El “eclipse de Dios” en la sociedad. Lo dijo ante religiosas y profesores en Madrid, donde encabeza la Jornada Mundial de la Juventud. Criticó los valores del “utilitarismo” imperante y lamentó los abusos de “una ciencia sin límites”.
El Papa Benedicto XVI denunció ayer por la mañana que en la sociedad actual se ha producido una especie de “eclipse de Dios, una cierta amnesia y más aún, un verdadero rechazo del cristianismo”. También advirtió sobre la amenaza de los abusos de “una ciencia sin límites” y dijo que el utilitarismo en la formación de los jóvenes puede llevar “al totalitarismo político”.
La segunda jornada de Benedicto XVI en su visita a España culminó al anochecer con un extraordinario Via Crucis en el centro de Madrid, con un calor agobiante de 38 grados. Grandes esculturas en madera, algunas viejas de siglos, traídas de toda España y llevadas en procesión por las cofradías en pueblos y ciudades, sirvieron para llamar a la movilización a los miles de peregrinos presentes en la Jornada Mundial de la Juventud.
El Papa alemán llegó a esta ciudad para encabezar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) católica, un evento litúrgico que adquirió carácter político por el contexto de crisis en el que tiene lugar. La visita, que concluirá mañana, estuvo precedida de una multitudinaria marcha de laicos, ateos, cristianos críticos y homosexuales que denunciaron la “escandalosa” contribución de fondos públicos a este evento en un momento en el que el gobierno socialista aplica severos ajustes económicos.
En el Paseo de los Recoletos, las reflexiones frente a los “pasos” (esculturas”) en las 14 estaciones del Calvario evocaron los “pecados de la humanidad”, incluyendo los abusos sexuales, los “crímenes contra los niños” y los “pecados contra la castidad”, que recordaron los crímenes de los curas pedófilos que han desprestigiado seriamente a la Iglesia.
Otro tema central que preocupa mucho al Papa es la precariedad del trabajo juvenil y los problemas laborales que enfrentan los jóvenes, que fue comentado en las reflexiones. Cuando el Papa se retiró, las cofradías caminaron en procesión acompañados por bandas de música, hasta la céntrica Puerta del Sol.
En su discurso desde el altar en plaza de las Cibeles, Benedicto XVI pidió a las decenas de miles de peregrinos congregados que los jóvenes “no pasen de largo ante el sufrimiento humano”. Agregó que la pasión de Cristo “impulsa a sus seguidores a cargar sobre los hombros el sufrimiento del mundo”, con la certeza “de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes”.
Pero la jornada, que incluyó encuentros con la familia real en el palacio de la Zarzuela y con el presidente del gobierno José Luis Zapatero, tuvo un momento central en la visita del Papa al complejo arquítectonico histórico–religioso de El Escorial, que hizo construir entre 1563 y 1594 el rey Felipe II. Allí el Papa causó impacto en sendos discursos que pronunció ante 1600 religiosas y 1500 profesores universitarios jóvenes, ambos de todo el mundo. El pontífice eligió estos encuentros para reiterar la doctrina tradicionalista de su pontificado en relación con el mundo actual.
“Se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia, un verdadero rechazo del cristianismo”, dijo a las religiosas. Afirmó que esta mentalidad representa “una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza”, señaló.
Según Benedicto XVI, la respuesta es la “radicalidad evangélica”, típica de la profesión de fe de los religiosos, que surge como testimonio de una pertenencia a Dios”. Dijo que esta radicalidad es un emblema “frente al relativismo y la mediocridad”. Ante los profesores universitarios, el Papa reflexionó en el mismo tono dramático acerca de cómo los jóvenes encontrarán los puntos de referencia que necesitan “en una sociedad quebradiza e inestable”.
Se dice que la misión de un profesor universitario sea formar sólo profesionales competentes y eficaces, privilegiando lo técnico. Pero “sabemos que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas”. Para Benedicto XVI, las consecuencias trágicas son “desde los abusos de una ciencia sin límites” hasta “el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo del poder”.