martes, 10 de junio de 2008

LOS VALORES DE LA FAMILIA


"La lucha por mantener los valores y principios de la familia deben ser parte del vivir de cada día", expreso nuestro director Walter Eduardo Rodríguez Campos Director de La Voz del Pueblo, en la fotografía con su esposa Rita Arias Jiménez y su hijo menor Eduardo Rodíguez Arias actualmente estudiante de setimo año del Colegio Santa María de Guadalupe, en Santo Domingo de Heredia.






Cuando hablamos de familia podemos imaginar a un grupo de personas felices bajo un mismo techo y entender lo importante que es la manutención, los cuidados y la educción de todos los miembros que la componen.
Pero el factor más imprescindible es descubrir la raíz que hace que la familia sea el lugar ideal para forjar valores que nos hagan crear una manera de vivir más humana y esto influirá en la sociedad, en la convivencia con los demás.
El valor de la familia no es solamente los momentos felices o la solución a los problemas del día a día. El valor nace y se desarrolla cuando cada miembro asumimos con responsabilidad y contentos, el papel que nos toca desempeñar en esta unidad, ayudando así al bienestar, desarrollo y felicidad de todos los demás componentes de la familia.
Pero esta tarea no es nada fácil. El ritmo de vida actual dificulta esta colaboración, porque los padres trabajan y es más difícil asumir con tranquilidad estas tareas, porque no hay tanto tiempo, pero no es imposibles si se dan prioridades y un orden a todas nuestras obligaciones. Es imprescindible la presencia física de todos los que formamos la familia y estar disponibles al diálogo y convivencia, porque así nos enriquecemos en nuestros propios valores y podremos transmitirlos. En un ambiente familiar alegre, el cansancio y los problemas se aligeran y vemos las obligaciones como responsabilidad, no como una carga y esta ayuda y colaboración si se hace con gusto es un beneficio para nuestros padres y hermanos.
El egoísmo no entra en esta convivencia y nuestras propias preferencias tienen un segundo plano, todo tiene su momento y el calor familiar se crea conversando y compartiendo el tiempo con el resto de la familia: salidas al cine, excursiones, comidas familiares, etc …
Mi madre siempre nos dice que la unión familiar no es solamente hacerse una fotografía y mirarla, para todos nosotros es fundamental el día a día, los pequeños detalles de cariño y atención, demostrando en todo momento que nos importamos los unos a los otros, que todos somos importantes, que nadie es mejor o superior. Se valora el esfuerzo de cada uno en la función que desempeña: trabajo, estudios y la colaboración en casa, todo esto es más importante que superar nuestros triunfos. Sabernos queridos, respetados y comprendidos favorece a nuestra autoestima y mejora la convivencia y las ganas de participar. Alegrarnos de las alegrías de la familia y estar al lado de cada uno cuando se obtiene un fracaso.
La convivencia diaria conlleva en alguna ocasión a discusiones sobre algún tema, pero no vale el demostrar quien tiene más razón, o quien manda más, sino el autocontrol de nuestro carácter en los desacuerdos y se comprensivos pensando que no siempre es correcta nuestra opinión o decisión y no entrar a discutir, pues esto hace que disminuya la comunicación y la convivencia y disminuye la alegría del hogar.








Los valores se viven en casa y se trasmiten a los demás dando ejemplo con nuestro comportamiento. ¿Cuántas veces no nos hemos topado con algún hecho tan natural como el de saludar a alguien conocido y éste no responder, bien por estar pendiente de alguna otra cosa, bien por no dar la importancia a nuestro saludo e ignorar nuestra atención hacia él? Y entonces es cuando preguntas a tus padres extrañado: ¿por qué tal persona no responde a tu saludo después de haberlo hecho tú tres veces?.
Es sorprendente observar que las normas de conducta de casa no se siguen de igual manera en otros hogares. Quieres ser sociable, amistoso y educado y no recibes respuesta, pero la parte buena de esta acción es que nos enseña a ser comprensivos.
Yo creo que todo nuestro alrededor cambiaría y las relaciones serían más cordiales si el resto de los humanos se preocuparan por cultivar los valores de familia, los buenos hábitos y costumbres.
Para que una familia sea feliz es indispensable que todas las personas que la integran participen en los mismos intereses, compartan gustos y aficiones y se interesen los unos por los otros.
Toda familia unida es feliz sin importar la situación económica. Los valores humanos no se compran, se viven y se dan como lo mejor que podemos ofrecer. No existe la familia perfecta pero sí la que se esfuerza y lucha por lograrlo.

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