miércoles, 31 de agosto de 2011

La nueva pirámide alimentaria


En la anterior pirámide la figura que tantas veces se ha utilizado para explicar cómo se debe comer bien estaba dividida en cajas de diferentes tamaños que indicaban la cantidad de alimentos recomendados, de modo que en la base estaban los cereales, que debían consumirse más que las frutas y las verduras y las hortalizas, que a su vez debían ser consumidas de modo más frecuente que las carnes, las legumbres y los lácteos y se dejaba para lo menos frecuente las grasas y los dulces.
El modelo de pirámide rediseñada parte de la base que una dieta sana, sea la que sea, debe basarse en una combinación de todos los alimentos. Los alimentos se agrupan en la base por grupos. De cada grupo sale una banda de color que se identifica con la cantidad recomendada y va estrechándose hasta la cúspide con el objeto de mentalizar de la necesidad de comer con moderación. La moderación y la variedad es la clave de este nuevo enfoque de la pirámide, aprobada hace ya un tiempo.
La nueva pirámide incluye, aprovechando uno de los lados del triángulo la imagen de un hombre que sube por una escalera. Este elemento visual enfatiza la necesidad de hacer ejercicio. El ejercicio moderado es siempre un complemento necesario del nuevo modelo de vida que ha de llevar al peso ideal. El axioma “menos cazuela y más suela” hace alusión a comer menos y caminar más, paradigma de la contención y del ejercicio suave: los grandes deportistas deben comer mucho y bien.
Es decir, que no hay que asociar adelgazar o mantener el peso con comer poco y hacer mucho ejercicio. Demasiado esfuerzo con poca o/y inadecuada ingesta en el cuerpo llevan a problemas médicos más que a una silueta deseada en poco tiempo. En la adaptación de la vida a un equilibrio alimenticio y de uso del cuerpo para algo más que la vida sedentaria, todo ello clave de adelgazar y de mantener luego lo adelgazado, todos estos conceptos juegan un papel preponderante.
No se adelgaza deprisa. Perder peso en muy poco tiempo supone robárselo a la grasa y a otros elementos que el cuerpo sí necesita. Además, perder peso demasiado deprisa, si no llega a costar la salud a una persona, que es lo más frecuente, seguro que genera el efecto rebote y que el peso se recupera. Lo cierto es que adelgazar, jugándose la salud, para volver a engordar, supone entrar en una dinámica que es autodestructiva y reduce mucho la calidad de vida y el bien estar psíquico físico.

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