Acaba de fallecer en su hogar de San Vicente de Moravia, mi querido compañero y camarada de toda una vida, don Luis Alberto Jaén Martínez (1925-2011), un luchador incansable por los derechos de los trabajadores y militante de las mejores causas populares, a lo largo de su fructífera y prolongada vida. Don Luis Alberto se preparaba para acompañarnos en el SITUN, dentro de una jornada de reflexión sobre el tema de la seguridad social en Costa Rica, durante el día de mañana jueves 3 de noviembre de 2011, a partir de las 8 y 30 am, en el auditorio del Observatorio Sismológico y Vulcanológico de la Universidad Nacional (OVSICORI). Hoy, ante una noticia tan dolorosa, sólo nos queda decirle a los compañeros trabajadores de nuestra UNA que la actividad conmemorativa y reflexiva estará a mi cargo, con una semblanza del compañero fallecido y una reseña que haremos de su libro EL GRAN ASALTO DEL PLUSC AL SEGURO SOCIAL, que alcanzó a publicar hace unos meses y que don Luis nos ha dejado como un testimonio del grado de descomposición alcanzado por la sociedad costarricense, pero también como un llamado para luchar contra los saqueadores del patrimonio de todos los costarricenses y en defensa del derecho a la salud y a la vida de los habitantes de nuestro país. Proseguir en el combate tenaz y valiente de este compañero es el mejor homenaje y reconocimiento que podemos brindarle a quien no escatimó ningún esfuerzo y sacrificio alguno por abrirle los ojos a un pueblo, buena parte de cuyos hijos han acabado comiendo en el plato de la corrupción más desenfrenada o lo que es peor, se han convertido en sus cómplices con la cobardía de su silencio o de su indiferencia suicida.
Acostumbrado a usar un lenguaje duro y directo, o dicho de otra manera, a llamar las cosas por su nombre, algo que no le gusta a mucha gente en este medio hipócrita y timorato, un hecho acentuado por los rasgos de la delirante posmodernidad con su individualismo exacerbado, don Luis Alberto Jaén Martínez (1925-2011) denunció siempre con voz valiente y decidida el océano de corrupción dentro del que viene naufragando la sociedad costarricense, a lo largo de las últimas décadas, como una circunstancia que requiere de decisiones heroicas. Sus últimas batallas, dentro de las múltiples que dio a lo largo de su fructífera vida, fueron en defensa de la seguridad social en Costa Rica y el saqueo sistemático a los fondos destinados a la Caja Costarricense de Seguro Social, una tarea que llevó a cabo casi solo durante mucho tiempo hasta que, a lo largo del último año el tema de la seguridad social terminó por reventarle en la cara a los corruptos e inhumanos burócratas de la caja y a una clase política que casi en su totalidad había puesto oídos sordos al tema, tal y como sucedió hasta con la actual presidenta del PAC, doña Elizabeth Fonseca quien, durante su gestión de diputada durante período legislativo anterior, se negó a concederle a don Luis una audiencia de cinco minutos para conocer las pruebas sobre denuncias acerca del saqueo de que ha venido siendo objeto la caja, desde hace varias décadas. Don Luis Alberto dejó constancia de ello en las dedicatorias de su libro, donde incluso indica que habiendo acudido a la Sala IV o Sala Constitucional de la Corte, ese órgano estableció que la susodicha diputada no estaba obligada a atender a un ciudadano para escuchar sus denuncias. Ojalá que doña Elizabeth al igual que el resto de la clase política de este país no sólo hiciera -por así decirlo- un acto de contrición acerca de sus erróneas decisiones del pasado reciente, sino que también pusiera manos a la obra para enmendar el grave crimen que se viene cometiendo en contra del pueblo costarricense.
Su larga trayectoria de servicio público fue pasando desde el dirigente estudiantil y redactor del periódico de la Federación de Estudiantes Universitarios de Costa Rica (FEUCR), de la parte final de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta, seguida por la del enérgico inspector de trabajo, a lo largo de la década de los cincuenta, allá en Guanacaste, San José y la Zona Bananera del Pacífico Sur, continuada por la del militante del Partido Vanguardia Popular de los años sesenta y dirigente de la Federación Nacional de Juntas Progresistas de esa época, a la que siguió la del militante y fundador del Frente Popular Costarricense de los años setenta, organización que abandonara ante la traición y la inconsecuencia de la mayor parte de sus dirigentes.
Después tuvimos, a lo largo de las décadas de los ochenta, noventa y las primeras de este nuevo siglo, a un solitario y valiente luchador que no se cansó de denunciar la corrupción en este país y el crimen que representa la destrucción de la seguridad social en Costa Rica. Su ejemplo y su presencia en la lucha nos harán una gran falta, pues serán necesarios otros combatientes de su gigantesca talla para que la rebeldía prenda entre nosotros y muchos se dispongan a retomar esa lucha con la firmeza y la decisión de Luis Alberto Jaén, el verdadero inclaudicable entre los inclaudicables, quien siempre me honró con su amistad y cariño. Gracias a Luis Alberto por la luminosidad de su ejemplo. A su familia todo mi afecto.
(*) Secretario de Educación del SITUN.
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