martes, 22 de septiembre de 2009

La Policía sitia la Embajada de Brasil en Honduras, donde Zelaya resiste



El presidente depuesto de Honduras, Manuel Zelaya, dijo haber iniciado conversaciones con militares en busca de una salida a la crisis política, mientras permanece refugiado en la embajada brasileña en Tegucigalpa, rodeada ayer por soldados y policías que cargaron contra los miles de seguidores del mandatario derrocado que se habían reunido desde el lunes para mostrarle su apoyo.


El canciller del Gobierno de facto, Carlos López, recordó que el presidente Roberto Micheletti protestó ante Brasil por albergar en su embajada a Zelaya después de su sorpresiva entrada en el país. Este conminó al presidente Lula da Silva a entregar Zelaya para ser juzgado, o bien otorgarle asilo.


«El Gobierno de Brasil tiene una responsabilidad en cuanto a la paz social en Honduras», dijo López, por permitir que su sede diplomática se convirtiera en el «cuartel general» del derrocado presidente «para llamar a la insurreción».


Ayer, el mandatario brasileño pidió a Micheletti aceptar una solución «negociada y democrática». «Los golpistas deberían dar un lugar a quien tiene derecho de estar en ese lugar, que es el presidente democráticamente electo», dijo Lula en Nueva York.


Lula da Silva también tuvo palabras para Zelaya, a quien invitó no dar argumentos a las autoridades golpistas para una violación de la sede diplomática. En ella se han dado las primeras medidas de presión, pues la embajada tiene la electricidad, agua y teléfono cortados.


Ayer la capital hondureña parecía paralizada tras la batalla campal ante la embajada brasileña. Los uniformados, muchos con sus rostros cubiertos con gorros pasamontañas, lanzaron gases lacrimógenos y golpearon con palos a unos 4.000 manifestantes para obligarlos a irse de la zona de la embajada, mientras regía en el país un toque de queda impuesto por el régimen de Roberto Micheletti, quien anunció que se prolongaría hasta la noche de ayer.


Respetar la embajada


En los disturbios, unas 80 personas resultaron heridas, algunas de bala, y la policía informó de que unas 150 fueron arrestadas por no respetar el toque de queda y que otro medio centenar lo fue por participar en los enfrentamientos. Si bien, la Policía negó ayer que pretenda entrar en la Embajada de Brasil para capturar a Zelaya, como había asegurado este, y afirmó que respetará «las leyes internacionales». El propio Micheletti le garantizó a Lula que respetará la embajada, «porque es tierra de Brasil».


Los militares colocaron altavoces por los que sonaba de forma estridente el himno nacional, a modo de las tropas de EE.UU. en Panamá para hostigar al ex dictador Noriega, en 1989.


«Yo pienso que hay que buscar un acercamiento directo..., luchar por restablecer la democracia no debe ser un delito», expresó Zelaya.


«Nadie me volverá a agarrar dormido y mi posición es patria, restitución o muerte», dijo Zelaya ante sus partidarios, al parafrasear la consigna «patria, socialismo o muerte» del presidente venezolano, quien a su vez lo tomó de la de «patria o muerte» de Fidel Castro.


Además del toque de queda, Micheletti decretó el cierre de aeropuertos y Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos, no pudo viajar al paíso.Además, dio por terminada la mediación del presidente costarricense. Y fustigó a la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, quien dijo que «ahora que el presidente Zelaya volvió, sería oportuno devolverle su puesto» y «devolver a Honduras el orden democrático y constitucional».

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