sábado, 9 de agosto de 2008

¿Por qué ni Rusia ni Georgia pueden ganar esta guerra?



Occidente no debe ignorar el penúltimo choque armado entre Rusia y Georgia y pensar que es sólo otra guerra regional. Este conflicto puede alterar la relación de Rusia con el mundo libre y enterrar el único experimento democrático en el Cáucaso.


HISTORIA
Años de separatismo regional que han cultivado un odio balcánico.

El Kremlin de Putin se pasó ocho años tejiendo una operación muy calculada de encendido apoyo a las dos regiones separatistas de Georgia, Abjasia y Osetia del Sur. A la defensiva, Tiflis declaró ilegales las aventuras nacionalistas de las dos regiones y amenazó con mantener unida a la República aunque fuera bajo la opción militar. El problema es que Georgia tiene un Ejército que es una marioneta en manos del de Moscú, especialmente en poderío aéreo. Putin dio la nacionalidad rusa a los ciudadanos de las dos regiones que lo quisieran y bloqueó todo intento por «georgianizar» los territorios. La mecha, especialmente en esta región caucásica, está encencida desde hace bastantes años.

ALIADOS
Tiflis mira a Estados Unidos y Reino Unido para frenar a la bota rusa.

La debilidad militar y estratégica de Georgia sólo puede ser superada por un buen par de aliados internacionales. EE UU y Reino Unido ayudaron decisivamente a que el presidente Shaakashvili coronara en 2003 una de las últimas sublevaciones populares contra los restos del poder de Moscú en la zona. Hoy, con los carros de combate en marcha, Shaakashvili sólo puede mirar a Washington y Londres para que le hagan diplomacia externa y asistencia militar si la cosa se pone fea estilo Chechenia. No tiene recursos propios.

OTAN
Georgia es un país clave en la ampliación de la alianza militar.

En la última cumbre Atlántica Bush intentó forzar a los aliados europeos para que aceptaran a Georgia como nuevo miembro. Como siempre, los países europeos frenaron la maniobra para no cabrear al Kremlin, que había proferido todo tipo de amenazas porque consideran inaceptable que la organización que derrotó al Pacto de Varsovia se le instale en sus propias fronteras.

RESULTADO
Gane quien gane la batalla en curso, todos pierden en la región.

Si Georgia reimpone su soberanía en Osetia del Sur y Abjasia, Rusia sufriría un duro golpe a su influencia política sobre lo que fue su patio trasero. Eso no lo quiere ni EE UU. Si Rusia consigue la victoria militar, la democracia que Shaakashvili ha comenzado a implantar en esta zona ajena a las libertades personales y políticas será historia. Esto no tiene final feliz.

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