Intel en breve ¿Qué significa, en términos económicos, su retiro de Costa Rica?
Intel en breve ¿Qué significa, en términos económicos, su retiro de Costa Rica?
Luis Paulino Vargas Solís
Dimensionemos brevemente la cuestión de Intel. Voy a intentarlo utilizando principalmente datos publicados por el semanario El Financiero (edición impresa del 14 al 20 de abril de 2014, pp. 4-7). Como sabemos, este es un medio dedicado a embellecer y hacerle propaganda a las grandes empresas, sobre todo las extranjeras. De tal modo, esas cifras no son sospechosas, ni mucho menos, de animadversión a tan poderosa corporación transnacional.
Según este medio, en 2012 las compras de Intel a empresas suplidoras costarricenses sumaron $62,7 millones. Parece una cifra importante, pero, como de costumbre, ello depende del tipo de anteojos con que usted las mire. Es un monto moderadamente importante –palabras usadas por el propio semanario- para esas empresas, pero insignificante en términos macroeconómicos. Por ejemplo: resulta que en ese año Intel exportó $2.385 millones (cifras del mismo medio). Quiere decir que esas empresas suplidoras nacionales proveyeron tan solo un 2,6% del valor exportado por Intel.
Ello confirma lo que ya bien sabíamos: el valor agregado aportado por Costa Rica a la producción de esa empresa es sumamente limitado. Por ello mismo, su impacto real –más allá de la magia de las estadísticas- es también muy limitado, lo mismo en los buenos que en los malos tiempos.
Esto último se confirma mejor con otros datos que menciono más abajo. Pero antes es interesante repasar de qué tipo de empresas suplidoras estamos hablando. Al respecto nos dice El Financiero: “…la mayor parte de los proveedores están vinculados a servicios de cafetería, alimentación, seguridad, limpieza y jardinería”. O sea, servicios muy básicos. Nada que tenga que ver, ni de lejos, con servicios o manufacturas de alto nivel tecnológico ¿Dónde está entonces la transferencia de tecnología y el aprendizaje que la presencia de Intel presuntamente nos dejaría? Pues aparentemente sería el resultado derivado del nivel de calidad que esa empresa exige, y del prestigio que presuntamente deja el haber sido su proveedor. Sin duda, eso es bueno, pero es un resultado extremadamente pobre, sobre todo si se le compara con las promesas hechas y las expectativas alimentadas con la llegada de esta empresa.
Hay otros datos, que el mencionado semanario aporta, que resultan realmente contundentes. Me refiero a las cifras relacionadas con el efecto neto sobre la balanza comercial del país (exportaciones de bienes menos importaciones de bienes), derivados de la presencia de Intel. Para empezar, resulta que, sin Intel (datos para 2012) el déficit comercial se reduciría por un monto de $150 millones. Lo cual, de ser correcto, significaría una cosa: que en el mencionado año Intel importó más de lo que exportó. Pero, todavía más, según los datos de El Financiero, esa misma situación se dio en 8 de los 14 años comprendidos en el período 1999-2014, es decir, en esos 8 años lo importado por Intel excedió de lo exportado. Si sumáramos los datos correspondientes a “renta de la inversión” (remesa o envío de ganancias a la casa matriz), lo que se obtendría en la cuenta corriente de la balanza de pagos sería seguramente un saldo negativo: a lo largo de estos años Intel habría sacado de Costa Rica más dólares de los que aportó. Quedaría por ver si el monto de inversión extranjera directa (IED) aportado por esa empresa podría compensar ese saldo negativo en la cuenta corriente. De cualquier forma, y aún si al final los números fuesen positivos, las cifras obtenidas serían, hasta en el mejor de los casos, sumamente modestas.
A la anterior, agrego por mi cuenta lo siguiente:
Serán 1300 personas que se queden sin trabajo a raíz del traslado de la manufactura de Intel hacia países asiáticos. Algo sin duda muy lamentable, y por supuesto, muy doloroso para esas personas. Pero, por favor, no olvidemos que el total de personas empleadas en Costa Rica supera los 2 millones, que hay 185 mil personas desempleadas, 260 mil personas en situación de subempleo y 700 mil personas que trabajan sin gozar de seguro social. Es lamentable que 1.300 trabajadores de Intel queden cesantes, pero aún más deplorable resulta el que se olvide que el problema real es muchísimo más grande que eso, y que inversiones extranjeras del tipo Intel jamás lo resolverá. Al respecto tengamos también cuenta que los 2800 empleos de Intel existentes anteriormente a este recorte de operaciones, son apenas el 0,13% del total de personas empleadas.
Por lo tanto, es absolutamente imposible que Intel aporte el 6% del PIB
como con ligereza se ha dicho. Si se considerara el costo fiscal que su presencia en Costa Rica ha implicado, más el costo asociado al beneficio de tarifas eléctricas súper reducidas (en ambos casos hay un subsidio disfrazado), tendríamos razones sobradas para decir que ha habido un sobredimensionamiento realmente irresponsable y abusivo del aporte de esta corporación a la economía nacional.
El indigno y cobarde plañido de las élites |
Queda finalmente la idea que atribuye a Intel un efecto difuso e incuantificable, pero presuntamente positivo: la imagen internacional positiva que esa empresa contribuiría a danos. Lo cual es por lo menos sorprendente ¿realmente la imagen internacional de Costa Rica depende de una empresa como esta? Creo que debería interesarnos mucho más cultivar una imagen internacional asentada en logros reales y significativos en materia de educación y salud; desarrollo y participación democrática; solidez institucional; paz social; equidad e igualdad; efectivo respeto a la naturaleza; plena vigencia de los derechos humanos.
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