sábado, 24 de octubre de 2009

Los puentes de… Karla


Karla era una célebre abogada que habitaba en un pequeño pueblo centroamericano. En los años más florecientes de su carrera encontró en el servicio público el amor de su vida.
Convirtió un vetusto ministerio en el Clint Eastwood de sus días, hasta alcanzar en algún momento, la plenitud laboral como rectora de todos los caminos y puentes del poblado que la vio crecer.
La historia de la vida real no guarda en esta ocasión el romanticismo de aquella película. Las fotografías de los puentes, efectuadas esta vez por cantidad de estudios previos, no tuvieron como acompañante a la protagonista, quien fiel a su carrera guardó su corazón exclusivamente para el litigio constante de las concesiones de cuanta infraestructura existiera.
El amor en cuatro días. Francesca, pasaba los días añorando Europa… hasta que aquella imagen masculina la despertó de su agonía.
El deshonor en cuatro meses. Tres puentes han golpeado el corazón de Karla, y después de un final tan trágico, la lección no parece estar aprendida.
Fácil ha pasado por varios géneros.
La tragicomedia: No poder reparar una platina.
La ciencia ficción: el hule que se desprende de un puente recién inaugurado en San Sebastián.
El drama y el terror: Las advertencias de la municipalidad, el Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos y de decenas de publicaciones periodísticas sobre el peligro que se corría, todas pasadas por alto.
Los cuadros de esta nueva película pasan como en cámara lenta, mientras la abogada intenta explicar con palabras de ingeniera.
Tres dice que fueron los homicidas de este último capítulo: “la edad de la estructura, el paso de un autobús de mayor peso al autorizado y un daño reciente”.
Pero la saga no acaba. Hay protagonistas que la actriz principal no menciona.
La edad: sí, de sobra sabido que se trata de un anciano de 1920. Pero nunca explica por qué obvió las recomendaciones de expertos para darle mantenimiento.
El paso del autobús: Sí, de mayor peso al autorizado, pero no dice que dos semanas antes fue su propio Ministerio el que le dio esa ruta, a sabiendas del puente dañado.
Un daño reciente: es decir, conocían el daño y ¿nunca lo atendieron?
El semáforo está en rojo, la protagonista tiene su mano en la puerta. Llueve torrencialmente. Es momento de decisiones: Quedarse puerta adentro llorando y repartiendo culpas, o asumir las responsabilidades por las decisiones que no ha tomado. 

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