lunes, 29 de septiembre de 2008


Sociólogo José Luis Vega Carballo

Analista estima que la democracia nacional es "indecente e ineficiente".

"Los Arias concentran demasiado
 del pastel nacional"

El sociólogo José Luis Vega Carballo considera que los grupos económicos más poderosos del país, que estuvieron unidos en un solo bloque para luchar por la aprobación del TLC con Estados Unidos, muestran pugnas entre sí debido a que los hermanos Óscar y Rodrigo Arias se están dejando un pedazo demasiado grande del "pastel" del los negocios nacionales. 
Vega estima que el presidente Óscar Arias, y su hermano, el Ministro de la Presidencia, Rodrigo Arias, han manejado el gobierno utilizando criterios del derecho privado y debido a su privilegio por estar en la función pública, tienen una "ventaja competitiva" frente a otros empresarios del sector privado. 
Este académico de amplia experiencia conversó con UNIVERSIDAD sobre la situación nacional, a casi un año del referendo en el que se aprobó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. 
A continuación, un resumen de la conversación realizada el 19 de setiembre en su residencia.

¿Cómo ve el país a casi un año después del referendo?

- Veo un desplome general, incluyendo al régimen de los Arias, en medio de una de las crisis más graves de las que he conocido como estudioso de la historia y como sociólogo, en la cual confluyen dos crisis gravísimas.

¿Cuáles son esas dos crisis?

-Una es la crisis del sistema político democrático, que en este momento es conducido y manipulado por una coalición de fuerzas desleales a la democracia, amparadas en el proyecto de una dictadura en democracia. 
Este proyecto es proclamado por el mismo Presidente de la República para supuestamente resolver la crisis de gobernabilidad, la cual no es más que el reflejo de la propia incapacidad del presidente y su equipo con el fin de resolver problemas acumulados durante los últimos 20 años y que permanecen sin solución, muchos de los cuales tienen que ver con la concentración del poder, las oportunidades y la desigualdad.  
Si a eso añadimos la omnipresencia de un sistema de corrupción planificada, estamos ante una democracia indecente, por una parte, y, por otro lado, ineficiente. 
Eso es sumamente grave porque nos pone al borde de una crisis de la legitimidad democrática. 
Aquí van a tener que ser otros sectores distintos a los que están en el poder los que resuelvan el conflicto político y ético que estamos enfrentando.

Pero, las personas podemos tener diferentes conceptos de democracia…

-Hay que hacer una diferencia entre la democracia como sistema político e institucional -que está en una crisis gravísima en manos de quienes ocupan las altas posiciones de las instituciones y la están socavando-, y lo que yo llamo la sociedad democrática, que está también en una encrucijada. 
Esta sociedad está golpeada por la no resolución de los problemas que le mencionaba anteriormente y porque estos últimos están socavando esta sociedad.  
O sea, la promesa de la democracia política es el desarrollo de una sociedad democrática.  
Cuando el poder, la riqueza y las oportunidades se concentran en los grupos gobernantes y, además, se pierde la sana diferenciación entre el poder político y el poder económico -absorbiendo el poder económico al poder político- bajo esas circunstancias esa promesa está fallando también. 
Por eso se justifica completamente que se luche en este momento no sólo en el plano político, sino en el plano del proyecto o modelo de la sociedad por la democracia como tal.

¿Por qué?

-Porque la democracia  formal o representativa fue una promesa ya cumplida por la primera generación de los liberales y también por la llamada generación del 48 o por el Partido Liberación Nacional (PLN) y todas las fuerzas que se aliaron con él.  
Pero más allá de esa democracia puramente formal y representativa estaba el proyecto de la sociedad democrática y, conforme esta llegara a un determinado punto, iba a ser necesaria la transición de una sociedad de democracia restringida a una de democracia ampliada y participativa. 
Este es un proyecto que al menos en los escritos del Partido Acción Ciudadana (PAC) aparece como una justificación de su presencia histórica y social, aunque el PAC lo ha dejado de lado, pues ha circunscrito su accionar dentro de los mecanismos de una representatividad democrática insuficiente, obsoleta, manoseada y manipulada por los que están al frente del proyecto de la dictadura en democracia del presidente Arias.

¿Qué salida ve a estas crisis?

-En general, las dos se van a agravar muchísimo como resultado del impacto de lo que es una mayor, porque Costa Rica está incluida en una crisis de carácter sistémico y global donde lo que está en juego es el final del modelo de sociedad capitalista como tal.  
Si la humanidad continúa como va, impulsada por las políticas de la globalización neoliberal, está en peligro la destrucción del planeta. 
Es un conflicto terrible de sostenibilidad ambiental y, al mismo tiempo, vamos a enfrentar uno de viabilidad socioeconómica porque no va a ser posible, para ninguna de las sociedades existentes, sobrevivir en las circunstancias de polarización entre centros y periferias.

¿Cómo se da esta polarización?

-Esta polarización de centros y periferias es lo que hace inviable el sistema, tanto a escala internacional, donde tenemos centros y periferias ya reconocidas, como al interior del país y eso es lo que no se ha entendido todavía: que el mismo país es insostenible. 
Realmente no veo una salida por canales normales, e incluso constitucionales, a esta crisis.  
Creo que el país va a tener que enfrentar decisiones que definitivamente lo van a obligar a rebasar muchos de los límites de la lucha política convencional o electoral, porque las fuerzas que entran  en conflicto más allá del referendo, son muy antagónicas e irreconciliables. 
Hay problemas de valores, éticos e ideológicos de fondo, casi insuperables entre estas distintas fuerzas políticas y yo veo que va a ser difícil también resolverlos dentro del marco de la actual Constitución Política y del marco jurídico que incluye a esa constitución y a las demás leyes del país. 
¿Por qué?

-Porque el sistema de la dictadura en democracia funciona bajo el principio del abuso de la ley, o lo que don José Miguel Corrales llama el fraude de la ley, que es una aplicación espuria de la ley.

Los grupos de poder económicos o las élites que dominan el país también parecen haber entrado en crisis. Grupos que en el pasado fueron "amigos" ahora se lanzan dardos en los medios de comunicación, entre ellos y también contra el Gobierno. ¿Por qué sucede esto?

-El temido matrimonio entre el poder económico y político ha avanzado muchísimo, ha rebasado límites tolerables dentro de la democracia.  
Lo que llamamos democracia realmente es una plutodemocracia, donde los intereses de los grupos de poder económico dominan en el escenario político marginando completamente a las demás fuerzas.  
Ese es un primer fenómeno que plantea un gravísimo problema, porque uno de los requisitos fundamentales de la democracia es la separación entre las dos esferas del poder: la esfera del manejo político y la del manejo económico. 
La corrupción surge cuando en la esfera del poder público deja de predominar el interés público y de las grandes mayorías sociales y predominan los intereses privados y de los negocios empresariales. 
Incluso, parte de la crisis que tenemos en el campo jurídico político es realmente porque quienes están en el poder, lo manejan con criterios del derecho privado.

¿Cómo afecta esto a los grupos empresariales o de poder económico?

-Ha habido una superconcentración de los poderes en manos de lo que yo llamo una nueva oligarquía de carácter exportador, comercial y financiero voraz, que no responde a los intereses nacionales sino que es una especie de intermediario entre las grandes transnacionales y los centros hegemónicos del poder capitalista. 
Alrededor de la lucha contra el TLC se formó una coalición nunca antes vista, un alineamiento completo de los distintos sectores de esa neoligarquía alrededor del movimiento del "Sí" al TLC. 
Algo muy importante es que a esa coalición se unió el poder mediático de los grandes medios de comunicación, que fue utilizado a fondo en una verdadera guerra psicológica y propagandística para poder ganar el referendo, saltándose por supuesto toda la legalidad. 
Esa alineación de fuerzas tampoco la habíamos visto en esa magnitud en el pasado en el país y es parte de esa polarización que abarca el plano nacional y que también es muy parecida en el plano internacional.

Pero, ¿por qué esas fuerzas que estuvieron unidas en esa lucha ahora están peleando entre sí y contra el Gobierno?

-Es importante analizar que no son grupos ligados al movimiento del "No" los que han provocado esta crisis en el régimen de los Arias. 
Al fraccionarse la coalición del "Sí",  va a ser muy difícil una salida de consenso a la crisis global, aunque fuera aplicando mecanismos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), sobre todo porque los excedentes a repartir en los negocios públicos y privados van a disminuir y entones, la lucha por estos excedentes se va a agudizar.

¿Algo así como un reparto de ganancias?

-Es el reparto del botín: tanto el del presupuesto nacional como del botín que se produce con los beneficios de los negocios privados, que en este momento van para abajo. 
Por supuesto, que eso no significa el final de la coalición, ni una crisis propiamente orgánica del dominio de esa neoligarquía. 
Creo que se trata de una circunstancia coyuntural pasajera, incluso uno podría decir que dentro de esa coalición del "Sí" había sectores leales a la democracia que están muy alarmados por los elementos desleales a la democracia que se han profundizado. 
Hay que investigar más a fondo esas fracturas en la gran coalición neoligárquica, aunque son fracturas totalmente posibles.

Pero, ¿por qué se dan estas diferencias entre las élites?

-Yo veo que el Grupo Nación y los aliados de ese grupo, que es uno de los grupos financieros más fuertes del país, han visto también como una amenaza la participación de los hermanos Arias y de sus aliados en una gran cantidad de negocios privados ante los cuales el hecho de estar al frente de la cosa pública les da una enorme ventaja "competitiva" que los demás grupos comienzan a resentir. 
Es decir, que es demasiado del pastel lo que los Arias están concentrando en este momento y esos otros grupos podrían reaccionar en contra.

En este contexto, tras la aprobación del TLC, ¿qué papel juegan las transnacionales como nuevos actores que invertirán directamente en el país en áreas como las telecomunicaciones?

- Dentro de esas fuerzas externas hay que incluir a los grupos corporativos centroamericanos que son un gran aliado del grupo de los Arias y de otros grupos. 
Esa gran afluencia de capitales, que podríamos en general llamarlos transnacionales o externos, ha implicado la desaparición de muchísimos de los grandes capitales que llamábamos nacionales o familiares en el país.  
Incluso, antes del TLC, muchos de los capitalistas nacionales habían comenzado a vender sus empresas previendo, precisamente, el hecho claro de que sería imposible competir con esos grandes capitales internacionales y entonces lo mejor era volverse intermediario de ese capital vendiendo algunos servicios de carácter político, financiero o, en algunos casos, publicitario.

¿Significa eso un cambio en la oligarquía del país?

-Esa neoligarquía ha dejado de comportarse como la vieja oligarquía, que respondía a intereses nacionales y controlaba el aparato productivo nacional, y se ha vuelto improductiva, yo diría que superflua, en la medida en que funciona fundamentalmente en una situación de subordinación a los grupos e intereses transnacionales.  
Hemos visto el papel del Gobierno, de los integrantes más importantes de la coalición, esforzándose hasta lo indecible por ampliar los márgenes de beneficios de las grandes compañías transnacionales en contra de los intereses nacionales, incluso, de los intereses de algunos sectores de medianos y pequeños capitalistas o productores, que están condenados a desaparecer.

¿Usted ve alguna salida?

-No veo qué otra salida de la crisis hay que no sea enredarse más en los mecates de los organismos internacionales de esas redes financieras de las grandes corporaciones.  
Lo que cabe es lo que podríamos llamar la "desconexión" del país respecto de estos intereses y de esas redes, pero eso será una historia para los próximos meses o años porque, en estos momentos, estamos en la condición de un protectorado económico de los Estados Unidos,  al cual se va a agregar también un sistema de protectorado favorable a la Unión Europea respondiendo, en general, a los mismos intereses del capital transnacional.

Entonces, ¿hablamos de un escenario multilateral?

-No veo un proyecto norteamericano, ni un proyecto europeo ni uno japonés separados, es decir , lo que hay es una triada imperial dominada hegemónicamente por los Estados Unidos y alrededor del G-8. 
La lucha en Costa Rica no va ser por salvar al país o a los capitalistas nacionales de esa triada, sino que para poder salvar al país, hay que participar en una lucha internacional contra ese tipo de complejo que es, además, militar. 
La prueba es que posiblemente estamos ya en un escenario previsto por el filósofo alemán Hegel, quien en 1830, previó una posible guerra entre Estados Unidos y sus aliados contra América Latina ante la posibilidad de que ésta juegue un papel propio y autónomo en el concierto internacional.

Y, ¿tendremos los latinoamericanos una opción?

-En este momento la opción es entre barbarie o un sistema económico contrario al capitalismo que yo propongo abierta y directamente que sea el socialismo con una versión nueva, legitimada por las distintas formas de democracia, en todos los campos, no solo en el político.

¿Es viable esta propuesta en Costa Rica?

-Yo veo mucha reticencia de las fuerzas internas, incluso de los partidos que se llaman de izquierda, de plantear directamente la necesidad de evolucionar lo más rápidamente posible y luchar por una forma nueva de socialismo como una salida superior, incluso, más favorable para la humanidad de las crisis que enfrentamos. 
Seguir por el mismo camino que llevamos, volver con Óscar Arias a aplicar las recetas del FMI del BM, con las que se palió la crisis de los 80, lo que va a hacer es agudizar aún más la situación y polarizar más esto.

¿Y en qué papel se ubica el movimiento social?

-Ante eso, el movimiento social se muestra muy débil. Es muy curioso que la respuesta al régimen que lo ha tambaleado haya venido de las filas de la coalición del "Sí", no de los comités patrióticos, ni de los sindicatos, tampoco de los partidos políticos que se llaman de oposición, porque no hay oposición realmente. 
Aquí la oposición que podría haber tenido más efectos es una que fue descarrilada con el referendo y era la que venía ganando la lucha en las calles. 
Al ser transferida esta oposición al campo del referendo sufrió un revés táctico y estratégico, del cual no se ha podido recuperar.

Y, ¿cómo se presenta la lucha electoral de cara a las elecciones del 2010?

-Yo espero que la oposición se recupere, pero no en función de lo que ofrece la lucha electoral con miras al 2010.  
Creo que además de lo que ahí se pueda hacer, que no es mucho para poder enfrentarse a la descomunal maquinaria política y a la propaganda de la coalición, hay que levantar un poder social y a la vez político nuevo que es el podría hacer realmente la tarea de resolver esas dos crisis que tenemos. 
La esperanza en el plano electoral es baja, porque hay más de un 60% de ciudadanos inscritos en el padrón que rechazan a los partidos políticos actuales.  
Yo me pregunto, ¿cómo quieren hacer una coalición puramente de partidos políticos? 
No podría ser una puramente electoral en los términos que establece el código. Tendría que ser una abierta a todo ese sector de sociedad civil que no está inscrita ni respaldando a ningún partido político. 
Eso podría lograrse mediante algún tipo de convención nacional semejante a una que se hizo allá por 1940 para elegir a Otilio Ulate, con un padrón especial y en circunstancias en que no solamente podría haber candidatos a los puestos elegibles por los partidos políticos, sino también por organizaciones de la misma sociedad civil incluidas las universidades, por ejemplo. 
Eso sería vital para poder aglutinar las fuerzas sociales y políticas que se necesitan, no solamente para desplazar al arismo del poder y al sistema de la dictadura en democracia, sino para abrirse hacia un sistema de vida distinto.

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