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ROMA.- No muy lejos de la Ciudad del Vaticano, los peregrinos con una curiosidad mórbida pueden presentar sus respetos a 22 papas. Bueno, al menos a parte de ellos. Este excéntrico capítulo de la historia papal está escondido en las iglesias de San Vicente y San Anastasio en Roma, el lugar de descanso final de los órganos internos de los pontífices de los siglos XVI a los primeros años del XX. "Es una curiosidad (para los turistas) (...) para embalsamar los cadáveres entonces era necesario retirar los órganos," dijo el padre Sebastiano Paciolla, añadiendo que el Papa Pío X abolió la práctica a principios del siglo pasado. "Hoy se usan técnicas modernas para conservar el cadáver." Para cientos de miles de visitantes que llegan a Roma esta semana para rendir tributo al Papa Juan Pablo II, que murió el sábado, la conservación papal es una inevitable -- aunque sea incómoda -- parte del proceso. Los restos del Pontífice serán exhibidos al público durante cinco días antes del funeral que se oficiará el viernes y el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, dijo que sólo se habían usado medidas de conservación superficiales. Dijo que el Papa no había sido embalsamado. Navarro-Valls no dijo en qué consistían esas medidas, pero pese a ello el cadáver estaba mostrando claramente los signos de la muerte cuatro días después del fallecimiento. |
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"La persona que está allí parece una persona muerta, y eso está bien, es la realidad de nuestro futuro, pero no la última palabra." En el caso de Pablo VI, que murió en 1978, los amortajadores sólo prepararon el cadáver para un ataúd cerrado. Sólo dos días después de ser exhibido, la piel del Papa comenzó a decolorarse, su mandíbula se hundió y sus uñas se oscurecieron. El cadáver de Pío XII fue tan mal conservado en 1958 que los cuatro hombres que hacían guardia en el Vaticano tenían que cambiar cada 15 minutos porque no podían soportar el olor. Aún así, se han producido éxitos enormes en la conservación de los restos papales. Algunos dijeron que el joven doctor llamado Gennaro Goglia había logrado un milagro de la medicina al conservar al Papa Juan XXIII con un líquido especial tras morir en 1963 a causa de un cáncer de estómago. Fue elegido por el Vaticano para que se uniera a un equipo que insertó la fórmula en el estómago del pontífice horas después de que muriera por descomposición. "(Los responsables del Vaticano) me pidieron que les echara una mano, no sabían qué hacer, y me pidieron ayuda," dijo a Reuters Goglia, que ahora tiene 82 años. El mundo vio los restos de Juan XXIII notablemente bien conservados hace tres años cuando fue trasladado en un ataúd de cristal de la cripta situada bajo la basílica de San Pedro y una capilla en la planta del altar. El Papa Juan Pablo II será enterrado el viernes en el lugar que antes ocupó Juan XXIII. Y si el Vaticano aún busca ayuda, Goglia, que ahora se dedica a pintar y a escribir en revistas médicas y científicas, dijo que está preparado para volver a trabajar. "Aquí estoy," dijo. |