CATÁSTROFE EN EL PACÍFICO|LOS EFECTOS DEL MAREMOTO
«No nos avisaron y las olas se lo llevaron todo»
- • Hubo evacuaciones, pero las olas llegaron con poca fuerza a la costa de Rusia y Japón
- • Los militares chilenos asumen el error de no predecir la llegada del tsunami
- Una mujer observa ayer las consecuencias del paso de olas gigantes en la localidad de Dichato (Chile). Foto: efe / rafael vallejo
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Esto fue un maremoto, aquí y en Burindi. Y hubo un error», dijo con algo de fastidio el ministro de Defensa chileno, Francisco Vidal. Para el Gobierno, el territorio fue azotado por la doble combinación del seísmo y un posterior tsunami. Desde Chile, el maremoto ha barrido el Pacífico hasta llegar a las costas de Japón o Rusia, aunque los efectos sobre la zona han sido mucho menores que en las costas e islas chilenas.
En Chile, las olas de hasta 20 metros se ensañaron especialmente con la región de Maule, una bello balneario de la ciudad de Constitución, a 300 kilómetros de Santiago, y con el archipiélago Juan Fernández. Las escenas de barcos arrastrados lejos de la costa, de casas destruidas, que el agua se llevó como si fueran cajitas de madera, dan cuenta de la magnitud del desastre.
La Armada chilena descartó en la madrugada del 27 de febrero la posibilidad de un tsunami. En estas horas de duelo y desesperación, algunos se preguntan las razones de esa impericia. La directora de la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), Carmen Fernández, fue la primera en reconocer lo que había sucedido.
FALLO DE INSTRUMENTOS / «La primera información que recibimos es que no había un maremoto. Y es más, cuando empezamos a constatar por otras fuentes que se estaban produciendo variaciones en el nivel del mar, las consultamos. Entonces nos indicaron que la variación no era superior a los 20 centímetros», señaló.
La Armada asumió su responsabilidad por lo ocurrido. «Lo que nos han señalado es que hubo fallos en algunos instrumentos», dijo Fernández. En el Maule y en las zonas aledañas los pobladores se preguntaban las causas del fallo. Muchos, decían ayer, podrían haber huido hacia las montañas y salvarse. «No nos avisaron y vimos cómo las olas se lo llevaron todo. El ruido del mar era como el de un monstruo», confesó una mujer que logró salvarse.
En la zona del Pacífico, los países afectados tuvieron tiempo suficiente como para tomar las precauciones necesarias. En Japón se evacuaron rápidamente unas 320.000 personas de las zonas costeras, donde era previsible que llegaran las olas. Las autoridades decretaron la alerta «mayor», aunque con el paso de las horas redujeron la amenaza.
En Rusia las primeras olas, de unos dos metros, llegaron al archipiélago de Kuriles. El Gobierno advirtió de que habrán más olas en los próximos días. La costa rusa se halla a 18.000 kilómetros de distancia de la chilena. El centro de observación americano de tsunamis bajó también el grado de alerta. Lo mismo hicieron las autoridades de Filipinas, Australia o Nueva Zelanda.
En Chile, las olas de hasta 20 metros se ensañaron especialmente con la región de Maule, una bello balneario de la ciudad de Constitución, a 300 kilómetros de Santiago, y con el archipiélago Juan Fernández. Las escenas de barcos arrastrados lejos de la costa, de casas destruidas, que el agua se llevó como si fueran cajitas de madera, dan cuenta de la magnitud del desastre.
La Armada chilena descartó en la madrugada del 27 de febrero la posibilidad de un tsunami. En estas horas de duelo y desesperación, algunos se preguntan las razones de esa impericia. La directora de la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI), Carmen Fernández, fue la primera en reconocer lo que había sucedido.
FALLO DE INSTRUMENTOS / «La primera información que recibimos es que no había un maremoto. Y es más, cuando empezamos a constatar por otras fuentes que se estaban produciendo variaciones en el nivel del mar, las consultamos. Entonces nos indicaron que la variación no era superior a los 20 centímetros», señaló.
La Armada asumió su responsabilidad por lo ocurrido. «Lo que nos han señalado es que hubo fallos en algunos instrumentos», dijo Fernández. En el Maule y en las zonas aledañas los pobladores se preguntaban las causas del fallo. Muchos, decían ayer, podrían haber huido hacia las montañas y salvarse. «No nos avisaron y vimos cómo las olas se lo llevaron todo. El ruido del mar era como el de un monstruo», confesó una mujer que logró salvarse.
En la zona del Pacífico, los países afectados tuvieron tiempo suficiente como para tomar las precauciones necesarias. En Japón se evacuaron rápidamente unas 320.000 personas de las zonas costeras, donde era previsible que llegaran las olas. Las autoridades decretaron la alerta «mayor», aunque con el paso de las horas redujeron la amenaza.
En Rusia las primeras olas, de unos dos metros, llegaron al archipiélago de Kuriles. El Gobierno advirtió de que habrán más olas en los próximos días. La costa rusa se halla a 18.000 kilómetros de distancia de la chilena. El centro de observación americano de tsunamis bajó también el grado de alerta. Lo mismo hicieron las autoridades de Filipinas, Australia o Nueva Zelanda.
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