narcotraficantes.
Las lanchas, provenientes de Colombia, ingresaban a un pequeño muelle, discretamente instalado entre manglares costeros.
En Costa Rica, las autoridades se sienten atrapadas por un conflicto que tiene sus orígenes fuera de sus fronteras pero que, cada vez más, amenaza su tranquilidad.
Ramos se refirió a los escenarios del narcotráfico y a los cambios ocurridos en el último lustro cuando los "megacarteles" de Pablo Escobar o de Rodríguez Gacha desaparecieron para ser sustituidos por lo que llamó de "baby carteles", "infinitamente más difíciles controlar".
"Esos baby carteles no tienen la capacidad de perder cargamentos grandes, de 1.500 kilos. Eso podría significar su ruina. Entonces, hace unos cinco años, empezaron a ceder terreno a los carteles mexicanos, que asumen el riesgo de embodegar, trasegar y distribuir la droga en Estados Unidos y Canadá", aseguró.
"Esto tiene un efecto devastador", afirmó Ramos. Disminuyó el trasiego en aviones grandes, como en la época de Amado Carrillo, conocido como el "Señor de los Cielos", pero eso fue sustituido por una serie de pequeñas entregas, de 300 o 400 kilos.
"Se atomizó el sistema. Eso es un dolor de cabeza para las autoridades. Los narcotraficantes operan en orillas de los ríos, en los manglares, como hemos visto en Costa Rica", agregó.
Costa Rica y Centroamérica
"Políticamente, estamos ante esa estrategia de Estados Unidos de defender a ultranza la frontera con México y eso ha obligado a las autoridades mexicanas a actuar, a enfrentar una guerra que ha dejado ya más de 20 mil muertos. Los centroamericanos quedamos en el centro, ante una estrategia contra la que no tenemos defensa y que nos puede destruir", estimó Ramos.
En Centroamérica, agregó, "tenemos una Guatemala que, en algunos aspectos, se parece a un Estado fallido. Algunos departamentos, algunos gobernadores y alcaldes se han proclamado casi independientes. Eso es instigado por el narcotráfico".
"En Honduras, parte del conflicto que hubo tiene que ver con la llegada masiva del narcotráfico, en conexión con Haití, operando con aviones pequeños", le aseguró Ramos a la BBC.
El éxito del nuevo gobierno en esa lucha depende de factores muy diversos, como lo señaló Ramos. "Fuimos desarmando el concepto de autoridad del Estado, en particular de aduanas, con la concepción de un comercio irrestricto, y eso nos llevó a la destrucción del control aduanero" que, en su opinión, es fundamental para el control del trasiego de la cocaína por la región.
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