sábado, 30 de abril de 2011

ALIANZA OPOSITORA UN DOLOR DE CABEZA PARA GOBIERNO DE COSTA RICA .




Una variopinta alianza de cinco partidos costarricenses, que van del neoliberalismo fundamentalista hasta la izquierda militante, busca asaltar el control del Congreso el domingo y desalojar al oficialismo de la presidenta Laura Chinchilla, que cumple un año de gestión.

Treinta y uno de los 57 diputados firmaron un documento en el que se comprometen a votar en bloque en la renovación de autoridades del Congreso unicameral, para desalojar de los puestos directivos a la primera minoría, el gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), que tiene 24 escaños.

Pero la historia costarricense es fértil en casos de volteretas políticas de último minuto y por ello el documento advierte --como recordatorio o amenaza-- que quienes cambien su voto serán expulsados de sus partidos.

A diferencia de otras naciones en las que es habitual la convivencia de ejecutivos de un color ideológico y legislativos de otro, la posibilidad de una cohabitación ha desatado un sicodrama en este pequeño país centroamericano, cuya economía enciende luces rojas casi a diario.

"Estamos en la obligación de advertir la enorme ingobernabilidad si se da un escenario como el que ellos (los opositores) proponen. Se debe reflexionar sobre la parálisis que se generaría en lo económico y social", dijo recientemente el ministro de la Presidencia, Carlos Benavides.

El plan opositor es conquistar la presidencia de la Asamblea Legislativa, la vicepresidencia y las secretarías, para desde allí repartirse comisiones, manejar la agenda de debates y decidir la prioridad de los proyectos de ley.

Un panorama que amenaza con transformar los tres años restantes del gobierno de Chinchilla, una católica fervorosa, en un vía crucis interminable.

A diferencia de los escasísimos antecedentes de cohabitación en este país --el último hace 45 años--, en esta ocasión la oposición parece carecer de toda cohesión programática, salvo su oposición al intento del oficialismo de un generalizado aumento de impuestos.

La ofensiva se gestó cuando el neoliberal Movimiento Libertario --tercera fuerza parlamentaria, con 9 escaños-- rompió un pacto de gobernabilidad que lo ataba al PLN, nominalmente socialdemócrata más allá de años de aplicar políticas más cercanas al liberalismo.

Opuestos con fiereza al paquete de impuestos del gobierno, que contempla nuevos tributos al consumo y otros gravámenes, los libertarios sellaron alianzas con los socialcristianos del PSUC (6 curules) y los centristas del PAC (11).

Para completar el arcoiris, sumaron al único diputado izquierdista del Frente Amplio y los cuatro del PASE, una agrupación sin ideología en el sentido tradicional, que basa su plataforma en la defensa de los derechos de los minusválidos.

"No los une el amor, lo ata el espanto", ironizó un diplomático europeo al comentar esa extraña alianza.

"Lo mejor que le puede pasar a la oposición el próximo domingo es fracasar en su propósito de tomar el control del directorio legislativo", aseguró por su lado el viernes el editorial del influyente diario La Nación, que ha sido muy crítico del primer año de gobierno de Chinchilla.

Es que "las ideologías y plataformas de acción política de los integrantes de la alianza son tan diversas y opuestas que cualquier intento de conseguir consenso sobre los problemas de fondo amenazaría la cohesión del grupo", agregó el diario.

En ese marco, los diputados del PLN --la mitad de los cuales ni siquiera reconoce a Chinchilla como su líder, sino que obedece al dos veces presidente y premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, y a su hermano Rodrigo Arias, aspirante a la presidencia en 2014-- parecen incapaces de retener la presidencia para su actual titular, Luis Villanueva.

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