miércoles, 8 de agosto de 2012

Álvaro Montero Mejía | 2012-08-08 - Exploración de la ruta propuesta por Otton Solís- Dr. Otton Solís Fallas. Pero él es un hombre imprescindible en la política nacional. Creo que es una persona muy inteligente y honorable que, como todos nosotros, tiene percepciones propias e incluso irritantes sobre la política nacional.

Voy a repetir lo que he expresado antes. Tengo importantes discrepancias en relación con lo que dice y hace el Dr. Otton Solís Fallas. Pero él es un hombre imprescindible en la política nacional. Creo que es una persona muy inteligente y honorable que, como todos nosotros, tiene percepciones propias e incluso irritantes sobre la política nacional. Pero ninguna discusión puede  ser enriquecida si no se debaten las ideas que lo acompañan. Eso intentaremos. 

Dice Don Otton: “Aparte de algunos errores en la estrategia de desarrollo, el problema principal radica en el sistema de toma y ejecución de decisiones”. 

Si comprendemos bien las cosas, aquí sólo se puede entender una: la estrategia del desarrollo no es el problema, es decir, que el neoliberalismo y el monetarismo no son el problema, que la apertura indiscriminada no es el problema, que la transferencia del mercado interno a manos ajenas no es el problema, que la supeditación al sector financiero especulativo, no es el problema, sino que “el problema principal radica en el sistema de toma y ejecución de decisiones”. Hasta aquí, más claro, ni el agua. El drama de Costa Rica no consistiría entonces en la  ruptura y liquidación del proyecto social costarricense, construido sobre la base de las reformas sociales de los años 40 y confirmado por el proceso de modernización y transformación institucional provocado por los primeros gobiernos del PLN. El problema, vaya descubrimiento, “radica en el sistema de toma y ejecución de decisiones”. No es un hecho casual, que Otton Solís nos presente el drama nacional como un simple problema administrativo. Esto lo confirma cuando señala que:

“El costo marginal de las decisiones (en corrupciones, duplicidades, privilegios, lentitud y los consecuentes recursos dedicados al control) es tan elevado que podría estar superando su eventual contribución al progreso del país”.

O sea que las bondades del proyecto neoliberal, son entorpecidas por ese costo marginal de las decisiones, que aun siendo apropiadas se ven afectadas por esos elementos negativos.

A estas alturas, sumergidos en el escándalo motivado por esos “costos marginales” que señala don Otton, venimos a descubrir que allí se encuentra el centro de los problemas. De modo que los problemas de nuestra sociedad no radican en la apertura indiscriminada, el poder de las corporaciones y la entrega pura y simple del país; descubrimos que no son ni la pobreza, ni la sistemática destrucción de una clase social entera, la formada por campesinos y agricultores, ni la desintegración de la CCSS o el CNP, ni la brutal expropiación por parte del capital corporativo de nuestros principales reservas y riquezas marítimas y terrestres. No son estos males los que provocan el retroceso del que tenemos que escapar ¿Cómo puede Don Otton ignorar que, a lo sumo, la corrupción es únicamente la tapa del basurero?

El Dr. Solís continúa con sus descubrimientos cuando nos dice que el sector público se divide en dos, “el sector público tapa huecos y el sector público arquitecto”. En fin, nadie puede pensar lo que no piensa. El Dr. Solís piensa no sólo que el problema es administrativo, sino que está recluido en el sector público. 

Luego dice: “Para romper ese pantanoso equilibrio se necesitan cambios medulares en el estilo, la calidad, la orientación y la eficiencia del sistema de toma y ejecución de decisiones”. Así volvemos a la toma de decisiones.

Puede resultar majadero insistir que para el Dr. Solís, los problemas no son estructurales, sociales, producto de la aplicación de un proyecto social impuesto a rajatabla, depredatorio, discriminante, desigual, antinacional, de ruptura radical con el proyecto social costarricense, sino que se originan “en el estilo,… etc”. Así las cosas, El remedio resulta elemental; es simplemente administrativo, pues bastaría con cambiar “el estilo… etc. etc” y se acabó el problema. Sin embargo, notamos un avance positivo en su reflexión, pues nos dice:

“Ello solo es posible si se mejoran notablemente la confianza y la credibilidad de la política, lo cual pasa por un viraje drástico en materia de transparencia y corrupción. En este campo se acabó el margen para la evolución; se requiere una revolución”.  

Aquí la visión administrativista, sufre un cambio decisivo y Don Otton reasume el papel de un verdadero dirigente social y político. De modo que agrega: “Una condición necesaria para retomar la ruta del desarrollo integral y para forjar esa revolución ética en la política y en general en el sector público, es derrotar al PLN” 

¡Excelente propuesta del Dr. Solís! El señalamiento como tarea, la derrota del actual Partido Liberación Nacional, es una proposición absolutamente correcta. Pero no solamente porque ese partido sea la fuente nutricia de todos los métodos y mecanismos de la corrupción institucional, desde hace ya bastante tiempo, sino porque ha sido la fuerza política interna que ha iniciado la destrucción sistemática del proyecto nacional y democrático, iniciado por Calderón Guardia, Monseñor Sanabria y Manuel Mora y luego continuado por José Figueres, Rodrigo Facio, Alberto Martén o Jorge Manuel Dengo, como parte del antiguo PLN, hoy violentamente traicionado. 

El actual PLN, corroído hasta sus entrañas, ha sido el Partido que les ha abierto las puertas al capital corporativo internacional y a ésos inversionistas de oscura trayectoria social y política de Centroamérica y de Medio mundo; el que ha subastado el mercado interno, ha desintegrado y postergado al empresariado nacional, principalmente el sector de agricultores y campesinos; El PLN actual, es el aparato político que ha pervertido y desprestigiado la política interna y los procesos electorales y se prepara para mantener en el poder a las cofradías que lo encabezan.

Seguidamente, Otton Solís plantea algo extremadamente justo. Dice: “Una condición necesaria para retomar la ruta del desarrollo integral y para forjar esa revolución ética en la política y en general en el sector público, es derrotar al PLN. Pero no es una condición suficiente”. 

Aquí se plantea el cómo hacer, es decir, la ruta para alcanzar ese objetivo, para lo cual es indispensable abordar el tema de “las alianzas”. Esas alianzas, según nuestro criterio, deben ser en primer lugar, originadas en la unidad de fuerzas sociales y sobre todo, de personas comprometidas en la transformación democrática de Costa Rica. Esas alianzas pueden incluir “partidos políticos”, pero no son indispensables si la Alianza no gira en torno a un Programa Mínimo, que debe incluir lo que Don Otton llama “una agenda ética rigurosa”.

El problema con el Dr. Solís  es que no termina de ubicar correctamente la naturaleza del programa ¿Cómo lo concibe? Dejémoslo expresarse: “Para ello quien llegue al poder debe, primero, tener propuestas compatibles con los cambios conceptuales requeridos para afinar la orientación de las políticas de desarrollo” (el subrayado es nuestro) ¿Cómo que afinar?  La ruta del PLN y que lo convierte en el enemigo principal del pueblo costarricense, es precisamente haber escogido como la orientación de sus “políticas de desarrollo”, el neoliberalismo y el Consenso de Washington.  

Si obviamos esto, la ruta que propone don Otton, sí aparece como una propuesta atendible y renovadora. “No basta, nos dice, con que el PAC, el ML, el PUSC, el PASE y el FA se unan”, refiriéndose a la Alianza por Costa Rica. Y agregamos nosotros: efectivamente “no basta”, pero fue un gran paso adelante, que era necesario apoyar, estimular, fortalecer, contribuir a darle un fundamento de valores, proyectos de ley y concepciones correctas. Ese esfuerzo, no se hizo. Don Otton le dio la espalda y con ello facilitó el regreso del PLN al control legislativo. Pero es totalmente correcto cuando señala que: “esa ruta, la de una Alianza sin acuerdos programáticos sustanciales y sin una agenda ética rigurosa y concreta, le serviría la victoria en bandeja de plata al PLN”. Luego nos advierte del peligro de “una suma de partidos sin acuerdos sustantivos en cuanto a programas de desarrollo y en materia ética”. 

En buena hora. Porque en el mismo sentido, algunas cosas importantes hemos planteado insistentemente desde el movimiento “Dignidad Nacional”: Referéndum Revocatorio, riguroso control de ingresos y gastos de los partidos, listas de diputados y regidores elaboradas por los votantes, Consejo de Transparencia Electoral por elección popular, proyecto de Responsabilidad perpetua de los Funcionarios Públicos etc.  

Luego dice: “En cuanto al programa de desarrollo tenemos que acordar posiciones sobre cada asunto relevante… Las discusiones serían ricas y productivas en el tanto no se limiten a generalidades”. 

Lo importante de estos señalamientos, es que Don Otton no cierra una lista sino que, como debe ser, propone que los eventuales aliados se sienten en una mesa  a resolver cuáles son los aspectos que consideran indispensables.

En cuanto a “la orientación tecnocrática del PAC”, por más que le doy vueltas, no logró comprender que significa. De lo único que estoy seguro es  que el PAC agrupa cientos de militantes de primer nivel, cuyos talentos y concepciones que le han dado un gran valor a la vida política de Costa Rica. 

Esa inteligencia está allí, en espera de que los mejores hombres y mujeres provenientes de las grandes corrientes filosóficas nacionales, vuelvan a tomar el impulso y la voluntad para recuperar y transformar a nuestra Patria. 

Curridabat. 6 de Agosto de 2012

No hay comentarios: