El Presidente Daniel Ortega es recurrente en utilizar el término “pueblo”, para darse un baño de autoridad y por ende, de legitimidad, cuando toma decisiones que no representan los intereses del pueblo de Nicaragua.
Esa recurrencia incluso la llegan a adoptar personas que dicen apoyar una nueva candidatura del comandante Ortega. A la pregunta de por qué, si la Constitución se lo prohíbe por partida doble, y una más, por no haber renunciado un año antes, si acaso fuera legal el anti constitucional decreto de un embuste de Corte, se responde con otra: ¿Y si el pueblo lo quiere?
¿Quién es el pueblo? Reducir el pueblo a un partido político, es tener un concepto muy anémico de lo que constituye la esencia viva de una nación. Un pueblo se mueve por ideales y por sueños, por un inherente sentido de patriotismo y por la necesidad del desarrollo económico. Un pueblo se hace uno, con su propia doctrina que le da luces y orienta su convivencia, proclama su progreso, fortalece sus capacidades y con la libertad potencia sus facultades. Esta doctrina es lo que llamamos Constitución.
La Carta Magna no es un programa de partido. No es un manifiesto ideológico: es su máxima norma de organización. Es su Contrato Social. Ahí están sus derechos consignados y también sus responsabilidades. Desbaratar la Ley Fundamental por la soberbia y capricho de una sola persona, en contra de los intereses de casi 6 millones de habitantes, es tener una visión paleolítica de lo que entendemos por República y Estado de Derecho. El pueblo no se rige por consignas, no es peldaño de nadie más que de sus propios intereses. Pero, hemos llegado a una extraña etapa de la historia, donde todo se falsifica en función de la candidatura más vetusta y prolongada de Latinoamérica: 1984 – 1989 – 1996 – 2001—2006 – 2011. Se hace una Corte de Suprema Mentira para lavar la candidatura prohibida, el CSE disfraza desde el 2008 a los perdedores en ganadores, y se nos quiere sustituir lo que es el Pueblo, según la Constitución, por un invento importado desde Libia: “Pueblo Presidente”, una copia de las demenciales ideas de Muamar El Kadhafi.
La Constitución: Ella nos dice en su artículo 2, que la Soberanía Nacional reside en el pueblo. Ojo: No dice que reside en el FSLN. En el mismo artículo aclara que esta potestad “la ejerce a través de INSTRUMENTOS DEMOCRATICOS”. Una plaza llena con funcionarios y empleados públicos, no es un INSTRUMENTO DEMOCRATICO. Una Corte mal integrada, no es un instrumento democrático. La Constitución confirma que el poder político lo ejerce el pueblo por medio de sus representantes libremente elegidos por sufragio universal, igual, directo y secreto, SIN QUE NINGUNA OTRA PERSONA O REUNIÓN DE PERSONAS PUEDA ARROGARSE ESE PODER O REPRESENTACION.
Pueblo es distinto a Masa Aquí esta definición, muy justa, sobre el tema: “El verdadero PUEBLO está integrado por ciudadanos conscientes de su propia responsabilidad. En un pueblo digno de este nombre, los ciudadanos tienen plena conciencia de su responsabilidad, de sus deberes y de sus derechos; saben que su libertad está limitada por la libertad y la dignidad de los demás”.
En sentido contrario al desarrollo, está la “Masa”: “La MASA está formada por individuos que carecen de ideales y de responsabilidad. El hombre-masa es el que no se distingue de los demás. “Hace lo que hacen los otros. No le interesa labrarse un porvenir. Menosprecia los valores intelectuales y espirituales. Desea que lo conduzcan, que todo se lo den pensado. Esto explica el éxito del demagogo ante las masas y también su monologar constante. La masa es la enemiga de la verdadera democracia porque ahoga la libertad y destruye la igualdad. La masa quiere que todos amen y odien como ella ama y odia. No admite que se la contradiga”. (Portal planeta sedna) Tres Maneras de ver al Pueblo Marco Tulio Cicerón: (106-43 A.de C.) Pueblo, dice el tribuno, “es la asociación basada en el consentimiento del derecho y en la comunidad de intereses". María Oztiz (1944 D. de C.): Un pueblo es: abrir una ventana en la mañana y respirar/ La sonrisa del aire en cada esquina/ Y trabajar y trabajar/ Uniendo vida, vida/ el ladrillo en la esperanza,/ mirando al frente y sin volver la espalda. A un pueblo hay que ganarlo con respeto.
Tomás Borge (1930 D. de C.): lamentablemente el Comandante que luchó contra las reelecciones desde los años 50, fue el encargado de definir la esencia de Pueblo Presidente: “Todo puede pasar aquí, menos que el Frente Sandinista pierda el poder. Me es inconcebible la posibilidad del retorno de la derecha en este país. Yo le decía a Daniel Ortega. Ve, podemos pagar cualquier precio, digan lo que digan, lo único que no podemos perder es el poder. Digan lo que digan, hagamos lo que tengamos que hacer, el precio más elevado sería perder el poder. Habrá Frente sandinista hoy, mañana y siempre”.
Volvamos a la pregunta: ¿y si el pueblo quiere a Daniel?, entonces, ¿de qué pueblo estamos hablando? El FSLN obtuvo en el 2006, 931 mil votos. Su cálculo electoral es de 1 millón 300 mil votos. El de la oposición en su conjunto, es de 1 millón 650 mil votos.
Pretender representar con un poco más de un millón de ciudadanos a todo el pueblo de Nicaragua, que está por llegar a los 6 millones de habitantes, es una alucinante pretensión. El Presidente Ortega está más informado que cualquiera en Nicaragua, que ese cuento de que el “pueblo se lo pide” es eso, puro cuento. De ahí que en la historia moderna de Latinoamérica, incluido los últimos años del somocismo, sólo un sujeto haya podido sobrevivir al cataclismo de evidencias de fraude y corrupción: el señor Roberto Rivas.
Al propio Anastasio Somoza Debayle se le revolvería el estómago de mantenerlo en su equipo. Y eso ya es mucho decir.