Opinión: DOÑA LAURA CHINCHILLA, su mordaza me tiene harta
Primero apareció la Ley Mordaza, plagada de secretos “políticos” y amenazas para quienes osaran develarlos. Después vino la inmunidad perpetua que pretendían instaurar para “proteger” a todas aquellas magnas figuras tras su salida de la cosa pública.
Unos meses más tarde apareció don Francisco (no, no el de los concursos, sino el ahora exministro) con la amenaza velada de un abogado de planta en Casa Presidencial para enviar derechos de respuesta a diestra y siniestra y a eso le acompañó con la famosa frase: “¡Basta de bullying contra la Presidenta!”
Ahora, doña Laura se da por aludida por un comentario donde nunca se dice su nombre, y demanda a un empresario por una publicación hecha en Facebook y -como si fuera poco- sus “colaboradores” advierten al resto de los costarricenses que revisarán todas las publicaciones donde se mencione a la mandataria y que demandarán a quienes manchen su honor.. Tenga en cuenta que puede demandar a la gente por lo que dice o escribe, pero jamás por lo que piensa…
¿Sabe qué doña Laura? ¡Su mordaza me tiene harta! Deje de preocuparse por lo que digan de usted, deje de preocuparse por los “chuicas” que se pone para salir en tele o por el maquillaje y el peinado que luce. No se preocupe doña Laura: ¡Ocúpese!
Ocúpese por lo que hay detrás de todo eso: lo que dicen no es más que reflejo de algo más grave, más de fondo, que no se cura con amenazas ni con maquillaje. Lo que la gente expresa no es más que el descontento por todo lo que debió de haber hecho y no hizo; uno no esconde la basura debajo de la alfombra. No trate de perfumar un chancho, mejor acabe con la porquería. No se desgaste en pequeñeces: que si este dijo o aquel me criticó. ¿A usted qué le importa? ¡No se rebaje!
Usted no es la víctima: usted es la Presidenta, la que debería de tomar decisiones, mostrar resultados y dejar que sean esos resultados los que hablen por usted. Reconozca sus errores. Reconozca que la embarcaron y que ha insistido en seguir adelante con muchos proyectos solo por “cabezonada”, por no dar el brazo a torcer o por el mal consejo de quienes le hablan al oído.
Deje de amenazar a quienes la critican. La imagen es lo menos importante y así lo han demostrado las grandes mujeres de la historia: Margaret Tatcher, Hellen Keller, Marie Curie o la Madre Teresa… Preocúpese por enfrentar esas críticas con sustento, con material de peso que calle bocas y no con mordazas. Quítese la venda que le tapa los ojos.