jueves, 28 de agosto de 2008

La felicidad, la fórmula para vivir más años.

Ver el vaso medio lleno favorece la longevidad y la superación de enfermedades. Y es que tener una actitud positiva frente a la vida proporciona grandes beneficios para la salud, aunque todavía se desconocen los mecanismos exactos por los cuales se establece esta relación.

Una posible teoría es que las personas optimistas sufren menos estrés y por lo tanto, tienen un sistema inmune más fuerte y producen menos radicales libres, principales causantes del envejecimiento.

Además, está demostrado que la felicidad previene las cardiopatías, ya que reduce la ansiedad, la hipertensión y riesgo de infarto de miocardio reduciendo los niveles de cortisol y otros marcadores de riesgo cardiovascular. Asimismo, la posibilidad de coger un resfriado es menor para los optimistas, ya que su organismo se encuentra más fortalecido.

Sin embargo, según algunos estudios recientes, la felicidad alarga la vida de las personas sanas y no de las enfermas de gravedad, aunque sí puede ayudar a estas últimas a sobrellevar su afección. Tampoco ayuda plenamente a las personas con depresión crónica, debido a que padecen mucho estrés, no llevan una vida sana y no suelen seguir los tratamientos.

No hay que olvidar tampoco, que la genética juega un papel fundamental a la hora de decidir quiénes son las personas más propensas a sonreír a la vida, según un estudio de la Universidad de Edimburgo y el Instituto para la Investigación Médica de Queensland en Australia realizados con gemelos. Otros factores relacionados con la felicidad del individuo son el estilo de vida, la profesión y las relaciones sociales del mismo. Una actividad que ofrece mucha satisfacción es hacer regalos a los seres queridos, porque está demostrado que gastarnos dinero en las personas que queremos hace que nos sentamos más felices.

Las personas que creen que no son felices, también pueden aprender a serlo. Actualmente existen muchas academias de la risa donde se imparte la risoterapia, una terapia psicológica que tiene como objeto cambiar la forma de ver la realidad para tomar las cosas de forma menos seria, riéndonos de ellas.

Como en cualquier aspecto de la vida, los extremos no son buenos; tener en todo momento una actitud positiva dificulta la superación de los acontecimientos negativos. Lo idóneo es disfrutar de las situaciones cotidianas de la vida de forma equilibrada, sin mostrarnos excesivamente positivos, ni negativos.

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