“Hoy realmente el índice es muy bajo”, dijo Temer, y añadió que “nadie puede resistir tres años y medio” –el tiempo que resta a Rousseff en el poder– con un apoyo tan escaso y cifras de rechazo que se acercan al 70 por ciento. “Si continúa así, con un 7 u 8 por ciento de popularidad, será difícil”, redondeó el vicepresidente, quien hizo las declaraciones en una reunión que tuvo el jueves con un grupo de empresarios en Sao Paulo, y cuyo audio fue obtenido por medios locales.
“Si la economía comienza a mejorar y la clase política colabora, el índice (de aprobación) puede volver a niveles razonables”, por lo que “es preciso trabajar para poder estabilizar” tanto la economía como la relación del Gobierno con las cámaras legislativas, agregó Temer. Mientras la economía del gigante sudamericano entró oficialmente en recesión, la mandataria enfrenta una descomposición de su base parlamentaria, debido en parte al escándalo de corrupción de Petrobras que afecta al oficialismo.
Fundamental para la estabilidad
Temer, político del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) -principal aliado del gobierno-, fue indagado sobre los persistentes pedidos de que la presidenta salga del poder, ya sea por renuncia, destitución o recursos de casación de su mandato a través de la Justicia Electoral. “Ella es guerrera, no me parece que sea, digamos, 'renunciante'”, contestó el vicepresidente.
“Espero que el Gobierno llegue hasta 2018. La hipótesis de una destitución por decisión del Tribunal Superior Electoral ni siquiera la discuto”, pues “las instituciones deben funcionar normalmente”, dijo Temer, el primero en la línea de sucesión si Rousseff llegara a salir de su cargo. Conocidas las declaraciones, el ministro de Información, Edinho Silva, aseguró que Temer es “leal” al gobierno y restó importancia a las palabras. “Él es una figura fundamental para la gobernabilidad”, sostuvo Silva.