viernes, 5 de marzo de 2010

El fin del mundo en 3 minutos exactos


El fin del mundo en 3 minutos exactos


viernes 5 de marzo de 2010 10:41 COT
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Veintidós residentes miran un edificio derrumbado en Concepción, tras el terremoto del pasado 27 de febrero (Foto: Rodrigo Linfati, licencia Creative Commons BY-SA)



Hay pocas cosas en esta vida que lo empequeñezcan más a uno que la furia de la madre naturaleza. Impotentes y en la orfandad más absoluta; fuimos sacudidos y zarandeados inmisericordemente durante 180 segundos. En 180 segundos la madre tierra nos recordó lo efímeras que suelen ser nuestras pretensiones, nuestra vanidad y nuestras aspiraciones. Y cuando todos pensábamos que ya había pasado lo peor, un mar embravecido arrasó con lo poco que la tierra nos había dejado. No nos quedó nada.
El sábado 27 de febrero, a las 3:34 de la madrugada, un sismo de 8,8 grados en escala de Richter arrasó el centro y el sur de mi país. En 180 segundos, el movimiento sísmico redujo a escombros casi 500 kilómetros de territorio y costa de mi amado Chile; destruyendo edificios, casas, hospitales, escuelas, puentes, caminos carreteras; el suministro eléctrico quedo interrumpido, los servicios telefónicos aguantaron solo algunos momentos para quedar inoperantes después, las edificaciones comenzaron a caerse, la tierra se convulsionaba frenética, como un animal salvaje. Ciento ochenta segundos después, todo ha terminado… El fin del mundo en 3 minutos completos.
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Aspecto del Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile tras el terremoto (Foto: Esteban Maldonado A., licencia Creative Commons BY-SA)
Después vino en silencio, y en medio de ese silencio lapidario comenzaron los gritos pidiendo auxilio, las llamadas desesperadas buscando a los seres queridos, las carreras buscando un lugar seguro. El recuento es doloroso y desolador.
Chile quedó destruido. Los daños son enormes; hasta ahora más de 60.000 casas dañadas o destruidas, la carretera 5 sur —que constituye la columna vertebral de nuestro país— está cortada en al menos 12 puntos, colapsaron 3 puentes de dicha ruta, obligando al estado a crear un puente aéreo y marítimo para ir en ayuda de las localidades afectadas, además de eso, se calcula que los daños pueden llegar a 30 mil millones de dólares.
Hasta ahora hay más de 190.000 damnificados, alrededor de 100 personas se encuentran desaparecidas y más de 600 personas perdieron la vida.
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Una familia damnificada en Santiago. Su casa de dos pisos ahora es de uno y varias estrellas en el techo (Foto: Osmar Valdebenito, licencia Creative Commons BY-SA)
El terremoto nos afectó por casi 500 kilómetros; sufriendo sus efectos más devastadores en toda la zona costera de la VII y VIII regiones. Las ciudades cercanas a esta costa no solo tuvieron que soportar la violenta sacudida de la tierra: 40 minutos después, olas de hasta 10 metros de altura se llevaron lo poco que el terremoto nos había dejado. Las ciudades desaparecieron. Iloca, Constitución, Dichato, Curepto, Curanipe, solo por nombrar algunas. Todas las caletas de pescadores entre Curicó y Concepción resultaron severamente dañadas o destruidas; en el puerto de Talcahuano, provincia de Concepción, los astilleros de la armada resultaron destruidos, el puerto gravemente dañado; barcos pesqueros, containers y las embarcaciones de mediano y menor calado fueron arrojados como palillos sobre toda la costanera del puerto y sus calles más cercanas, llegando incluso hasta la plaza misma del puerto.
Frente a lo dantesco del panorama la población fue presa del pánico, y nos encontramos cara a cara con lo peor de nosotros mismos; al siguiente día del terremoto, turbas de personas desesperadas y presas del pánico saquearon los supermercados y los centros de abastecimientos, buscando, en la mayoría de los casos, conseguir comida, agua y los elementos básicos que les permitiesen sobrevivir, pero en otros, los menos, solo aprovechando la desesperación ajena para entregarse al pillaje y al saqueo de electrodomésticos y otros artículos que nada tenían que ver con las necesidades básicas de la angustiada población. El saqueo y pillaje se sumaron entonces a la larga lista de dolores que nos atormentaban esa mañana sombría.
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Militares chilenos en Concepción (Foto: Claudio Núñez, licencia Creative Commons BY-SA)
Y sin embargo por muy larga y oscura que haya sido la noche en que nos encontrábamos, siempre, invariablemente, comienza a llegar el alba. Treinta y seis horas después del desastre, el gobierno comienza a tomar control de la situación, se decreta estado de catástrofe para las regiones VII y VIII y se dicta el estado de sitio, 12.000 efectivos de las FF. AA. toman el control de las regiones del Maule y la Araucanía y frenan el caos. Por primera vez, después de 180 segundos infernales, comienzan a oírse buenas noticias. Comienza a llegar la ayuda humanitaria venida de las manos hermanas de otras naciones que, con espanto, ven reflejadas sus propias tragedias pretéritas, en la gran tragedia que hoy nos aflige como país:
  • Argentina: 3 hospitales de campaña, 2 plantas purificadoras de agua, toneladas de alimentos
  • Bolivia: 40 toneladas de agua.
  • Canadá: 15 albergues de campaña.
  • China: 1 millón de dólares, un hospital de campaña, varias carpas, y 4 plantas desalinizadoras de agua.
  • Corea del Sur: Un avión con equipo médico y alimentos no perecibles.
  • Cuba: Un hospital de campaña con capacidad quirúrgica y 25 médicos a cargo de su funcionamiento.
  • España: Equipos de rescate de escombros y expertos en evaluación de daños sísmicos.
  • Estados Unidos: 60 teléfonos satelitales
  • Francia: Un equipo de evaluación de daños sísmicos con 15 profesionales.
  • Indonesia: 1 millón de dólares.
  • Japón: 3 millones de dólares en efectivo, además de 300 mil dólares en equipos como generadores de energía eléctrica, carpas y purificadoras para agua potable.
  • México: 13 especialistas en evaluación de daños estructurales en inmuebles, 600 pruebas de calidad del agua y un centenar de cajas con material para la purificación del agua.
  • Perú: Medicamentos, 1 hospital de campaña, 25 médicos para Concepción.
  • Rusia: 100 albergues de campaña para períodos invernales y 7 toneladas de conservas de alimentos.
  • Suiza: Un equipo de evaluadores sísmicos.
  • Uruguay: 2 plantas desalinizadoras de agua.
  • Unión Europea: 3 millones de euros.
  • Organización de los Estados Americanos: 20 teléfonos satelitales
Además se sigue acopiando la ayuda de todo tipo en las siguientes organizaciones:
Donaciones internacionales (lista que sirve para donaciones desde cualquier país):
El camino hacia la sanidad y la reconstrucción de Chile es aún difuso, queda muchísimo por hacer y muchas manos dispuestas para el trabajo. Nos queda ahora enterrar a nuestros muertos, curar a nuestros heridos y limpiar nuestras casas. Comenzar a reconstruir lo que la madre naturaleza, en la violencia de sus ciclos naturales, nos ha quitado, para seguir adelante avanzando, creciendo y progresando.
Me queda dar gracias, dar gracias a todos los países hermanos que de una u otra manera nos han brindado su apoyo y su solidaridad en estos momentos de angustiosa necesidad. GRACIAS. Son ustedes los fieles defensores de esa humanidad solidaria y compasiva por la que muchos luchamos a diario desde todas nuestras trincheras en la red.
Nos levantaremos, porque en Chile siempre nos levantamos… contra toda adversidad, contra toda tragedia, resistimos, perseveramos, y permanecemos. Como la espiga empecinada, que a pesar de doblarse ante los vientos inclementes, permanece y se levanta cuando ha pasado el temporal.
Desde Chile, se despide Focvs, sabiendo hoy más que nunca que La Mverte no es vna Metáfora

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