las novelas de este célebre prófugo de la justicia son como una obra de James Bond. Una temible conspiración se estaba fraguando entre los alemanes, japoneses y costarricenses, para, según su servicio de espionaje, secuestrarlo y mandarlo en un barco mercante al país asiático. Un ex miembro de su organización habría recibido millones de euros (¡y tal vez colones!) para presentar pruebas falsas contra él. También las autoridades guatemaltecas, que lo iban a detener por estar actuando ilegalmente en su mar patrimonial, habrían formado parte de esa tenebrosa acción. Ni al autor del agente 007, el londinense Ian Fleming, se le hubiera ocurrido tal argumento. Ya en Londres, Broadway y Hollywood se mueven frenéticamente los agentes de las productoras teatrales y fílmicas.
Queda claro, según sus palabras grabadas en alguna montaña remota de Afganistán, que se encuentra bien, contento, comiendo rico y generosamente acompañado, por lo que no volverá a salir a la calle sino hasta después de teñirse su cabellera blanca. Todavía el color no lo ha escogido pues ha de ser un color que realce su valentía, su bravura, que produzca temor en los mares del mundo.
Por su parte, ya en Costa Rica sus amiguitos preparan viajes con destino desconocido, en los que, si se tiene suerte, su amado guía espiritual derramará sobre ellos su divina bendición ambientalista. Mientras tanto, los pescadores ticos que sufrieron en alta mar, por unas tres horas, las agresiones y amenazas de hundimiento, sin que se hubiera demostrado ni entonces ni ahora, que estaban desaleteando tiburones, siguen esperando que la justicia, en un proceso judicial equilibrado, brinde su veredicto y emita una condena si fuere del caso
Freddy Pacheco León
Biólogo
En reacción a la noticia publicada en CRHoy.com
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