miércoles, 22 de febrero de 2012

El gemido de los derechos humanos.


     

El mundo se entero por los diferentes medios de comunicación, del terrible drama ocurrido el día 15 de febrero del año del Señor 2012, en Honduras, país hermano, país vecino.
Al mejor estilo romano,  la Granja penal de Comayagua ardió, dejando a su paso mas de 350 muertos, calcinados, ahogados, todos victimas de un sistema que como el nuestro, es incapaz de brindar soluciones integrales al problema de la delincuencia,
De manera inmediata el presidente Porfirio Lobo, destituye a parte del personal administrativo, y se conduele de la tragedia, manifestando su dolor, y solidarizándose con los familiares, lastima que todas sus palabras no logren calmar el dolor de las personas, cientos de madres han tenido que ver con ojos de espantoso dolor, el cuerpo de su hijo, y muchas aun tienen que esperar por que los cadáveres quedaron irreconocibles.
No existen palabras en ningún idioma, capaz de relatar la dantesca crueldad del desastre, y mucho menos la magnitud del sufrimiento, tanto de los que perdieron la vida, como el de las familias que lloraran por siempre su dolorosa perdida.
Ante el siniestro, todo lo demás parece poco, las noticias informan que la policía, (que en todas partes es policía…), no pudieron, oh no quisieron abrir las celdas, agigantando la catástrofe, claro que ahora todos los responsables directos o indirectos, se van a tratar de tapar con las misma cobija, rasgándose las vestiduras, los culpables nunca van a rendir cuentas, y la noticia quedara como siempre en el papel de los gobiernos de turno, y cincelada en el corazón del pueblo.
Ahora bien, el adagio popular dice que “ al ver las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. La situación carcelaria en nuestro país, no dista en mucho de las cárceles del resto de Centro América, por más que se diga lo contrario.
Como madre de un privado de libertad, vivo en carne propia, no solo el estado de indefensión de mi hijo, si no el mío propio, he tenido que suplicar por la atención médica debido a su delicado estado de salud, teniendo incluso que tomar medidas extremas como la de ponerme cadenas y encadenarme en las instalaciones de la Caja del Seguro Social. Y como al Cesar lo que es del Cesar, tengo que agradecer la intervención de la institución, de lo contrario, mi hijo seria un número más en la estadística de las muertes dentro del sistema penitenciario.
Los graves hechos que se lamentan hoy en la cárcel de Honduras, deja de manifiesto la realidad de nuestro propio sistema de seguridad dentro de los penales del país, para nadie, (salvo las autoridades de gobierno), es un secreto la problemática que se vive a lo interno de los penales, drogas, prostitución, corrupción, tráfico de influencias, negligencia administrativa, desvío de fondos, malas instalaciones, falta de trabajo, inoperantes sistemas de reinserción a la sociedad, sobrepoblación, y mil situaciones mas, hacen de nuestro sistema penitenciario una verdadera bomba de tiempo, hace unos meses dije en un programa de televisión, ¿Quién va a parar la carnicería que se vive en Reforma?, nadie contesto la pregunta, y la profecía se cumplió, en una matanza murieron dos privados de libertad, y varios quedaron heridos, por lo demás, aquí paz y en el cielo gloria, unos días de hacer que se hace, como para bajar los ánimos,  pero nada más, y como dice el canta-autor La vida sigue igual. Vamos a esperar a que en nuestras cárceles se viva una tragedia semejante a la sucedida en Honduras para empezar a actuar, nuestros gobernantes seguirán viviendo el sueño de opio de creer que aquí no pasa nada, y se continua el juego de la pelotita, donde yo no fui, fue tete.
Como madre, como ciudadana, como parte activa de la sociedad civil, levanto mi voz de protesta ante todos los responsables del genocidio hondureño, y clamo para que la misericordia de Dios siga protegiendo a este país.
La palabra de Dios dice que la fé sin obras es  muerta, es decir, para lograr grandes resultados, tenemos que hacer grandes esfuerzos, no puede ser que la indiferencia sea el narcótico que adormece la voluntad y el espíritu, y permitamos que casos tan dolorosos como el de la cárcel en Honduras, pase a ser tan solo una noticia más, y nada más. Hago un llamado a cada hombre y mujer de este país, a toda la sociedad civil para empezar a despertar y vivir la realidad que queremos ocultar, hago un llamado a todos los medios de comunicación social, para que se conviertan en verdaderos custodios de nuestra democracia, necesitamos una prensa investigativa, que denuncie y pida explicaciones a los altos jerarcas del gobierno de turno, una prensa que le pida al estado en representación del pueblo, y al libre derecho de estar informados, que les abran las puertas de todo el sistema penitenciario,  el día que eso suceda, muchas de las carnicerias que se dan a lo interno, saldrían a luz pública, toda la espantosa violación que se da a los más elementales derechos humanos, llenarían de asombro y vergüenza a un país que cacarea en todos los podios internacionales una justicia pronta y cumplida, pero que tristemente no es ni pronta, ni cumplida y mucho menos justicia.
Y que decir en relación a los derechos que por responsabilidad, no solo judicial, si no humana, le corresponden a las víctimas y a la familia de las víctimas, cuando son violentados todos sus derechos en doble vía, primero por la delincuencia y toda la vorágine de maldad que la acompaña, si no también por el sistema de justicia, que los deja en el más espantoso estado de total indefensión, puesto que a la hora de cualquier proceso judicial, los acusados tienen derecho a una defensoría pública y gratuita, pagada eso si por todos los incocentes y honrados ciudadanos, que como siempre pagamos los platos rotos en el banquete de la incompetente administración pública.
Hoy más que nunca necesitamos unirnos, podemos prevenir situaciones tan dolorosas como las vividas en Honduras, la vida humana esta en las manos de Dios, solo El puede disponer de ella, que las campanas de duelo no doblen por los hijos de esta patria que todos juramos defender, pero que algunos se empeñan en hundir.

Yolanda Gutiérrez Ventura
Cedula-1-044-066.

No hay comentarios: